Un año sin Jorge Oñate, un bohemio que cambió el rumbo del vallenato
Familiares, amigos y músicos que hicieron historia a su lado cuentan que tenía el horario invertido. Lo recuerdan como una persona luchadora, estricta y frentera.
Como el vuelo del jilguero, así ha pasado ya un año de la partida de Jorge Oñate, cantante de música vallenata al que las secuelas del coronavirus pusieron fin a su vida.
Su ausencia se siente en el seno de su familia, entre sus amigos y músicos, y entre los admiradores de su legado, los llamados ‘Oñatistas’, que este lunes lo recordaran con clásicos como: El más fuerte, No comprendí tu amor, Volví a llorar, Los amaneceres del Valle o Nació mi poesía.
Mario Puerta, su amigo durante cuatro décadas y quien manejó al artista por 22 años, en diálogo con EL HERALDO afirmó que el vacío para el folclor vallenato es inmenso, pero en lo personal extraña a ese ser incondicional.
Puerta contó un detalle que pocos conocen y es que el Jilguero de América tenía el horario invertido y que él se convirtió en su compañero de tertulias nocturnas.
“Mientras todos dormían, nosotros estábamos planeando conciertos y grabaciones, él se dormía casi a las cuatro de la madrugada y despertaba después de mediodía. No le gustaba estar solo y por eso me convertí en su sombra”.

Sostiene que las personas que lo visitaban en su casa en La Paz, Cesar, apenas el reloj marcaba las siete de la noche buscaban la forma de irse, porque si no debían quedarse dialogando con él hasta la madrugada.
“Él se habituó a ese estilo de vida porque la mayoría de presentaciones las hacía de noche, se convirtió en un bohemio, las conversas se hacían con unos buenos jugos y picadas, oyendo rancheras y música de banda, sus favoritas”.
El también locutor lo describió como un hombre disciplinado, al que rara vez se le vio embriagado en una presentación.
“Se destacó por llegar siempre bien vestido, al igual que su agrupación, él les exigía una buena presentación personal y puntualidad a sus músicos, y no permitía que bebieran durante los toques”.
Anotó que de Oñate dependían muchas personas económicamente, porque era muy solidario.
“Yo manejaba la parte financiera y me llamaba a pedirme que le consignara dinero a amigos de diferentes pueblos. Cuando alguno fallecía, asumía los gastos del velorio y viajaba a donde fuera”.
Un proyecto que dejó pendiente el Ruiseñor del Cesar fue la grabación de tres canciones cuyas pistas estaban listas, pero desde noviembre del 2020 aplazó varias veces su visita al estudio de grabación para cantarlas. “Los temas son de la autoría de Calixto Ochoa, Tico Mercado y Armando Romero, permanecen en los estudios de Rolando Ochoa”.

Gonzalo Arturo ‘el Cocha’ Molina, Rey de Reyes del Festival Vallenato en 1997, dijo sentirse muy triste por estos días. “Con mucho sentimiento recuerdo esa unión que hice con el maestro Jorge a finales de 1996, al año siguiente me coronaron Rey de Reyes, uno de los logros más hermosos de mi carrera. A su lado grabé cuatro álbumes y aprendí a ser un guerrero, él buscaba a los compositores, pese a su grandeza, no le daba pena ir a sus casas y corretearlos como se dice popularmente. Su ausencia es grande, porque él era un verdadero defensor de la música vallenata tradicional, creo que eso la gente lo puede notar en este primer año, porque Jorge hacía hasta lo imposible por grabar vallenato auténtico. En lo personal extraño al mejor consejero”.
Álvaro Rojano Osorio, experto en música vallenata, sostiene que “de Jorge Oñate debemos destacar que fue el primer cantante, que sin ser acordeonero, logró el éxito, interpretando canciones vallenatas. De él también resalto que forjó una escuela con una voz muy afinada que le permitía pasearse por las tonalidades más alta con mucha facilidad”.
“Para cuando Oñate se destacó en el canto (1968), el protagonista en el conjunto vallenato era el acordeonero, por lo que de él debemos reconocer que fue el primer vocalista neto en alcanzar el éxito y darle vida así a lo que hoy predomina en la música vallenata, la figura del cantante que se mantiene como cabeza, él cambió el rumbo del vallenato”, agregó Rojano Osorio.

Jorge Antonio Oñate Dangond, el menor de los ocho hijos del fallecido artista, es uno de los llamados a sostener su legado y por eso el pasado 15 de febrero se unió con el acordeonero Javier Matta, último compañero de fórmula de su padre.
“Seguramente aprenderé mucho ya que él tiene en la mente el estilo de mi padre. La idea es lanzar un álbum este año con nuestras propias canciones”.
En cuanto a lo que más extraña de esa figura paterna, indica que es su sabiduría.
“Tenemos un hueco enorme en la familia que no se podrá llenar, mi papá como ser humano era un líder, una persona que te sabía llegar con un buen consejo ya que tenía experiencia en muchos campos. Cuando fui a estudiar derecho a Barranquilla y comencé a cantar, me llamó para decirme que debía ponerme a estudiar algún instrumento armónico, escogí la guitarra y así fui desarrollando el oído. También me recomendó que fuera a Bellas Artes y buscara un profesor de canto y eso hice”.
El joven artista también evocó la picardía y el buen sentido del humor que tenía su padre.
“Jocosamente nos decía que no podía ser posible que Diomedes tuviese como siete hijos sonando en la radio y él ninguno, que si acaso no iba a servir ninguno entonces (risas)”.
También trae a colación una anécdota inédita para mostrar ‘las salidas’ únicas que tenía su padre.
“En precarnaval se debían presentar en una caseta en Maicao, La Guajira, Diomedes Díaz y al fin de semana siguiente iría él. El toque de Diomedes se llenó, mientras que el de mi papá no. Cuando venía de regreso el chofer le comentó que se le hacía extraño que no hubiese gente para ese toque, porque él tenía pegado El más fuerte, y le dijo que ya sabía la razón, y fue porque en Maicao hubo nueve velorios ese sábado y que hace 10 años no se moría nadie por allá”.
Finalmente, contó que está planeando con sus hermanos José Jorge y Jorge Luis brindar un show en medio del homenaje que se le hará este año en el Festival Vallenato.
Este lunes lanza el paseo Tu legado sigue vivo, de la autoría de Jorge Camargo, una letra muy sentimental.
Javier Matta, último acordeonero de Jorge Oñate, vive agradecido porque le enseñó la forma de explorar las raíces vallenatas y por ayudarlo a armar el repertorio para sus presentaciones.
“Se involucraba mucho en los arreglos; era muy apasionado, el primero en llegar y el último en irse del estudio cuando preparábamos alguna propuesta. A pesar de su más de 50 años de carrera mantenía el entusiasmo. Él era muy exigente, si algo no le gustaba en tarima, miraba feo al músico y eso era una presión que invitaba a mejorar”.
Los actos inician a partir de las 5:00 a. m. con una alborada musical con mariachis y banda papayera en la Plaza Olaya Herrera del municipio de La Paz, Cesar.
Tres horas más tarde se llevará a cabo una eucaristía y ofrenda floral en el cementerio municipal. A las 9:30 a. m. en el Centro Cultural Los Robles se realizará un conversatorio liderado por folcloristas como: Félix Carrillo, Jaime Pérez Parodi, Wilfrido Rosales, Álvaro Álvarez y Efraín Gutiérrez.
A las 4:30 p. m. en la tarima que lleva su nombre, la Gobernación del Cesar le rendirá un tributo musical que contará con la participación de varios cantantes y acordeoneros que estuvieron ligados a su carrera musical.
En la iglesia La Concepción de Valledupar, a las 6:30 p. m. se ofrecerá una misa.