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La práctica cotidiana de cargar el smartphone durante la noche, considerada por muchos usuarios como la forma más conveniente de asegurar un 100% de batería al despertar, está causando daños significativos en los dispositivos móviles modernos. Investigaciones científicas revelan que esta rutina puede reducir hasta un 20% la vida útil de las baterías, generando costos adicionales de reparación o reemplazo prematuro de equipos.

Las baterías de iones de litio, presentes en la mayoría de smartphones actuales, presentan una particular sensibilidad a las cargas prolongadas al máximo de su capacidad. David Mackay, físico y ex director científico de Carbon Trust, explica que estos componentes “no están diseñados para permanecer constantemente al máximo de capacidad, ya que eso estresa químicamente las celdas”.

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Cuando las baterías se mantienen al 100% durante períodos extensos, el estrés químico altera progresivamente la estructura interna de las celdas y debilita el electrolito. Este deterioro se manifiesta en pérdida de capacidad, sobrecalentamiento e incluso oxidación interna o daños estructurales irreversibles.

Contrario a la creencia popular de que cargar hasta el 100% y descargar hasta el 1% representa una práctica responsable, los especialistas y portales de referencia como Battery University recomiendan una aproximación diferente. La estrategia óptima consiste en iniciar la carga cuando la batería se encuentra entre el 20% y 40%, desconectando el dispositivo al alcanzar entre 80% y 85%.

Esta técnica de carga parcial minimiza el estrés interno y maximiza la longevidad de la batería sin comprometer significativamente la autonomía diaria del usuario.

El procedimiento de carga también influye en la integridad del dispositivo. Los expertos aconsejan conectar primero el cable USB al teléfono y posteriormente enchufarlo a la corriente eléctrica. Esta secuencia permite que los circuitos internos se preparen adecuadamente para recibir energía, reduciendo riesgos de sobresaltos eléctricos, cortocircuitos o fluctuaciones bruscas de tensión.

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El uso de cargadores no originales o de calidad inferior representa uno de los principales factores de riesgo para el desgaste prematuro de las baterías. Estos dispositivos frecuentemente carecen de sistemas eficientes de regulación de voltaje y certificaciones de seguridad, incrementando la probabilidad de picos de corriente y anomalías térmicas que pueden derivar en sobrecalentamientos, incendios o daños permanentes.

La utilización de enchufes en buen estado y sistemas de protección contra sobrecargas constituye una medida preventiva adicional para evitar que fluctuaciones energéticas comprometan tanto el cargador como el smartphone.

Los usuarios deben permanecer atentos a indicadores de deterioro de la batería: descarga acelerada, sobrecalentamiento del dispositivo, apagados inesperados con porcentajes altos de carga, hinchazón de la batería o deformación del equipo. Estos síntomas requieren atención inmediata y posible reemplazo del componente para prevenir incidentes mayores.

Más allá de las prácticas de carga, la gestión responsable incluye medidas complementarias como reducir el brillo de pantalla, activar el modo oscuro, mantener actualizado el sistema operativo y desactivar funciones innecesarias como GPS o Bluetooth cuando no se utilizan. Estas acciones contribuyen tanto a extender la autonomía diaria como a retrasar la degradación a largo plazo de la batería.