Todo empezó el 16 de julio de 1995, día de la Virgen del Carmen. En medio de una procesión, cuando el pueblo caminaba con fe por las calles de Baranoa, se escucharon por primera vez los sonidos de un grupo que nacía para hacer historia. Era el debut de la Banda de Baranoa, y aunque pocos lo sabían, ese momento marcaría el inicio de una travesía que cruzaría continentes.
“Fue como un milagro de la Virgen. Yo había comenzado apenas cuatro meses antes, con el corazón lleno de esperanza, y esa fue nuestra primera presentación. Éramos 125 músicos en ese momento y al año y medio ya éramos más de 300”, recuerda Hilton Escobar, su director y fundador.
La historia de Hilton es también la de la banda. Hijo de campesino, fue criado por una mujer que le enseñó a amar la música. Ella le pidió una sola cosa antes de partir: que no dejara morir la tradición de la banda en su tierra.
Cuando la banda escolar en la que él creció desapareció, Hilton tomó ese dolor y lo convirtió en éxito. Así nació esta agrupación, primero como banda de guerra y luego como banda show, que con su ritmo, coreografías y carisma ha enamorado al país y a gran parte del mundo.
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Más de 11.000 jóvenes han pasado por la Banda de Baranoa. Es una verdadera escuela de vida, donde se aprende música, pero también valores, disciplina y amor por las raíces. Y sus logros hablan por sí solos: han tocado en 18 países, incluyendo eventos de talla mundial como el Foro Económico Mundial, la Cumbre de las Américas, FITUR en España, la despedida del papa Francisco en Colombia y hasta en Disney, donde han sido invitados tres veces.
“En Corea del Sur fuimos por tres presentaciones y terminamos haciendo once. Estuvimos casi un mes. Es increíble ver cómo tanta gente se ha enamorado de este proyecto y lo hemos hecho crecer juntos”.
Sus integrantes no son músicos comunes. Son niños que, sin muchos recursos, han aprendido a representar a Colombia con disciplina, carisma y orgullo. Porque sí, aunque nacieron en el municipio de Baranoa, Atlántico, ya son una marca del país. En Estados Unidos, por ejemplo, fueron condecorados por el Congreso de ese país por su impacto social. “Ellos vieron la parte humana, el proceso que hay detrás”.
Y no han sido los únicos en reconocer ese trabajo. La Fiscalía General de la Nación, el Ejército Nacional, la Policía, la Asamblea Departamental. Ahora, en el Congreso de la República avanza un proyecto de ley para declarar oficialmente a la Banda de Baranoa como “La Majestuosa Banda de Colombia”. Solo falta un debate.

“Ya no basta decir que somos de Baranoa. Es más fácil, y más justo también, decir que somos de Colombia. La banda para mí es la organización musical más grande que tiene el país y no tanto la parte artística como la parte en que los niños se hacen gente de bien, su disciplina”.
En estos 30 años, los reconocimientos han sido muchos, pero hay dos que, según su director, marcan momentos muy especiales: las tres condecoraciones que les ha dado Walt Disney por sus impecables presentaciones en sus parques y la recibida en Corea del Sur.
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“Es un cuadro que trae un pedazo de alambre de púas, de esos que ponen en la frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur. Allá lo entregan solo a personalidades destacadas del mundo, y que nos hayan incluido fue muy emocionante”.
Ejemplos de vida
Baranoa hoy está lleno de músicos, pero también de médicos, ingenieros, enfermeros y otros profesionales que un día fueron parte de la banda y que encontraron en ella la disciplina para cambiar sus vidas.
En ese camino se proyecta Helen Silveira, de 13 años, quien ya ha hecho de la Concha Acústica de Baranoa, otro hogar.
“La banda es ese espacio donde realmente estamos aprendiendo, donde nos sentimos en familia. A veces afuera uno puede tener problemas, pero cuando estamos aquí, se nos olvida todo eso. La banda es un ambiente sano, donde nos divertimos, donde cada viaje, cada presentación, es una oportunidad de mostrar nuestro talento”.
Ella aprende teatro, expresión corporal, trabajo en equipo. Y aunque su rol es sobre el escenario, la banda le está enseñando a ser algo más que una artista, y es a ser una persona integral.
“Nos guían, nos motivan, nos forman. No solo en lo artístico, sino como seres humanos”, dice con gratitud. Y su historia se une a la de miles de niños y jóvenes que, como ella, han encontrado en la Banda de Baranoa un refugio, una escuela de vida y un escenario donde soñar es posible.
Generaciones que perduran
Tenía apenas ocho años cuando por primera vez se puso el uniforme, tomó un guache entre sus manos y salió al escenario. Era una presentación en Santa Ana, y aunque no sabía mucho de música, ese día entendió que su vida estaba a punto de cambiar.
Hoy, Evans Mercado Palma tiene 12 años, lleva cuatro años en la Banda Departamental de Baranoa y no se cansa de aprender.

“Yo era un niño como los demás, que llegó sin saber cómo tocar un instrumento y siento que he crecido tanto que hoy toco el redoblante, donde hay que tener buena capacidad con la muñeca”.
Pero lo más valioso para él son los mensajes que lleva cada vez que se sube a una tarima o sale en desfile. “Lo que más me gusta de la banda es que damos ejemplo a otros niños, para que no caigan en malos caminos ni en cosas que les puedan hacer daño”.
Además, convertir la sede en el centro de eventos más grande de la Costa es la meta que se gesta ahora. “Queremos atraer a más turistas al Atlántico, a eso le apuntamos”, dijo Hilton Escobar.