Como es tradición en época de Semana Santa, desde hace 155 años, el municipio de Santo Tomás recibe cada Viernes Santo espectadores para el paso de los penitentes, quienes cumplen ‘mandas’ por favores o milagros recibidos por parte de Dios o algún santo religioso.
Desde las 8:00 de la mañana de ayer estas personas, los flagelantes, partieron unos desde el sector de La Trinchera y otros desde el Caño de las Palomas para recorrer 2.5 kilómetros hasta llegar a la ‘Vieja cruz’ en el barrio Buena Esperanza de ese municipio.
Bajo el inclemente sol, con una temperatura que superaba los 32 grados centígrados, con sus pies descalzos, vestida con falda y velo en la cabeza, ambos de color blanco, y cruces negras pegadas, Sandra Roa, de 32 años de edad, quien llegó de Barranquilla, caminó por esa polvorienta trocha de Santo Tomás autoflagelándose para cumplir ‘la manda’ prometida hace tres años atrás a Jesús de Nazareth.
En su recorrido, esta mujer morena y de rostro cubierto carga en su mano la ‘disciplina’, un látigo improvisado hecho con una cuerda gruesa que termina en siete bolas a base de cera. Son siete pasos hacia adelante, tres atrás. Siete las cruces que debe visitar y siete cortadas en la piel.
Esta práctica se remonta a la Edad Media y cada año en este municipio del Atlántico reviven el dolor, según los flagelantes, que padeció Jesucristo durante su crucifixión.
'Ella siempre es creyente en Dios. Lleva tres años flagelándose por la salud de la mamá a la que han operado varias veces, ya que en un accidente se partió la pierna. Ahora está enferma del azúcar, es una ‘manda’ de por vida', contó Nelson Pulido, primo de Roa y quien la acompaña durante el recorrido.
En realidad —sostuvo— es la mamá la que paga ‘la manda’, pero por su estado de salud, su hija se ofreció para cumplirla por ella. Es desde entonces que juntas caminan descalzas por la calle de arena que luego la precede una de adoquines de cemento.
'Ella se prepara mentalmente para poder esta acá, eso no es fácil. Hay muchas personas que no están de acuerdo pero eso va en la creencia de cada quien. Ellas creen mucho en eso y hay que respetar su decisión. Siempre cuando terminan el recorrido, en la última cruz, se desmayan', relató Pulido.
Detrás de los flagelantes que cumplen su ‘manda’ con el método de ‘la disciplina’, se encuentra un acompañante que cumple la función de ‘picador’, quien en primera instancia rocía alcohol en las heridas del penitente durante el trayecto para así evitar una infección. También es el encargado de hacer las cortadas con una cuchilla en la zona golpeada a fin de que la sangre emane y no se formen coágulos.
Este año fueron cerca de 30 penitentes que realizaron la procesión. Además de los de rostro cubierto, están los que pagan su manda cargando una cruz y corona de espinas (simulando al Nazareno) y los que llevan en alto una copa de vino.
Néstor Guette Maldonado, oriundo de Sabanagrande, dijo que cumplió su manda a Jesús de Nazaret, por la salud de su madre. Con una cruz en sus hombros y corona de espinas caminó descalzo por la caliente trocha.
Es el primer año en esta tradición tomasina para Néstor, quien no titubeó a la hora de pagar la penitencia, dado que su recompensa había sido obtenida tiempo atrás.
Su hermano Víctor Guette Maldonado contó que su mamá estuvo grave en el hospital por una neumonía y que fue razón suficiente para que su hermano decidiera pagar ‘la manda’ del paso de la cruz como ofrenda a la sanación de su progenitora.
Por más que ha pasado el tiempo y la tradición no ha cambiado mucho, la impresión por el dolor que soportan los penitentes volvió a llamar la atención de los tomasinos y de los foráneos que llegaron solo para acompañar este ritual de sangre, dolor y fe.
Iglesia rechaza
El párroco de Santo Tomás, Jorge Castro, manifestó que la iglesia católica respeta como tradición del pueblo esta práctica porque 'es algo centenario que viene de muchas generaciones', pero que no está de acuerdo con el método.
'Dios aprueba un corazón penitente y agradecido que desee cambiar pero no está de acuerdo con el hecho de maltratar el cuerpo y de ofrecer un sacrificio tan cruel como el de golpearse de esa manera. La iglesia rechaza pero respeta', sostuvo el párroco.
El viacrucis, obra alterna del Viernes Santo en la plaza tomasina
Ayer a la 1:20 de la tarde en la plaza principal de Santo Tomás se llevó a cabo la escenificación teatral del Viacrucis, que desde hace 32 años, según contó el coordinador municipal de Cultura Julio Lara, se desarrolla cada Viernes Santo en el municipio como un evento alterno al tradicional desfile de los flagelantes.
Son 33 los actores que conformaron el elenco de la obra quienes interpretaron varias escenas de la vida de Jesús, entre las que se encuentran el bautizo con Juan el Bautista, la tentación de Satanás a Jesús en los 40 días de ayuno, la samaritana, los milagros con el poseído, Jesús ante los ancianos, Pilatos y Herodes, la escena de la flagelación y su camino a la cruz, entre otras escenas. Al evento asistieron más de 300 personas.
'Todos los años nos acompaña un número crecido de público y que son bienvenidos a mirar y disfrutar de algo que tiene que ver con la Semana Santa y que de paso muestra lo que somos los tomasinos, unas personas que nos gusta y tenemos una sensibilidad para el arte, no solo por el teatro sino también por la literatura, la música y la danza', expresó Lara.
Ante la práctica de autoflagelo que realizan algunas personas en la calle La Amargura de Santo Tomás, el coordinador municipal de Cultura sostuvo no estar de acuerdo con esta manifestación pero indicó que respeta la creencia de cada persona.
'Como ser humano sensible algo que cause alguna laceración al cuerpo no la compartimos y creemos también que dentro debe ser Dios, un ser lleno de amor y sabio, ese tipo de práctica no estarían siendo las que él quisiera. Pero igual como práctica cultural de las personas que lo hacen y como credo de ellos, nosotros respetamos eso', dijo.




















