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En el barrio Las Flores, a orillas del río Magdalena, hay un apellido que desde hace décadas se asocia con color, tradición y creatividad. Se trata del que llevan los miembros del Colectivo Artístico Familia De Ávila. Sus trazos han dado identidad a restaurantes, canoas, lanchas y distintas embarcaciones que transitan por la arteria fluvial más importante del país.

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Este año, su talento traspasó las aguas para quedar inmortalizado en una pared del barrio, gracias al Festival Killart, que en su novena edición eligió este sector como epicentro de diez obras de gran formato.

Bajo el sol que bordeaba el mediodía y el vaivén de la brisa que llega desde el río, EL HERALDO conversó con ellos mientras daban vida a un mural colectivo que rinde homenaje al entorno natural que los rodea. Allí conocimos la historia de esta familia que definitivamente, como lo dice su patriarca, nació para dar color a su entorno.

Orlando AmadorMarco De Ávila junto a sus hijos José Steven y Marcos Libardo.

El líder de esta estirpe, Marco De Ávila, es además el director de la Casa de la Cultura del barrio que está de moda en Barranquilla. Con manos curtidas por décadas de pintura, recuerda que su vida entera ha transcurrido entre pinceles.

“Llevo toda una vida pintando. Aquí hemos hecho de todo: los letreros para los restaurantes, los nombres de las embarcaciones, las matrículas de las lanchas, la publicidad de los locales. Esto es lo mío y lo de mi familia”, afirma mientras retoca la figura de un caimán sobre el muro.

Para esta intervención, explica, quisieron recuperar la memoria ancestral de Las Flores, un territorio donde antes de la época de la Conquista existió un asentamiento indígena. “Aquí le decían Karakalí, que significa río grande de los caimanes. Eso quisimos expresar en nuestra historia, de dónde venimos”.

El hecho de que Killart haya llegado al barrio representa para él y sus vecinos una bendición. “Estamos pintando a la par de artistas franceses aquí en Las Flores, eso es como decirle al mundo que este es un lugar florecido, que aquí también hay talento y belleza”, agrega.

Los herederos del pincel

Sus hijos, Marcos Libardo y José Steven, son egresados del programa de Artes Plásticas de la Facultad de Bellas Artes de Uniatlántico. Ellos crecieron entre el olor a tíner, el ruido de las embarcaciones y las tardes en las que su padre les enseñó a trazar sobre madera húmeda.

José Steven, de 23 años, confiesa que este mural tiene un significado especial, ya que une su talento a gran escala. “Aquí crecí, aquí he visto toda mi vida el río, por eso emociona reflejar en la pared la fauna que vemos todos los días: los manglares, los animales del sector. Es nuestra naturaleza”, cuenta sin dejar de mezclar colores en su paleta.

Orlando AmadorEste es el mural que los tres integrantes de la familia De Ávila crearon para Killart 2025.

En su trazo se observa la figura del cangrejo azul, especie endémica de la zona; también caimanes como el aguja y el yacaré negro, y la tradicional lancha boquera, que transita entre Las Flores y Bocas de Ceniza.

Por su parte, Marcos Libardo confiesa que pinta desde los 7 años. El mayor de los hermanos ha pintado en Rebolo, Puerto Mocho y otros sectores de Barranquilla, pero nada le llena tanto el alma como trabajar en su barrio.

“Aquí nací, aquí me crié, por eso pintar en Las Flores, barrio que está de moda por el turismo, es un orgullo. La gente está viniendo de todas partes: franceses, italianos, estadounidenses… Y uno siente alegría de ver cómo el barrio se transforma”, expresa.

Su familia es reconocida como los pintores del río; por eso no es raro que vecinos, pescadores o dueños de restaurantes se acerquen para encargar un letrero o renovar el nombre de su lancha. “Hemos pintado restaurantes populares como El Proveedor, siempre es una experiencia bonita porque vivimos en el río”, dice.

Arte y mucha unión

La obra que hoy embellece la calle 106 con carrera 89 nació de una mezcla de tradición familiar y participación comunitaria. La idea inicial era pintar letras alusivas a Karakalí, pero al final optaron por una propuesta más simbólica.

“Creíamos de que no debía ser algo literal, por eso creamos caimanes y cocodrilos que al verlos ya te llevan al nombre original del río. Además, hicimos un taller con jóvenes del barrio que aportaron ideas, agregando así elementos como las canoas, los mangles y las lanchas que es todo lo que ven a diario”, relata Marcos Libardo.

Orlando AmadorAsí luce el mural creado por el colectivo artístico Familia De Ávila.

El mural de la familia De Ávila donde prima el verde tiene una dedicatoria especial a su territorio, ese en el que los tres artistas coinciden debe ser visto como un barrio lleno de creatividad.

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De esta manera, mientras la brisa sigue meciendo los manglares cercanos, los De Ávila continúan pintando por sus alrededores, convencidos de que su arte no es solo un legado familiar, sino una forma de que Las Flores, ese barrio que hoy mira al futuro, no olvide nunca de dónde viene.