Arroz de lisa: ícono gastronómico de Barranquilla
El plato se ha convertido durante décadas en uno de los más apetecidos por los habitantes de la ciudad. Carritos artesanales pasean las calles para ofrecer el alimento en distintas presentaciones.
La riqueza gastronómica de Barranquilla se ha constituido en uno de los principales factores que ha conquistado a habitantes y foráneos durante décadas.
Su característica de ciudad cosmopolita en la que la fusión de culturas interviene para lograr el resultado de un buen plato, la ha convertido en un territorio exquisito en materia culinaria y que le abre las puertas a nuevas experiencias que continúen impulsando el crecimiento de su sazón.
Pese a esas influencias, el barranquillero posee en su menú un plato que hace parte de su idiosincrasia y ha marcado un sello autóctono en las cocinas de ‘La Arenosa’, logrando constituirse como el plato típico de la ciudad: el arroz de lisa.
Una sencillez provocativa
La Lisa es un pez que desemboca en los ríos y es extraído de estos afluentes para transformarse en el principal ingrediente de esta receta popular barranquillera.
En la temporada de la Semana Mayor, tiende a ser una de las especies más solicitadas en la ciudad.
Las ollas se trasladan a las calles para recorrer cada uno de los puntos en los que se halla un habitante deseando complacer su paladar. Así se vende el arroz de lisa en la ciudad, a través de unos carritos ‘artesanales’ que en su interior contienen todos los elementos para ofrecer el alimento: desde el arroz, sus adicionales y el tradicional guarapo que es presentado en un agua de panela, jugo de tamarindo o agua de arroz.
Su carácter económico y fácil de conseguir atrae desde pequeños a grandes sin ninguna distinción social a dejarse antojar por lo que muchos consideran una creación especial barranquillera.
Preparación
La Casa Amarilla ubicada en el Barrio Abajo se convirtió desde hace cinco años en un centro cultural que ha resaltado lo mejor de la cocina tradicional y en esta ocasión, le rindió homenaje al arroz de lisa, teniendo como protagonista a una de sus mejores matronas: Jomaira Herrera, una mujer de 51 años que le ha dedicado a la cocina gran parte de su vida.
Si bien, su preparación varía según los gustos de los comensales, para Herrera hay elementos imprescindibles para su elaboración.
“No hay que negarle ningún ingrediente. Se hace a base de verduras. La preparación empieza desde un día antes porque la lisa es salada y hay que remojarla. Se selecciona la lisa que sea de buena calidad y que el olor no sea penetrante”, explicó.
En el evento acudieron ciudadanos que se congregaron alrededor del alimento que los convocaba para ser deleitado. El centro del lugar se adornó con una gigante olla en la que se estaba cocinando el autóctono plato.
“La metodología que se crea para la conexión de la comunidad alrededor del alimento, una herramienta que une y conecta”, dijo la investigadora y cocinera, Ruby Mutis.
La alegría de los asistentes era evidente y así lo demostró Greys Díaz que se trasladó desde el barrio Las Palmas para hacer parte del homenaje.
“Hay que rescatar las raíces y no perder la cultura. Para mí es uno de los platos emblemáticos de la ciudad”, sotuvo.
La luz que ilumina exquisitas recetas
“Es el plato que más piden en las calles”, mencionó el vendedor Breiner Rosado mientras preparaba una asadura que incluiría en el arroz que ofrecería al día siguiente luego de terminar una jornada exitosa en el barrio Riomar, sitio en el que cada día hace presencia con su carrito artesanal.
Desde su vivienda ubicada en el barrio La Luz se sienten los olores de una preparación dispuesta a saciar el apetito de quienes lo requieran. Este sector del suroriente de la ciudad se ha popularizado por tener en sus esquinas a comerciantes del arroz y en donde más habitan ciudadanos que transitan diversos puntos con el alimento que mantienen elaborando día y noche en sus hogares.
El hombre realiza la venta del alimento desde sus 13 años, tiempo en el que pudo evidenciar que sin importar la hora y el lugar, todos optan por degustar en pequeñas o grandes cantidades un arroz de lisa hecho en ‘curramba’.
“Llegas a un estadero en la noche y aún están los carritos afuera. La gente llega, lo come y alegra el estómago”, dijo.
Recorriendo pocos metros de la casa de Rosado, se halló un grupo de comensales rodeando el puesto de Alfonso Barcas, a quien en el barrio La Luz, conocen como ‘El Guaro’, uno de los más antiguos y conocidos de la zona por la buena sazón que los residentes afirman posee.
Hace más de 20 años, Barcas decidió empezar a caminar la ciudad no solo para conocerla, sino para llevar a cada rincón un toque de sabor barranquillero que le apaciguaría el hambre a cualquiera que se cruzara en su camino.
Juan Baldomero se acercó solicitando una porción de cuatro mil pesos que incluía arroz, huevo entero, espagueti, lenteja, salchichón, butifarra y agua de arroz.
“Barranquillero que se respete ha comido este arroz. En las tardes cuando hace hambre sirve para merendar y yo lo hago casi siempre”, indicó Baldomero.
El vendedor continuaba sirviendo los respectivos platos que tradicionalmente los prefieren en una hoja de bijao, en la cual sus presentaciones varían dependiendo el precio impuesto por el comensal, por lo que desde dos mil hasta cinco mil pesos cualquiera puede saciar un capricho a cualquier hora del día.
Eran las 4:00 p.m. y apenas iniciaba su jornada laboral que se extendería hasta las 10:00 p.m., reflejando que este plato no posee horario establecido para ser degustado.
Un total de 30 libras de arroz estaban dispuestas para ser ofrecidas.
“Hasta en la madrugada puedo encontrar a gente que quiere. En Barranquilla hay personas a toda hora y que quieren comer este arroz”, sostuvo Barcas.
