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Preguntas como, ¿hace parte de Ciudad Jardín?; ¿es un pedazo de Las Mercedes?; ¿continúo en La Florida?, se formulan los transeúntes y conductores que circulan entre las 10 manzanas que conforman a Los Jobos, un barrio que confunde a sus habitantes por la forma en la que están trazadas sus calles y en el que hay unión entre vecinos para combatir la inseguridad.

Está ubicado en la localidad Norte–Centro Histórico y comprende la calle 80, entre las carreras 38 y 41E; y la carrera 38D, entre la calle 78 y la carrera 41D; caracterizadas por las vías angostas que, por sus curvas, inician como calles y terminan como carreras.

Un ejemplo de ello es la cuadra de Fernando Coronado, un contador público de 55 años, quien se ha visto en apuros al solicitar un domicilio hasta su casa, ya que su acera hace parte de la carrera 38 y la acera del frente es de la calle 79C.

'Si yo pido un servicio de taxi no llega hasta mi casa porque no encuentra la nomenclatura. El conductor se pierde en la esquina', dice el hombre, quien agrega que para evitar confusiones siempre indica que vive en Ciudad Jardín, y no especifica la dirección sino que describe cómo está vestido y en qué esquina se encuentra.

Un caso similar expone Evelio Pallares con las confusiones que genera esta zona, la cual se conoce con el nombre de tres barrios diferentes y limítrofes con Los Jobos, como Las Mercedes, La Florida, así como el ya mencionado Ciudad Jardín.

'A este barrio lo conocen por el nombre de otros menos por el de él. Lo confunden porque está en la frontera', sostiene el hombre de 72 años, mientras se refresca bajo la sombra de un árbol de mango.

De finca a barrio

El nombre del barrio guarda estrecha relación con sus inicios hace aproximadamente 90 años, cuando los jobos solo eran las frutas que se cultivaban por montones en la finca de Tomás Coronado, quien fue uno de los primeros encargados de poblar el barrio a través de su terreno de acuerdo con el relato de de su hijo Fernando.

'La parte principal de la finca estuvo por un buen tiempo donde ahora está mi casa. Luego fue trasladada más arriba sobre lo que actualmente es la calle 80B con carrera 41D', dice el hombre de 56 años.

Con el pasar del tiempo, parte de la propiedad fue invadida hasta convertirse en lo que hoy es un vecindario de 399 viviendas donde conviven 1.703 personas, según la Oficina de Participación Ciudadana.

Por su parte, el principal fundador y dueño de la finca que cultivaba jobos, Tomás Coronado, falleció hace 16 años por causas naturales.

De jobos a mangos

Así como la finca, los jobos también son cosa del pasado, según dicen los vecinos. Lo que más se asemeja a esta fruta, en la actualidad, es la ciruela que se consume especialmente entre marzo y abril.

No obstante, en las calles de Los Jobos, donde prima el silencio de la población y la soledad, los mangos son los que se atraviesan en el camino del peatón más desprevenido. Los más maduros quedan regados en el suelo hasta que un ávido vecino lo recoge para convertirlo en jugo.

Mientras que el resto, entre verde biche y pintón, queda sujetado en los frondosos árboles hasta que le llegue su hora de caer. Son tantos, que hasta en los ventanales de las casas se observan y sus dueños no tienen problema en regalarlos.

Los beneficios no solo los brinda la fruta, sino también los árboles de gran tamaño con respecto a la sombra que estos proveen a las terrazas de los inmuebles. Además de mango, los hay de almendra, cedro y limón, por lo que las calles frescas en medio del inclemente sol caracterizan al barrio.

De acuerdo con los habitantes de Los Jobos, al barrio le queda bien ese proverbio popular que expresa ‘pueblo chico, infierno grande’, relacionando el espacio del sector con los problemas que tiene la comunidad vinculados con movilidad, seguridad y alumbrado público.

Con respecto a la movilidad, los vecinos se quejan por el ruido de los vehículos y de los trancones que se forman en la carrera 38 desde la calle 80. Señalan que por cualquier embotellamiento los conductores hacen sonar la bocina de su automotor de manera exagerada hasta llegar al escándalo.

Debido a los trancones, los conductores de vehículos livianos y pesados han optado por tomar la carrera 41D para agilizar el camino. Sin embargo, la acción se fue convirtiendo en un 'problema' con el pasar del tiempo, teniendo en cuenta que ya no eran dos o tres carros por hora, sino decenas en minutos.

'Nos vimos en la necesidad de ubicar reductores de velocidad sobre la carretera, porque los carros superaban la velocidad permitida en la zona residencial', indica Orlando Ríos, quien agrega que la construcción de un edificio de 15 pisos en la carrera 41D con 79B empeora la movilidad con los vehículos de la obra y los particulares cuando empiece a funcionar.

Además, un cráter se ha formado en el pavimento por el 'tránsito excesivo de buses', dice Nelsy Llanos.

Finalmente, con respecto a la inseguridad, la comunidad manifiesta estar en la obligación de encerrarse desde que empieza a anochecer para evitar ser víctimas de los atracadores 'que merodean el barrio en moto'.

'La inseguridad nos obliga a vivir como presos en nuestras casas', manifiesta Lina Barrios haciendo referencia a las rejas altas con las que los vecinos han cercado sus casas buscando mayor seguridad.

Por su parte, Nelsy Llanos concluye que conformaron un frente de seguridad con otros cuatro vecinos, lo que ha disminuido en un 50% los atracos en comparación con el año 2013, pero que persisten 'por un lote abandonado y el deficiente funcionamiento de las lámparas de alumbrado público'.

Y a pesar de la oscuridad en sus calles, los vecinos anuncian que quede claro el nombre del barrio: no es Las Mercedes, La Florida o Ciudad Jardín; es Los Jobos, aunque ya no haya.