El Heraldo
Vista panorámica del Estadio Metropolitano, orgullo de los habitantes de la Ciudadela 20 de Julio. Jesús Rico
Barranquilla

Ciudadela 20 de julio: El sueño de una ciudad dentro de una ciudad

De los primeros bloques de apartamentos a un barrio que se ha convertido casi que en una localidad, sus habitantes se aferran a su historia.

Las voces que provenían de aquella radio vieja estallaban de júbilo y emoción. No era para menos, cientos de personas, familias enteras, estaban ganándose su vivienda. Jóvenes, ancianos y matrimonios a los que la vida los premiaba con un nuevo comienzo. Una oportunidad única, la de tener su casa propia. 

Fabiola Ortega no había podido asistir al evento, por lo que no se despegó ni un segundo de la transmisión radial que sintonizó junto a su cuñada. El año era alguno de los primeros de la década de los 80 y a varios kilómetros de ahí, en el Estadio Municipal Romelio Martínez, estaban sorteando los nombres de los benefactores que recibirían una casa en la Ciudadela 20 de Julio. 

El ambiente era una locura; una fiesta de colores y emoción. Meses antes, en los periódicos de mayor circulación de Barranquilla, había sido publicado un cupón desprendible, el cual debía ser diligenciado por los interesados en ganarse una de las casas de la nueva y flagrante Ciudadela 20 de Julio, el barrio de moda en el sur de la ciudad, en ese momento.

Cuando su nombre se escuchó de forma clara y concisa en la transmisión, Fabiola abrazó fuertemente a su cuñada y lloró de felicidad pura. Después de tantos años tenía una vivienda propia. Y lo más importante: una oportunidad de empezar de cero como colono en un barrio nuevo, al cual ya se estaban mudando sus primeros habitantes.

Así como El Prado hacía muchos años atrás, la Ciudadela 20 de Julio fue un sueño urbano, un oasis en medio del desierto de invasiones y barrios desorganizados en ese sector de la ciudad. Carrizal y el Santuario, asentamientos fundados en torno al apoderamiento de tierras y a la ley del más vivo, habían recibido a miles de familias barranquilleras. Algunas, huyendo del campo y la violencia de la época; otros, en búsqueda de nuevas oportunidades.

Pero en la Ciudadela 20 de Julio iba a ser diferente, o al menos eso fue lo que plantearon las primeras constructoras que le propusieron al Distrito la edificación de un barrio con una idea revolucionaria. Una ciudad dentro de una ciudad. Un sector casi que independiente, en donde sus habitantes tuvieran todo a la mano. Tiendas, viviendas, supermercados, hospitales y parques. 

En el papel todo lucía de maravilla, hasta que se pusieron manos a la obra. Los bloques de apartamentos, insignia de la Ciudadela y las primeras edificaciones residenciales de la zona, tuvieron serios retrasos en sus entregas, programadas para comienzos de 1980. Los beneficiarios, cansados de esperar y ansiosos por mudarse a sus viviendas, empezaron a ocupar los espacios a la fuerza, sin importarles que estuvieran en obra negra: sin puertas y hasta sin ventanas.

Según contaron algunos de los residentes que llegaron a la zona a comienzos de los 80, la constructora encargada de la edificación de los bloques, viendo las obras del incipiente Estadio Metropolitano, decidió atrasar “a propósito” los trabajos para que los beneficiarios terminaran por renunciar a sus viviendas. Frente a la posibilidad de una construcción en terrenos mejor valorizados, los ejecutivos habrían preferido “hacerse los de la vista gorda”, según denunciaron los habitantes del sector.

En ese entonces, con viviendas en obra negra y plagados de necesidades, los vecinos de la Ciudadela 20 de Julio tuvieron que cooperar y compartir para poder subsistir en medio de la necesidad. Víveres, baños y hasta camas se rotaron para salvaguardar lo más preciado que tenían en ese momento de sus vidas: un techo propio dentro de una comunidad creciente. 

Y así fue. En los años siguientes se inauguraron las otras etapas de la Ciudadela 20 de Julio, en la que hoy se levantan 199 bloques de apartamentos. Alrededor de estos también se construyeron las viviendas en las que se mudó Fabiola Ortega y otros miles de habitantes que llegaron plagados de sueños e ilusión.

 

El presente

39 años después, y a pesar de vivir en otro barrio, la vida de Fabiola sigue vinculada a la Ciudadela. Hoy en día, como profesora de la Institución Educativa Distrital del sector, es ella la que inculca ese valor de pertenencia a las nuevas generaciones. Tanto así, que en 2005, lideró un proyecto estudiantil junto a un grupo de ocho estudiantes, quienes decidieron documentar la historia de su lugar de residencia.

“Ellos tenían mucho entusiasmo, eran muy felices entrevistando a los vecinos de mayor edad en el barrio para que les contaran sus historias. Me da mucha satisfacción ver que ese grupo de estudiantes le ha ido bien, que les sirvió mucho esa experiencia”, contó Fabiola Ortega en la biblioteca de la IED Ciudadela 20 de Julio.

Los alumnos, entre los 13 y los 17 años, se convirtieron en los primeros historiadores de un barrio que para ese entonces no tenía documentación oficial, solo recuerdos y recortes aislados de periódicos de la época. Con sus uniformes bien planchados y su presentación personal impecable, salieron a recorrer las calles y los apartamentos de esos primeros bloques que se levantaron en la Ciudadela.

Catorce años después, reunidos una vez más, recordaron con alegría esa época en que fueron unos niños aventureros. Dos de ellos, Mario Martínez y Dalis Mendoza, hoy en día profesionales y radicados en Barranquilla, asistieron a su colegio una vez más. Esta vez como adultos y haciendo un llamado a todas las nuevas generaciones: que no pierdan el interés y el amor por la Ciudadela.

“Con este tipo de proyectos, saliendo de las cuatro paredes del salón de clases, nos aportaron muchísimo como estudiantes y también nos hizo ayudar a la comunidad. El hecho de que las personas de la Ciudadela conozcan su historia fortalece el sentido de propiedad y de la convivencia. Yo solo tenía 14 años en esa época, pero entendí muchas cosas que me cambiaron la vida”, dijo Mario Martínez.

Tanto así fue el impacto en estos jóvenes que Dalis Mendoza, su compañera, es hoy guía patrimonial de la ciudad, una tarea que surgió dentro de los salones de clase de su institución educativa. Ella, de 24 años, pasó de los libros de la biblioteca en la Ciudadela a la historia en general de Barranquilla, ciudad de la que desde muy niña se enamoró.

“¿Que la Ciudadela pudo ser mucho mejor planeada?, en mi opinión claro que sí, pero su gente ha sabido sortear todas las diferencias y problemas que ha tenido. Este fue un barrio planeado, idealizado, y que no pudo ser construido a su plenitud. Eso sí, estamos muy orgullosos de lo que es y trabajamos diariamente para mejorar lo que ya está”, contó Dalis.

El proyecto, llamado Una Ciudad dentro de otra Ciudad, fue publicado y divulgado entre los habitantes de la Ciudadela, que emocionados lo recibieron y se aprehendieron de él y sus anécdotas. Años después, varios de ellos todavía lo recuerdan, haciendo apología a lo ahí documentado.

“En ese entonces uno caminaba por el colegio o por el barrio y la gente hablaba del documento que publicaron los estudiantes. Sentí y todavía siento un orgullo tremendo por lo que se pudo lograr con ellos”, recordó Fabiola Ortega.

El grupo de historiadores de la Ciudadela 20 de Julio se reunió 14 años después de publicada su tesis. Jesús Rico

El futuro

Mirando hacia el futuro y también contemplando el presente, la Ciudadela 20 de Julio es un barrio que tiene muchas ventajas, pero también problemáticas propias. Entre ellas, la inseguridad y la falta de pertenencia de las nuevas generaciones, denunciada por los primeros habitantes del sector.

“Me preocupa el futuro porque a los más jóvenes ya no les importa tanto la Ciudadela, lo cual vemos cada 20 de julio. Cada vez sale menos gente, hay más inseguridad en general y el barrio pareciera que estuviera desmejorando. Pero bueno, también tenemos muchas ventajas y cada vez más comercios y facilidades. Quiero tener esperanza”, dijo Jorge Martínez, uno de los primeros habitantes del barrio.

En la actualidad, la Ciudadela 20 de Julio tiene problemas de inseguridad y de servicios públicos. Jesús Rico
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