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Cuando tenía 16 años, Luz Ángela Vélez perdió a su padre y encontró su vocación. El doctor Carmelo Vélez Barrios era ortopedista en Barranquilla. La llevaba de niña a sus guardias, la dejaba observar, escuchar, oler ese universo quirúrgico que para ella era un misterio fascinante, pero lejano.

Sin esperarlo, su padre murió de un infarto fulminante a los 49 años. Y con él, se fue la brújula que había guiado su infancia. Sin embargo, en medio del duelo, tomó la decisión de seguir su camino, estudiar medicina y convertirse en ortopedista como él.

Hoy, tres décadas después, esta barranquillera es la única mujer en Latinoamérica certificada para realizar cirugía ortopédica robótica, una técnica de alta precisión que aplica en hospitales de élite en Miami, donde también forma a cirujanos de todo el continente.

Crecida en una familia de cinco hermanos vinculados al mundo de la salud (una anestesióloga, una especialista en medicina estética, un enfermero y ella), Luz Ángela recuerda que fue precisamente su padre quien sembró la semilla.

“Mi padres siempre me mostraban la importancia de servir. Yo siempre amé la Medicina, pero la veía como algo demasiado difícil. Pensaba que no tenía lo que se necesitaba para ser médico. Me gustaba también el derecho, pero cuando murió mi papá, todo cambió”.

Estudió en el colegio Buen Consejo y se graduó del Saint Mary. En sexto bachillerato, mientras lidia con la pérdida de su padre, decide lanzarse a la medicina. Sin embargo, en medio del luto, su puntaje del Icfes no alcanzó el umbral exigido para entrar a estudiar Medicina en la Universidad del Norte.

“Les escribí una carta. Les dije que necesitaba hacerlo por mí y por mi papá, que él era ortopedista, y que si me daban la oportunidad, no los iba a defraudar y logré entrar”.

JOSEFINA VILLARREALHERRERA

Desde su época universitaria, se inclinó por la ortopedia. “Me enamoré desde el inicio. El primer día en quirófano ya sabía que eso era lo mío. Con el tiempo me fui enfocando en lo que hoy representa la frontera más avanzada de la cirugía como lo es la robótica aplicada a procedimientos de alta complejidad en cadera y rodilla”.

Actualmente, además de ejercer como médica de planta en hospitales prestigiosos de Miami, forma parte de un reducido grupo de especialistas que entrenan a cirujanos de todo el continente en técnicas robóticas.

“Es una cirugía de precisión, que permite al paciente una recuperación más rápida y con menos margen de error. El robot es una herramienta que potencia las manos del cirujano, no las reemplaza. Pero para dominarlo hay que entrenar mucho y entender cada detalle”.

Mujer en terreno masculino

La llegada de un robot quirúrgico hace seis meses a la Clínica del Caribe de Barranquilla marcó un antes y un después en la cirugía ortopédica de la región.

Fue la compañía Stryker, fabricante del brazo robótico médico, la que la contactó tras conocer su experiencia en cirugía robótica. “Me dicen que van a tener un filial aquí en Latinoamérica, el robot de la Clínica del Caribe. Les digo que quiero ser parte del equipo y me dicen que sí, que quieren que yo lidere”.

El camino para lograrlo no fue inmediato. Debió pasar por un exigente proceso de certificación como dos días intensivos de reentrenamiento, uno en cirugía robótica de cadera y otro en rodilla, hasta obtener la aprobación oficial para operar en Colombia y el resto de la región.

Cortesía

El reconocimiento de ser la única mujer certificada en esta especialidad en Latinoamérica llega con una gran carga de responsabilidad. “En un ambiente quirúrgico liderado por hombres, tienes que empujar la puerta, atravesarla o romperla para ganarte tu lugar. Y después mantenerte, demostrar que eres igual de capaz o más que cualquiera”.

Su campo profesional es uno de los más cerrados para las mujeres. Y es que menos del 2 % de las cirujanas ortopedistas en el mundo son mujeres, y en cirugía reconstructiva de cadera y rodilla el porcentaje cae por debajo del 1 %.

“Es un reto diario, aquí y en Estados Unidos. Las mujeres ortopedistas tenemos que trabajar el doble o el triple para que nos vean igual. La cirugía necesita más mujeres valientes, podemos abrirnos campo, mantenernos y superar obstáculos si hacemos lo que amamos”, indicó.

Gran hito en la ciudad

La doctora, quien alterna su labor entre Miami y Barranquilla, hace énfasis en que la llegada de la especialidad a la Clínica del Caribe ha convertido a la capital del Atlántico en un polo atractivo para pacientes internacionales. Los primeros casos que operó en la ciudad llegaron desde el exterior, como personas que inicialmente buscaban tratarse en Miami, pero que, gracias a la cercanía geográfica, optaron por la ciudad.

“Centroamérica, Panamá, República Dominicana, las islas del Caribe, todos están más cerca de Barranquilla que de Miami. Y lo más importante es que aquí encuentran el mismo sistema quirúrgico y la misma cirujana y yo disfruto mucho eso”.

Hoy con mucha dicha, porta la bata que tantas veces le vio a su padre. Se siente orgullosa de la profesión que escogió, y que su tierra haya tenido un gran avance. “Ojalá más mujeres se animen a realizar esta labor tan bonita”.

JOSEFINA VILLARREALHERRERA

Entrenamiento a todo el continente

En 2010 Luz diseñó desde cero un programa de educación quirúrgica que no existía en la región y visitó hospitales en todos los países de Latinoamérica, dictó conferencias, participó en cirugías en vivo, llevó a médicos a entrenarse en Estados Unidos y organizó prácticas en laboratorio con modelos y piezas cadavéricas para perfeccionar las destrezas quirúrgicas. “Tuve todas las herramientas para armar ese programa y siempre quise elevar el nivel técnico y académico de los especialistas en ortopedia”.