El vaivén de su trapo iba en sentido contrario al de sus caderas. Parecía guiado por las notas musicales de una balada, pero no. Entre la muchedumbre solo se escuchaba el sonido de un viejo radio aprisionado en una bici-carreta en la que se ofrecían helados.
Con aquel trapo se secaba las gotas de sudor que salían de su cabeza. Acuñó la falda entre sus piernas y se sentó debajo de un frondoso árbol quizás para acompañar su soledad.
Su mirada estaba perdida, respiraba profundo y ponía el trapo en su hombro izquierdo apenas cubierto por un tirante azul.
De repente, una lágrima rodó por su mejilla. Lo mismo ocurrió con muchas más que lograron secarlas con su paño que, casi mecánicamente, pasó de cubrir su hombro a esconder sus ojos.
Ella y otras mujeres que llegaban al parque central de San Onofre, en Sucre, tenían -siguen teniendo- en común el trapo sobre sus hombros o rostros. No puede ser casualidad entre ese puñado de viudas, de madres que no se reponen de la pérdida de sus hijos, de mujeres sumidas en el dolor, ese pedazo de tela.
'La violencia no termina'
La representante de la Asociación de Desplazados ‘Mujeres de Paz’, Yasmina Rodríguez, explica que aquel conglomerado de mujeres con su paño a cuestas no era coincidencia, sino un sentir, una costumbre, el sinónimo de un dolor colectivo.
'Cargamos el trapo porque sirve para secar las lágrimas, es un proceso que llevamos, no todas, pero sí las que seguimos con la problemática. El trapo uno lo compra o se lo regalan, puede ser de lana o franela'.
Asegura que las mujeres de Sucre siguen llorando después de tanta violencia. 'Para mí la violencia no se ha acabado, tengo mucho miedo. Somos víctimas, tenemos las lágrimas a flor de piel'.
En Sucre hay 287.136 víctimas, de las cuales, 114.368 son mujeres, según la Unidad Nacional de Víctimas. De estas, 20.665 son de San Onofre, uno de los municipios más golpeados por las diferentes manifestaciones de la violencia. Los casos más sonados son por desaparición forzada, homicidio y delitos sexuales.
Abusos contra mujeres. Para Carmen Alicia Sierra Díaz, lideresa y representante de la Asociación de Mujeres Cabeza de Hogar por la Vida Digna y la Paz, las mujeres en San Onofre han sido sometidas a múltiples hechos victimizantes.
'No solo algunas mujeres fueron abusadas en Libertad, sino en la zona costera, llámese Las Brisas y Altos de Julio. Aquí en la cabecera también, pero no se han atrevido a denunciar, estamos tratando de ganarnos su confianza para que lo hagan. Entre las que no denuncian hay víctimas de acoso sexual. Por eso se debe trabajar en la sensibilización', detalla Sierra.
La secretaria del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), capítulo Sucre, Íngrid Vergara Chávez, asegura ser testigo de este fenómeno del que agrega solo ha percibido en San Onofre.
Así lo ha corroborado en recorridos y reuniones para escuchar testimonios para construir la memoria histórica.
'Trabajamos en lo psicosocial y, particularmente, desde que inicié el trabajo en San Onofre me causó admiración ver a las mujeres con una toalla o un trapo en el hombro. Al comienzo lo vi normal y pensé que era para limpiarse el sudor de la cara, pero en lo que se refiere a víctimas, nosotros vemos más allá de lo evidente y empezamos a detallar que solo las mujeres lo llevan', añade.
Recuerda que durante la instalación de un monumento en la finca El Palmar, que era una tinaja y que fue destruido, las mujeres empezaron a llorar y observó cómo se quitaban el trapo para secarse las lágrimas.
'Luego hubo otras actividades en el hogar de los abuelos y pasó lo mismo, pero no con los hombres. Después lo dimensionamos cuando vimos a muchas mujeres en el parque, en el hospital, en las calles. Después empezamos a trabajar con colectivos y verificaron que era su compañero, su pañito de lágrimas', cuenta Vergara.
La ex funcionaria de la Comisión de Reparación y Reconciliación en Sucre, catedrática y especialista en Derechos Humanos y de Mujeres, Margarita Jaimes, asegura que durante su trabajo no ha conocido de la simbología del trapo, pero aclara que aunque no lo identifique como un símbolo de emancipación o como un acto político o de protesta, no quiere decir que no sea cierto, 'pero en mi recorrido no ha pasado'.
'Baile no es alegría'
Durante el evento en el Parque Principal de San Onofre, algunas matronas lucían alegres, otras usaron su trapo como un parejo imaginario que se movía al son de su sabor afro. A otras se les notaba un dejo de dolor al recordar a sus familiares asesinados por la guerrilla y los paramilitares.
'Este baile no significa que esté feliz, es para embolatar la tristeza', aclaraba una de las mujeres.
Una a una iban desapareciendo entre la multitud. El encuentro en el corazón de aquella población había terminado. Una parte de ellas aún convive con el dolor a flor de piel, otras logran sobrellevarlo más. Todas encuentran en el trapo su pañuelo de lágrimas.