En el borde de la terraza del restaurante Los Caracoles, ubicado en el corregimiento de Santa Verónica, permanece sentada Amanda Jiménez, quien desde hace 50 años se dedica a la venta de comida de mar en este sector de Juan de Acosta.
Esta mujer atlanticense pasa la mayoría de su día esperando pacientemente que cualquier vehículo se acerque por su caseta y pase una estadía al frente de lo que queda de las playas del corregimiento, las cuales comenzaron a ser devastadas por el fenómeno de la erosión costera desde finales de los 80.
Para Jiménez, aquellos recuerdos de los días de gloria se han esfumado por completo y ahora solo queda la incertidumbre por el futuro, y una pizca de esperanza por el inicio de las obras para la recuperación de la playa, anunciadas por la Gobernación del Atlántico hace unos cuantos días.
“Recuerdo con mucha nostalgia que hace 60 años comencé vendiendo arepas con mi esposo en este sector de Santa Verónica, y con el auge que tenían las playas vimos la oportunidad de pescar y conseguir suficiente comida para alimentarnos y vender almuerzos a las familias de todo el Atlántico que llegaban a disfrutar de nuestras playas. Todo era una maravilla, la playa era inmensa, y no cabían los carros, pero por allá por los 90 todo cambió”, contó a EL HERALDO.
Una noche, mientras Amanda dormía, el golpe de las olas contra la superficie comenzó a sonar más fuerte de lo normal, y algunos vecinos cercanos al cerro El Ferú alertaron de lo que podría ser la llegada de un coletazo del huracán El Joan a su zona. Desde ese momento, el mar comenzó a erosionar y la vida de los habitantes de Santa Verónica nunca fue la misma.
“La situación se volvió crítica, el mar comenzó a quedarnos encima y tanto mi negocio como otros cinco sufrieron inundaciones. A partir de ese momento cada época de final de año los huracanes y el mar se enfurecen y los que vivimos asustados somos los que estamos acá en la frontera con el mar. Llevamos algunos años ya construyendo muros y barreras con sacos de arena u otros materiales para evitar que pase el agua, pero el daño ya está hecho, nadie va a venir a bañarse en estas condiciones tan peligrosas”, sostuvo.
Inicio de obras
Tras más de 20 años de espera en agonía y silencio, los caseteros de Santa Verónica vieron una luz al final del túnel el pasado martes cuando el gobernador del Atlántico, Eduardo Verano De la Rosa, colocó la primera piedra para la construcción de los espolones que pondrán fin a la erosión costera en la zona.
La ayuda había llegado finalmente, pero ¿ya era demasiado tarde? El gobernador Eduardo Verano declaró que la prioridad en el inicio de su tercer mandato en el departamento era gestionar la licencia ambiental que requería el proyecto.
“La complejidad de la obra requería la consecución de una licencia ambiental por parte del Gobierno nacional, porque uno no puede ir y hacer algo en esta playa sin pensar en que no va a tener repercusiones, este mar hace parte de un tajamar hasta Cartagena que tiene su dinámica oceánica y entonces hacían falta permisos. Así las cosas, la Anla nos otorgó una aprobación excepcional para la construcción de los espolones hace unos meses y ya estamos comenzando las obras”, dijo.
El mandatario aseguró que “estas obras son el primer paso de una transformación profunda del turismo en Santa Verónica, porque la paciencia de todos sus habitantes será recompensada, y la espera de cada pescador y familia que por años añoraban el fin de esta calamidad pública también fortalecerá la esperanza por un futuro mejor para el municipio por completo”.
Así las cosas, las primeras máquinas ya se encuentran trabajando para sacar algunas rocas y arena para la construcción del primer espolón de forma vertical con un anclaje, núcleo y capa en la frontera con la playa.
Posteriormente, la segunda estructura constará de un núcleo y capa de coraza en un punto estratégico de la playa, así como el tercer espolón en forma de punta que tendrá también su núcleo y capa de coraza en el sector del morro para recibir el embate directo del oleaje.
Según la Gobernación del Atlántico, las tres estructuras se distribuirán por 2,1 kilómetros de playa y buscan cambiar el punto de difracción en frente de esta, modificando así la forma en planta de equilibrio, al mismo tiempo que le dan soporte al perfil de playa, buscando que no haya escape de arena durante los eventos de oleajes energéticos.

Reactivación del turismo
Las obras en Santa Verónica no solo contemplan la rehabilitación del litoral, sino también su ordenamiento. En ese sentido, el alcalde de Juan de Acosta, Carlos Fidel Higgins, confirmó que se maneja la idea de hacer un Malecón del Mar una vez que culminen los trabajos en la zona.
“Este trabajo es algo que va a marcar el legado del municipio y que las nuevas generaciones van a recordar en unos años como el inicio de la época dorada en nuestro municipio, que va a volver al mapa turístico del Atlántico con sus grandes playas y espacios para las familias”, dijo.
De esta manera, el cronograma de las obras proyecta cerca de 18 meses para la rehabilitación de las playas, así como también una fase de recuperación en la que se ejecutará un relleno hidráulico del sector con arena de características similares a la original, que permitirá ampliar el ancho de la playa y habilitar 80.000 metros cuadrados nuevos para turismo y recreación.
Se estima que durante estas actividades se generen más de 300 empleos tanto directos como indirectos.
Es importante resaltar también que la obra se ejecutará por parte del Consorcio Playas Santa Verónica, con un presupuesto de $66.547 millones, así como también tendrá una interventoría del Consorcio Protección Atlántico por unos $4.658 millones.
Dinamizar la economía
El renacer de Juan de Acosta y sus playas será fruto de la unión entre los operadores turísticos de Santa Verónica, que se encuentran uniendo esfuerzos para generar una economía circular alrededor de su zona una vez se recupere su espacio de trabajo.
Jesús Gabriel Molina, líder de los operadores turísticos, resaltó que la recuperación de la playa potenciará la pesca y así también la gastronomía del corregimiento.
“Aquí en la playa conseguimos de todo; desde sierra, langosta, pargo y róbalo, pero con la marea tan fuerte y la erosión costera comiéndose la tierra se nos dificulta pescar, entonces no hay insumos para las casetas porque acá la cadena de surtido se hace de esa manera, la hacemos nosotros mismos, entonces por eso las obras dinamizan la economía local”, aseguró.
Iveth Hernández, otra casetera del corregimiento, esbozó que la seguridad alimentaria es fundamental para la reactivación económica.
“En estos momentos no se puede pescar en la playa por la marea y su fuerza, una vez los espolones hagan de barrera en la zona, podremos volver a nuestra actividad y así como alimentamos a otras personas podemos también sustentarnos a nosotros mismos para el diario vivir”, relató la mujer.

Avanzan estudios para reducir impacto ambiental en las playas
En el marco de la declaratoria de calamidad pública emitida por la Gobernación del Atlántico y el municipio de Juan de Acosta por la problemática de la erosión costera, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla) otorgó hace unos meses una autorización excepcional para la ejecución de obras de defensa costera tipo espolones en la playa.
Esta decisión, adoptada con base en los análisis técnicos realizados por la entidad permitió que comenzaran las obras al tiempo que se desarrolla el proceso de licenciamiento ambiental, el cual incluye la presentación de un estudio de impacto definitivo.
Con respecto a esto, el gobernador Eduardo Verano dio a conocer que se están adelantando unos estudios para tener un concepto más amplio que ayude a este proceso.
“Cada playa tiene sus especificaciones diferentes, entonces se sigue avanzando en estudios con la CRA y el Instituto Hidráulico de Cantabria para tener un concepto más amplio que ayude a recuperar la playa”.
Hasta el momento, los informes técnicos elaborados por la Universidad del Magdalena, evidencian “un retroceso acelerado de la línea costera de esta playa, el colapso progresivo de estructuras contiguas a la franja vial costera, y una afectación directa a más de 250 metros de litoral”.


















