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Una gran distancia separa a Barranquilla de la serranía del Perijá. Esa imponente cadena montañosa, que es un límite geográfico entre Colombia y Venezuela, se alza entre los departamentos de Cesar y La Guajira en tierras nacionales y se extiende hasta el estado Zulia del otro lado de la frontera.

Desde la capital del Atlántico hasta la serranía, tomando la ruta que pasa por Valledupar, hay aproximadamente unos 519 kilómetros. Toda esa distancia recorren cada año los miembros del pueblo indígena Yukpa para venirse a asentar en la Arenosa, casi siempre, en el arranque de la temporada de la Navidad.

Para los barranquilleros, desde hace varios años, se ha vuelto costumbre que esta comunidad deambule por algunos de los corredores de la ciudad, en muchos casos pidiendo apoyo a la ciudadanía, que les da dinero, ropa y alimentos.

Los yukpa son una comunidad indígena que habita entre los dos países y que ha encontrado en Barranquilla el espacio para refugiarse durante la época de la Navidad.

Las alertas disparadas

Sin embargo, estar lejos de su tierra, migrar en grandes cantidades de personas y llegar a un territorio que no es el de ellos ha venido generando una serie de preocupaciones en las entidades que vigilan y protegen los derechos de los ciudadanos.

La Procuraduría General de la Nación (PGN) emitió una alerta por la gran cantidad de miembros de esa comunidad que se han trasladado a las inmediaciones de la ciudad durante las últimas semanas, instalándose en asentamientos irregulares.

“Gracias a la actuación preventiva de la Procuraduría General de la Nación, autoridades distritales y nacionales articularon acciones urgentes frente a los riesgos que enfrentan niños, niñas y adolescentes de la comunidad Yukpa, tras identificar reiteradas situaciones de vulneración de derechos”, expresó la PGN en su momento.

El año pasado, la Personería de Barranquilla desplegó diferentes acciones: “Fuimos a visitar el sitio donde ellos se están concentrando para vivir. Logramos, mediante el apoyo de una empresa de transporte, que les dieran 60 cupos en unos buses para que regresaran a su territorio. Solo se fueron 20 y al cabo de unos meses regresaron y parece que vinieron acompañados con más personas”.

JHONY OLIVARES

Las problemáticas

Ante esta situación, EL HERALDO solicitó información a la Alcaldía de Barranquilla, mediante la Secretaría de Desarrollo Social, la cual compartió algunas de las problemáticas encontradas, siendo la más preocupante la explotación infantil por mendicidad.

“Quizás debido a su cosmovisión, o por un interés económico, o por la simple necesidad de tener algún ingreso que les permita autogestionar medios mínimos de vida, los adultos de esta comunidad indígena, en algunos casos, generan condiciones de vulneración de derechos a sus niños, niñas y adolescentes, al exponerlos a múltiples riesgos, como la instrumentalización económica”, apuntó la Administración distrital.

Sin embargo, no es la única preocupación que se ha levantado en la Alcaldía. También existe alerta por las condiciones de salubridad, ante la disposición final de sus necesidades fisiológicas; la convivencia y seguridad, pues “se ha identificado cierta tendencia a la violencia cuando no se les entregan cosas” y, por último, “los riesgos viales y de accidentalidad a los que están expuestos en esta comunidad”.

¿Qué buscan en la ciudad?

Un equipo periodístico de esta casa editorial ingresó al sector donde se asientan, en La Loma, muy cerca al sector de la Ventana de Campeones.

Es un caserío de tablas donde hay algunas gallinas sueltas por ahí. Según explicaron los yukpa, viven unas 50 personas, incluidos unos 20 niños, niñas y adolescentes.

Ahí se pudo conversar con Maritza Romero, una de las indígenas que llegó a Barranquilla en medio de una urgencia médica: “Mi familia está acá, yo vivo en el Perijá, del lado de Venezuela. Mi mamá estaba enferma de cálculos y los de acá me dijeron que me la trajera, que acá la salud es gratis y la tienen en el Hospital Barranquilla”.

Sin embargo, en muchas ocasiones, no solo vienen buscando auxilio por la medicina.

Ismael Marín Daza, secretario de Gestión Social del Distrito, ha seguido muy de cerca la evolución del problema: “Hay que reconocer que la comunidad indígena yukpa es de características seminómadas, es decir, alternan su vida durante épocas del año, entre periodos en movimiento en los que se desplazan hacia ciertos lugares, y periodos de asentamiento fijo”.

Añadió que, “para fin de año, ciudades como Barranquilla dinamizan su actividad económica y comercial; esto ellos lo ven como una oportunidad de percibir algún tipo de ingreso o beneficio”.

Pero, en la visión del Distrito, en Barranquilla encuentran una cosa más: el corazón dadivoso de los ciudadanos cuando entra la época de Navidad: “En los últimos años se ha percibido un comportamiento de una parte de los barranquilleros, sobre todo en el sector norte de la ciudad, de entregar regalos en época navideña a niños, niñas y adolescentes que se puedan encontrar en las calles, por lo que hay un incentivo adicional para que arriben a la ciudad para esta época, y estas son en general las probables razones que generan tal comportamiento”.

JHONY OLIVARES

Las soluciones propuestas

Marín Díaz explicó algunas de las iniciativas que se están implementando para tratar de garantizar los derechos de esta comunidad.

“El Distrito de Barranquilla ha venido desplegando todas sus capacidades institucionales, en el marco de la estrategia ‘Trabajando por los niños’, a través del desarrollo de acciones integrales en materia de atención básica en salud, alimentación y nutrición, acompañamiento psicosocial, además con una robusta estrategia de prevención y sensibilización en la comunidad, la implementación de una oferta de servicios especializada con enfoque diferencial indígena”, expresó.

Ante la vulnerabilidad que atraviesan, lo mejor es preguntarse dos veces durante las fechas de Navidad: ¿Es un regalo de verdad lo que necesitan o esa ayuda es la tentación para quedarse y no regresar a su territorio?