Y ahí estaba Cindy Crawford, imponente, intocable, con 50 años y perturbadoramente sexy. Rodeada por una ‘guardia romana’ de agentes de seguridad que impedían cualquier asomo de autógrafo, selfie u otro acercamiento.
Lucía un vestido negro que dejaba al descubierto el cuello, los brazos y la parte inferior de sus piernas. Los zapatos eran del mismo color y los únicos accesorios que lucía eran su anillo de matrimonio y un reloj de la marca Omega, de la que es embajadora hace 22 años y que la trajo a Colombia. De hecho, esta era la primera vez que la mujer con el lunar icónico más famoso y mejor pagado en los 80 y 90 visitaba el país. El maquillaje era casi imperceptible, solo lo justo alrededor de los ojos y en sus labios. Las arrugas, a las claras, no las quería tapar y eso también hace parte de su sex-appeal, del momento que vive y disfruta, ya no en bikini ni con una camisilla blanca, como en el filme Fair Game, que protagonizó con William Baldwin.
Ahí estaba Cindy Crawford y este periodista de EL HERALDO y revista Gente Caribe. A escasos tres metros de la estrella, en la rueda de prensa que concedió. Estas fueran algunas de las preguntas que respondió, en medio de algunos problemas con el sonido que hicieron que se retirara del recinto, en el norte de Bogotá, en tres oportunidades.
La estadounidense concedió una rueda de prensa en un centro comercial, en el norte de Bogotá.