Hace 70 años Alejandro Durán Díaz rescató una canción que estaba dando vueltas por Chimichagua y sus alrededores, llevándola a la pasta sonora.
Se trata de La candela viva de la autoría del compositor, cantador y tocador de tambora Heriberto Pretel Medina.
Todo nació a raíz de un incendio ocurrido el viernes 14 de febrero de 1923 en la casa de Luís Roberto León. La conflagración se originó un Miércoles de Ceniza, en la hoy calle sexta con carrera cuarta, esquina.
La canción tiene más de 15 versiones, iniciando con Alejo Durán en 1955 y siendo interpretada obligatoriamente en los festivales de tambora que tienen lugar en los departamentos del Cesar, Magdalena y Bolívar, dejando el registro de este acontecimiento que no pasa inadvertido.
Vea:
“Fuego, fuego, fuego, la candela viva. Que allá viene la candela, la candela viva. Que ya viene por el higuerón, la candela viva. Que yo vi que me llevaba, la candela viva. Que yo vi que me enterraba, la candela viva. Fuego ya que me quemo, la candela viva. Que se quema Chimichagua, la candela viva”, así inicia el tema.
Todo comenzó cuando esa tarde de hace 102 años, Ana María Flórez asaba panochas, galletas y almojábanas en un horno de barro. De repente, la brisa provocó que salieran chispas que llegaron hasta el techo de palma y comenzó el incendio que acabó con la mayoría de casas del pequeño pueblo.
El viejo Heriberto Pretel Medina era un compositor innato, autor de diversas canciones como: La perra, Mi compadre se cayó, La palomita, La pava echá, Dime por quién lloras, Vuela pajarito y Los pozos brillantes, entre otras. Él siempre agradeció a su compadre Alejo Durán haberle grabado sus canciones.
“Alejo hizo posible que mis cantos no se quedaran en mi garganta y tampoco en el olvido, sino que fueran conocidos en muchas partes. Me alegraba cuando las escuchaba porque todo sucedió por acá en esta región”, solía comentar Pretel.
Lea:
Alejo Durán, quien al lado de su hermano Náfer frecuentaba Chimichagua, debido a su cercana amistad con el ganadero Marcelino Daza y su señora Encarnación ‘Chon’ Morales, conocía la mayoría de esas canciones porque su señora madre, Juana Francisca Díaz Villarreal, era una reconocida cantadora de tambora en toda esa amplia región.
Respecto a la popular canción, el folclorista, docente e investigador Hernán Martínez Argüelles, aseveró. “Esta es una obra que identifica a Chimichagua, como también ‘La Piragua’ de José Barros y varias canciones de Camilo Namén. De generación en generación se ha conocido que La candela viva es del juglar Heriberto Pretel Medina, y siempre hemos estado agradecidos con Alejo Durán, a quien se le abona haberla grabado. Eso vale mucho”.
El viejo “Heribe”, así se le llamaba, murió el domingo 14 de agosto de 1988, hace 37 años, a la edad de 89 años, y paradójicamente en su sepelio el sacerdote Guillermo Ramírez Gómez no dejó que sonaran las tamboras, argumentando que el difunto debía descansar en paz.
Totó la internacionalizó
La cantadora bolivarense Sonia Bazanta Vides, más conocida como ‘Totó, la Momposina’ grabó un álbum en 1993 que tituló La candela viva y que incluye una decorosa versión folclórica del tema, en el que la percusión y la voz de Totó son protagonistas. Con esta producción emprendió una gira por Europa que le dio mayor popularidad a este tema.
Entérese:
En 2013, Totó grabaría al lado de Jorge Celedón una nueva versión de La candela viva, guardando la autenticidad folclórica de la canción que se convirtió en ícono de la música colombiana.
Cabe anotar que la artista se entrevistó en Chimichagua con su autor el 26 de junio de 1979, fecha que coincidió con la realización del Primer Festival de Danzas y Tamboras, evento declarado como Patrimonio Cultural del Cesar.
El juglar Heriberto Pretel Medina dejó su impronta a través de sus sencillas canciones que hoy tienen el más grande reconocimiento. En sus últimos días se la pasaba sentado en una mecedora dialogando con el silencio y evocando aquellas épocas donde fue testigo del incendio más grande sucedido en Chimichagua, cuando su compadre se cayó, de la perra que casi lo muerde y aquella vez que se la pasaba llorando por una mujer, hecho que le aceleraba el corazón y la tristeza no pedía permiso para llegar.
Todavía se escucha el eco cuando el Ballet de Colombia de Sonia Osorio, interpretó y bailó la obra La candela viva en Moscú, capital de Rusia, aproximadamente a 10.545 kilómetros de Chimichagua, Cesar, donde se inspiró Heriberto Pretel para que ese acontecimiento sucediera tan lejos. Era la maravilla de la música auténtica nacida en el corazón del folclor.
Gracias al Rey Vallenato Alejo Durán y a Totó La Momposina por no permitir que La candela viva se redujera simplemente a cenizas.