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La muerte, el final de la existencia, tal vez el momento más temido por la mayoría de los seres humanos, y sobre todo los rituales que la rodean (como la velación) han cambiado completamente a raíz de la pandemia que desató la COVID-19.

El pasado martes el sacerdote católico Pedro Nel Meza Genes, actual párroco de la Iglesia La Santísima Trinidad de Barranquilla, lo vivió en carne propia cuando ofreció 'por primera vez en la vida un rito exequial virtual' a través de una plataforma digital.

La inusual ceremonia empezó a gestarse en la tarde de ese mismo día cuando el padre Pedro Nel, cuya iglesia está situada detrás del Zoológico de Barranquilla, en la calle 77 con carrera 70, recibió la llamada de un familiar de una víctima de COVID-19 solicitando un rito exequial para despedirlo.

'El hermano de la víctima me pidió ofrecer una misa de despedida en memoria de su ser querido. Puedo decir que se siente mucho dolor, primero por la muerte y segundo por la forma en que hay que despedir a quienes se lleva el virus', afirmó el religioso.

El sacerdote, formado en la Compañía de Jesús, alude a las disposiciones gubernamentales para el manejo de las víctimas del virus contenidas en un documento del Ministerio de Salud titulado ‘Orientaciones para el manejo, traslado y disposición final de cadáveres por SARS-CoV-2’, el cual se puede consultar en internet.

En un aparte del texto se ordena que 'la disposición final de cadáveres de personas fallecidas por COVID-19 se hará preferiblemente por cremación. Cuando no se cuente con instalaciones para este procedimiento en el territorio donde ocurrió el deceso o la disponibilidad de esta tecnología desborda la capacidad económica de las personas, se hará inhumación en sepultura o bóveda individualizada (…)'.

Y con respecto a los ritos funerarios se dispone que 'el transporte, la cremación o inhumación, según sea el caso, se efectuará en el menor tiempo posible, con el fin de prevenir la exposición de los trabajadores y comunidad general al virus SARSCoV-2. Se debe evitar la realización de rituales fúnebres que conlleven reuniones o aglomeraciones de personas'.

La norma materializada en la vida real significa que los familiares de las víctimas del nuevo coronavirus no pueden ver a su ser querido por última vez.

'No pueden verlo ni despedirse. El Gobierno, al enterarse de una muerte por COVID-19, llama a la familia y le informa que su allegado será sacado de la clínica donde ocurrió el deceso directamente al coche fúnebre y del carro pasará al cementerio, luego al horno crematorio y eso es todo; adiós, no hay más nada, no hay forma de verlo', relató el padre Pedro Nel.

Exequias virtuales

No obstante, los familiares que contactaron al párroco de La Santísima Trinidad decidieron no resignarse a tan amargo final y la manera que encontraron para ofrecerle una despedida 'digna' y 'religiosa' a su ser querido, y poder avanzar en el proceso de duelo, fue organizar un rito exequial sencillo y corto basado en las Sagradas Escrituras a través de una plataforma virtual.

'A las 7:30 de la noche del martes los hermanos del difunto pasaron el link de la reunión entre las personas que iban a estar presentes. El cadáver, el cuerpo físico como tal, fue incinerado; pero la familia quería algo más, algo representativo porque el difunto fue muy alegre y especial para sus familiares y amigos', anotó el padre Pedro Nel.

La ceremonia tardó poco más de media hora y se ofició en el despacho de la parroquia. El padre Pedro Nel ofreció la misa en total soledad, frente a la pantalla de su computador personal.

'Llevé el ritual de exequias de la Iglesia Católica, saludé, me revestí con los ornamentos sacerdotales, como si fuera un funeral de cuerpo presente, y la familia estuvo conectada desde sus hogares a través de sus aparatos electrónicos, estuvieron muy atentos. Las oraciones y palabras duraron casi media hora y algunos de los participantes expresaron lo que significó para ellos esta persona que estábamos despidiendo de manera inusual, luego despedí la celebración, se impartió la bendición y ellos siguieron como familia unos minutos más, dialogando en la plataforma virtual', rememoró el sacerdote.

A la fecha en Colombia han muerto 314 personas en Colombia por la COVID -19. En Barranquilla se han presentado 8 fallecimientos y en el municipio de Soledad, 5.

Adaptación y resiliencia

La psicóloga clínica Maritza Osorio Güette explicó que el duelo es el principio de un proceso de aceptación por la pérdida de algo muy valioso, como un ser querido, una relación amorosa y hasta un objeto preciado. Según la psicóloga, el duelo presenta etapas, marcas por emociones fuertes como la negación, ira, depresión y finalmente la aceptación. Aunque, aclaró que no siempre estas emociones se dan en el mismo orden.

'Es difícil determinar la duración de un proceso de duelo, podría ser de seis meses a cuatro años, pero hay personas que nunca superan una pérdida', anotó.

Para Osorio Güete, la muerte por COVID -19 significa que la persona no podrá despedir a su ser querido de la forma acostumbrada; por ejemplo, con un ritual como el velorio que ayuda a procesar la pérdida, con actos como las palabras finales o ver por última vez a esa persona en el cajón.

Tampoco será posible tener un símbolo inmediato de la presencia del difunto en la tierra, como sería una lápida o la tumba.

'En este contexto es posible que el duelo sea más complejo de elaborar y resolver, se podría generar sentimientos más intensos de culpa, dolor, impotencia, rabia, entre otros, porque el fallecido no tuvo lo que se hubiera esperado, lo que se acostumbra', explicó.

De acuerdo con la psicóloga, un camino para lidiar con una situación tan difícil es tratar de comprender que la culpa no recae sobre nadie, ya que 'son situaciones que pasan; es decir, no perder tiempo y energía en lamentarse por lo que no se pudo y enfocarse en seguir adelante'.

La experta indicó que en caso de que la persona sienta que no puede procesar esta situación, que esta lo desborda, debe buscar ayuda profesional.

'Tal vez no le ofrecimos la despedida como estamos acostumbrados; pero ahora es necesario ser flexibles y resilientes para aceptar ese contratiempo y encontrar la manera de dar el último adiós de otra forma, igualmente significativa', expresó.