La esperanza del campo revive nuevamente en el Atlántico. Hace unos 30 años –refieren los campesinos– la tierra estaba condenada a ser improductiva por la falta de agua y los problemas con el distrito de riego, entre otras dificultades propias de la comercialización de la cosecha.
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La apuesta, desde hace tres años, ha sido la reactivación de estos territorios en el sur del Atlántico, tales como Repelón, Santa Lucía y Suan, que otrora fueron la despensa agrícola del departamento y gran parte del país.
La Gobernación del Atlántico, en cabeza de Elsa Noguera, puso en marcha el proyecto que pretende revolucionar el sector agroindustrial, recuperando toda esa vocación agrícola y ofreciendo al pequeño y mediano productor las herramientas necesarias para impulsar su labor.
El limón tahití, la palma de aceite y el cacao se convirtieron en los cultivos potenciales para dinamizar este sector debido a su alto interés y valor en los mercados internacionales.
Julio César Solano, repelonero de 73 años, beneficiario de la iniciativa y presidente de la asociación Procítricos, es el mayor de 12 hermanos y su historia con el campo comienza desde los 8 años de edad, cuando acompañaba a sus padres –quienes eran agricultores– a la siembra de yuca, maíz, plátano y otros alimentos.
Toda su vida ha girado en torno a la tierra y por ello destaca la importancia de la llegada de este programa que acompañado de capacitación, asistencia técnica, acceso a financiación, asociatividad y comercialización segura del producto, los convertirá en 'grandes empresarios del campo'.
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'Esta alianza estratégica, productiva y social ha sido una total redención para Repelón, debido al abandono y la desidia en que se encontraba este municipio (…) será todo un éxito para el desarrollo social y económico de Repelón y la comunidad en general', expresa Solano, quien actualmente cuenta con ocho hectáreas de cultivo de limón tahití en el municipio.
En sus dos parcelas recibe el apoyo de 12 personas quienes trabajan de hombro a hombro con él para la siembra, cuidado, mantenimiento y cosecha de este producto. 'Esto ha generado que muchas familias no vinculadas directamente al proyecto hayan mejorado su calidad de vida'.
Esa misma pasión de trabajar la tierra la comparte Mónica Barrios Coronel, una mujer de 54 años y oriunda de Repelón. Sostiene que el amor por el campo fue heredado por su familia, puesto que su papá fue agricultor desde muy joven y ante esas bases quiso seguir el legado.
Recuerda que hubo un tiempo en que las labores agrícolas no daban la sostenibilidad que requería para la supervivencia de su familia y decide con los suyos migrar a la ciudad. Luego, después de haber pasado varios años, conoce el proyecto y decide retornar al campo.
'Era una tierra que teníamos improductiva y viendo este proyecto que llega con mejoras y una visión futurista nos devuelve la esperanza. El proceso ha sido enriquecedor porque he aprendido cosas que las sabía empíricamente pero que ahora las he potencializado desde el punto de vista técnico', destaca Barrios, quien cuenta con ocho hectáreas de cultivo de limón Tahití y con expectativas de producir un aproximado de 240 toneladas de este producto.
Para Edwin Pernett Marenco, agricultor de 46 años y vicepresidente de la asociación Asoprolit, hoy día se están teniendo grandes logros en el campo.
'Estuvimos abandonados por casi 30 años debido a que el distrito de riego no se encontraba optimizado ni en funcionamiento. Hoy se están haciendo unos trabajos al distrito con un operador que no está brindado unas garantías y contamos con el respaldo de la gobernadora Elsa Noguera para esta reactivación económica', señala.
Dice que la vocación agrícola viene de casa, debido a que su abuelo y tío son agricultores y desde muy pequeño, a la edad de 10 años, comenzó a interesarse en las labores del campo. Comenta que si bien antes se sembraba los tradicionales cultivos de pancoger, ahora decidió apostarle a los cítricos porque son productos que le van a dar la sostenibilidad del distrito de riego, la posibilidad de trabajar nuevamente la tierra y hacerla productiva con unas garantías.
'Antes no tenía la forma de explotar la tierra porque son casi 7 hectáreas que tengo y no es fácil trabajarla sin recursos; luego llegó el proyecto y vi que es el camino para poder trabajar la tierra con una proyección de 15 a 20 años', revela.
El limón tahití –según los expertos agrónomos– tiene un periodo entre 16 y 20 meses para florecer y empezar a producir; sin embargo, estos cultivos ubicados en Repelón han acelerado su proceso de crecimiento y maduración y ya con 13 meses que llevan desde su siembra empezaron a aflorar sus primeros frutos. Atribuyen esta situación a la gran luminosidad, lo fértil de la tierra y la disponibilidad de agua para los cultivos.
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Cultivo de palma de aceite
Yomaris Ortega Ruiz, de 55 años y propietaria de siete hectáreas de cultivo de palma de aceite en Repelón, cuenta el proceso que ha vivido con la vinculación al proyecto liderado por la Gobernación en unión con la empresa Oleoflores y el Banco Agrario.
'El Banco Agrario nos da un crédito aproximado de $34 millones y la Gobernación nos entrega otra ayuda, el 40 %, y de ahí comienza nuestro proceso. La palma se toma dos años en producir y en la primera cosecha se proyectan 5 toneladas anuales y luego se va aumentando hasta llegar a un tope de 30 toneladas', explica Ortega, quien agrega que en su cultivo tiene sembradas 128 palmas por hectárea.
Por otra parte, refiere que este proyecto le ha cambiado la vida y la de su familia. 'En 1992 nos entregaron la tierra a través de Incora (Instituto Colombiano de la Reforma Agraria), la trabajamos los primeros años, pero al ver la crudeza que había en el campo, donde no conseguíamos cómo sostenernos y que trabajábamos solo cuando nos caía lluvia, decidí irme para otro país'.
Sostiene, además, que 'cuando yo escuché que llegó el proyecto de la palma, yo enseguida me vine y aquí estoy batallando. Me siento muy contenta porque a través de esto mis hermanos también trabajan conmigo'.
De acuerdo con Roque Sarmiento Orozco, campesino de 70 años de edad y cultivador de la palma de aceite, este proyecto representa un mejoramiento socioeconómico, cultural y hasta político en Repelón.
'Nosotros aquí por naturaleza, desde que nacemos, nos encontramos con la agricultura porque trabajamos de la mano de nuestros padres. Todos somos campesinos y cultivadores de la tierra. La esperanza de nosotros está sembrada en este proyecto, además que se generan muchos empleos cosa que no pasaba en el pasado', refiere el propietario de 16 hectáreas de palma de aceite.
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Ha dinamizado la economía
El alcalde de Repelón, Wilfrido García, destaca el apoyo de la Gobernación a los campesinos tras la habilitación y optimización del distrito de riego. Indica que el proyecto ha dinamizado la economía del territorio.
'Con el apoyo de la Gobernación se lograron gestionar unos recursos y se invirtieron unos $42 mil millones en optimización de bombas en las casetas de rebombeo y en la dársena que nos permite contar con agua 24/7 en nuestros canales', relata García.
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Proyecto e inversiones
Diana Amaya Gil, gerente del proyecto de agroindustria, señala que era una necesidad imperante del campesinado del sur contar con un distrito de riego que fuera suficiente para poder apostarle nuevamente a la agroindustria y que les permitiera mejorar su calidad de vida.
Indica que para que el proyecto tuviera éxito se requería de varios componentes, entre ellos contar con agua 24 horas y los siete días de la semana. Por ello, dice, se firmó un convenio con la Agencia de Desarrollo Rural (ADR) –a cargo el distrito de riego– que permitiera la coadministración y operación de los distritos en el departamento, para así garantizar al productor el acceso al agua para sus cultivos.
Según la administración departamental, en los distritos de riego de Suan-Santa Lucía y Repelón se invierten $77.000 millones, incluyendo mantenimiento y operación; Además, se tiene listo el proyecto de construcción del distrito Oriental que requiere una inversión de $380.000 millones, los cuales están siendo gestionados con el Gobierno nacional.
Otro de los componentes –destaca Amaya– es el tema de la financiación. Con el proyecto, los campesinos pueden acceder a créditos con el Banco Agrario y además contar con un beneficio por parte de la Gobernación a través de Incentivo a la Capitalización Rural del Departamento del Atlántico (ICRA), que corresponde al 30 % de la financiación.
De igual manera, según información de la administración departamental, a través del Banco Agrario se tienen más de $15 mil millones en créditos aprobados para las asociaciones de palma de aceite y limón tahití.
El tercer elemento es la asistencia técnica. El departamento firmó un convenio a tres años por $29 mil millones con el grupo empresarial Oleoflores para llevar a cabo estas actividades. El objetivo es acompañar al campesino en la estructuración de sus proyectos, aprobación de los créditos ante las entidades financieras, asegurarles la compra de lo que produzcan y brindar asistencia técnica para los cultivos.
La meta es alcanzar la intervención de 2.600 hectáreas; de esas, 2.200 están vinculadas al programa y ya se están trabajando. 'Actualmente, están sembradas 1.200 hectáreas.. El objetivo es lograr dar empleo a 4 mil personas entre directos e indirectos, ya hoy se están generando 1.500 empleos directos', indica.
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Cultivo de cacao
Otra gran apuesta es el cultivo de cacao. La Gobernación del Atlántico en conjunto con Bean & Co adelantan el proyecto que busca beneficiar un aproximado de 200 familias cacaoteras de Santa Lucía y Suan, con la siembra de 500 hectáreas.
Las tres asociaciones (Asocasur, Asoreca y Asoeca) cuentan con los créditos aprobados por el Banco Agrario por un valor cercano a los $3.700 millones.
'La llegada de Bean & Co representa una inversión de aproximadamente USD40 millones para la compra de fruta (mazorca de cacao) y una planta para la transformación de la mazorca de cacao para la exportación de productos. La planta tendrá una capacidad para procesar 50 mil toneladas al año y emplea alrededor de 90 personas', sostuvo la gobernadora Elsa Noguera.
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