Carolina Gómez ya no es solo la Señorita Colombia que deslumbró en Cartagena en 1993. Tampoco es únicamente la primera finalista que rozó la corona de Miss Universo en 1994. Hoy, con 50 años, sigue siendo hermosa, pero ahora con un poder que reside en su madurez emocional, y sobre todo, en su capacidad de usar la actuación como espejo de sí misma.
“Hay personas que crecen con ciertas ausencias y sensibilidad”, dice al hablar de su personaje en La Venganza de Analía 2, transmitida de lunes a viernes en el Canal Caracol. Y allí, procede a resaltar aquella característica que hoy la une con su personaje.
“A veces son ausencias de madre, ausencias de padre. En el caso de Analía y mío, tenemos ciertas ausencias de afectos paternos, tenemos una relación conflictiva con nuestros padres. No nuestros padres, sino nuestro padre”.
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Carolina conectó su historia personal con la de Analía, que en esta segunda temporada llegó más herida, expuesta, asustada, pero también más decidida. “Siento que somos mujeres, también, las dos. A donde vamos, vamos con fuerza. Y si nos caemos, nos volvemos a parar”.
Gómez, que ha sido modelo, empresaria, presentadora, actriz y locutora, ha recorrido un largo trayecto desde los días de reinado. Y para ella, cada uno de esos roles ha sido una forma de liberación. De dejar de representar lo que se espera de una mujer perfecta para contar la historia de una mujer real.
“Lo que han estado viendo ahora en la pantalla es una Analía que la sobrecoge el miedo. Y aquí es donde pienso que enfrentamos la vida como viene, sintiendo miedo, porque los seres humanos todos sentimos miedo, pero sin dejar que el miedo sea lo que hace que tomemos decisiones”.
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Dominando la oscuridad
Según la actriz, el mayor reto de esta etapa no fue aprender una línea o dominar una escena llena de adrenalina. Lo más difícil fue interpretar a una mujer que se da cuenta de que se parece, quizá más de lo que quisiera, a su propio padre: Guillermo Mejía, el antagonista que encarna el poder, la manipulación y la corrupción.
“Por primera vez, Analía entra en una verdad que era inexistente en su vida, es entender que lo que dice Guillermo Mejía es cierto. Es enfrentarse a esa horrible verdad de parecerse a su padre, de tener esos genes dentro de ella que siempre ha rechazado y que ha asociado con cosas negativas”.
Pero, ¿Cuál es su postura sobre la venganza? “Eso no termina bien a la larga, solo genera conflictos, problemas. Es una cadena negativa que trasciende generaciones. Muchas personas dicen: ‘Voy a vengar la muerte de mi padre’, pero todas las decisiones que esa persona tome van a afectar a su legado, porque ese legado tiene que convivir con las consecuencias de esa decisión individual”.
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Por lo que para ella, el poder perdonar es verdaderamente tomar poder: “el perdón es el acto egoísta más grande que puede tener un ser humano, pero también el más bonito. Porque es amor propio. Porque el que se queda con el conflicto es el otro. Y tú ya no tienes que cargar con eso”.
El papel de mala, un sueño
La recordada Señorita Colombia 1991 y primera finalista en Miss Universo 1992, Paola Turbay, volvió a la televisión colombiana en un papel que, lejos de la simpatía que muchos recuerdan de ella, la muestra poderosa, fría y calculadora. Se trata de Paulina Peña, la gran villana de la segunda temporada de La Venganza de Analía, personaje que, según cuenta, ha sido uno de los retos más intensos y “sabrosos” de su carrera.
“Ser la mala es el sueño de cualquier actriz o actor, porque uno logra explorar emociones y sensaciones que normalmente no vive. El espectro humano es tan grande que entrar en esas zonas oscuras, que uno no transita en la vida real, es apasionante”.
Turbay habla de Paulina como un personaje “rico, lleno de capas”, de esos que se gozan, pero que también exigen. “Ella se presenta en muchas situaciones extremas y debe sacar herramientas para sobrevivir. Ahí está el verdadero reto”.
Después de varios años viviendo y trabajando en Estados Unidos, donde se codeó con los grandes estudios de Hollywood, siente que regresó en un momento dorado para la industria colombiana.
“Colombia hoy es un centro de producción de series para plataformas como Netflix o Amazon. El equipo que hay aquí está preparado a nivel mundial. Yo trabajé en Hollywood y puedo decir que estamos al nivel de Los Ángeles. Me llena de orgullo”.
Aunque muchos medios y televidentes han querido ver una supuesta competencia entre Paola y Carolina Gómez, ella lo desmiente.
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“Nos tienen enfrentadas y yo no sé por qué. Eso es parte de nuestra idiosincrasia, como si entre mujeres no pudiera haber camaradería o sororidad. Cuando hicimos Ventino y Ana de Nadie, decían ‘el duelo de reinas’. A la gente le gusta el conflicto, pero entre nosotras no lo hay”.
El papel de Paulina Peña no solo le exigió emocionalmente, pero también le dejó una hernia umbilical. “Estaba grabando una escena con Roberto Manrique, me hacía una llave, yo me salía de ella con fuerza y sentí algo raro. Fue tanto el esfuerzo que me salió una hernia”.
Paola siempre supo que su camino estaba en el arte. Ni siquiera el reinado fue su verdadero punto de partida.
“Pensé que haría teatro musical, pero siempre me vi en la actuación, nací para esto”.