Pensar en el 8 de junio de 1924 es transportarse a un día fatídico en la historia de la aviación colombiana. Sin imaginarlo, lo que debía convertirse en una hazaña cobró la vida de seis tripulantes que sobrevolaban el hidroavión Tolima A-16, perteneciente a la Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos, ‘Scadta’.
Barranquilla, una ciudad cosmopolita desde el siglo XIX, se preparaba para una gran celebración. El ministro de Obras Públicas, Aquilino Villegas, había llegado el día anterior a Puerto Colombia, procedente de Cartagena. Una comitiva de la Gobernación, formada por 20 personas, lo había recibido con entusiasmo y lo había acompañado en tren hasta la ciudad. La visita de un alto funcionario era un evento inusual y significativo.
La manifestación programada para las 4 de la tarde en el Camellón Abello, también conocido como Paseo Bolívar, prometía ser un evento multitudinario. Los ciudadanos se reunían para dar la bienvenida al ministro y mostrarle el progreso de la Puerta de Oro de Colombia.
Sin embargo, en medio de la algarabía, nadie podía prever la tragedia que se avecinaba. La tarde que había comenzado con risas y expectativas se teñiría de tristeza.
Tal como en los tiempos de antaño, cinco niños disfrutaban de su día de descanso en el balcón de su casa ubicada en el barrio El Prado. Sin saber lo que pasaría horas después, empezaron a escuchar el sonido de un avión.
Allí iba su padre, Ernesto Cortissoz Álvarez-Correa, quien con otros cinco tripulantes sobrevolaba el cielo barranquillero con el propósito de hacer una campaña cívica por la canalización de Bocas de Ceniza para su desembocadura del río Magdalena.
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El hidroavión cayó a tierra de manera inesperada seis cuadras después del Paseo Bolívar, específicamente en el patio de la familia Glen.
Ese día, el cielo que tanto amaban se tornó sombrío. Estos fueron los fallecidos de la tragedia: Hellmuth von Krohn (32 años), jefe de pilotos de Scadta y quien comandaba el hidroavión; Ernesto Cortissoz (39años), banquero barranquillero, presidente de la Scadta; Guillermo Fischer (24 años), mecánico de Scadta y quien ocupaba el puesto del copiloto; Christian Meyer (37 años), empleado de la firma G. Fehrmann y Cía; Albrecht Nickisch von Roseneck (23 años), empleado de la compañía Breuer, Möller & Co, y Fritz Troost (24 años), empleado del Banco Alemán Antioqueño, quien sobrevivió al accidente solo por unas horas.
¿Por qué se produjo?
Ese día, el sol de Barranquilla brillaba sin señales de tormenta, marcando un día aparentemente perfecto para el vuelo del Junkers F13 Tolima. Sin embargo, la tarde que comenzó con promesas de progreso y avance terminó en tragedia.
Según los relatos de la época y las investigaciones posteriores, varias fueron las causas del fatídico accidente. Hellmuth von Krohn, conocido por sus arriesgadas maniobras acrobáticas, pudo haber intentado realizar una de estas durante el vuelo.
Así lo explicó el ingeniero mecánico y perteneciente a la Academia Colombiana de Historia Aérea Mauricio Umaña.
“Además, es importante señalar que el vuelo se realizó sin la revisión ni aprobación del jefe de mecánicos, lo que implica que podrían haber existido fallos técnicos no detectados”.
Las condiciones meteorológicas del día no reportaron mal tiempo significativo, pero un aviador de Scadta mencionó que el avión intentó esquivar una nube. Esta acción, interpretada por algunos como una excusa, podría haber sido una justificación para la acrobacia potencialmente realizada por Von Krohn.
“La falta de revisión técnica es otro factor crítico; sin la supervisión del jefe de mecánicos, posibles problemas mecánicos no fueron identificados.
La carga de volantes y confetis también pudo haber influido, aunque no significativamente en peso, en el balance del avión”.
Cabe destacar que en los años 20, la aviación comercial estaba en pañales, y las medidas de seguridad eran rudimentarias. Dependían en gran medida de la experiencia y el juicio de los pilotos, sin protocolos estrictos ni revisiones técnicas sistemáticas antes de cada vuelo.

Unos héroes de la aviación
El vicepresidente de la Academia Colombiana de Historia Aérea, Jaime Escobar, visitó la ciudad para dirigirse al Museo de la Fundación Colombo Alemana ubicado en el Colegio Alemán de Barranquilla. Allí reposan los restos del hidroavión .
Reveló la importancia de recordar y honrar a los pioneros alemanes que contribuyeron al desarrollo de la aviación en Colombia. La Fundación Colombo Alemana ha sido clave en difundir este legado, especialmente el de los técnicos, pilotos y mecánicos alemanes que trabajaron en el país entre 1919 y 1940.
“Nosotros hemos encontrado muy buena acogida en la Fundación Colombo Alemana para difundir especialmente el aporte que hicieron los alemanes, tanto técnicos como pilotos y mecánicos, en la aviación colombiana”.
Estos esfuerzos se centraron en la creación y el éxito inicial de Scadta, empresa que hoy conocemos como Avianca. Sin embargo, en 1940, debido a las circunstancias de la Segunda Guerra Mundial, la empresa tuvo que ser nacionalizada y los alemanes fueron excluidos de la aviación no solo en Colombia, sino en toda América Latina.
“Llevan un legado muy grande de todo lo que estaba ocurriendo en ese momento: la infraestructura para la ciudad, la apertura de Bocas de Ceniza, la aviación misma y el movimiento económico y social de los años 20”.
En aquel entonces, Barranquilla se nominó como la Puerta de Oro de Colombia, siendo el principal punto de entrada para la industria y el comercio que fluían hacia el centro del país.

Su legado está vivo
El Colegio Alemán de Barranquilla ha emprendido un ambicioso proyecto de extensión cultural en colaboración con la Fundación Colombo-Alemana, con el objetivo de promover la cultura y la lengua alemana.
Una de las iniciativas destacadas de esta colaboración es la exposición permanente de Scadta, la Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos, que rinde homenaje al legado de los alemanes que llegaron a Colombia a través de Puerto Colombia y contribuyeron al desarrollo de la aviación en el país.
“En nuestra exposición, contamos toda la historia de lo que fue Scadta, todo el recorrido por la historia que dejaron los alemanes aquí en Barranquilla, que somos pioneros de la aviación”, explicó Elkin Molina, director de la Fundación Colombo-Alemana.

Catalizador de progreso
El ingeniero mecánico y perteneciente a la Academia Colombiana de Historia Aérea Mauricio Umaña resalta la pérdida incalculable de Cortissoz para Scadta, ya que la compañía perdió a su presidente y a uno de sus principales impulsores.
Cortissoz desempeñó un papel crucial desde la creación de la empresa, invitando a William Knox Martin a realizar vuelos de demostración en Barranquilla y promoviendo la idea de una compañía de aviación en Colombia con el apoyo de la comunidad de inmigrantes alemanes.
“La tragedia despertó un espíritu de resiliencia y determinación, impulsando a la ciudad a exigir con más fuerza la apertura de Bocas de Ceniza. Este evento unió a las comunidades y sectores para trabajar juntos hacia un objetivo común. Aunque dolorosa, la tragedia de Cortissoz sirvió como un catalizador para el progreso y el desarrollo”.
Ofrenda floral para la conmemoración
A las 9:30 de la mañana se dio inicio al homenaje en el monumento ‘Mártires de Boca de Ceniza’, ubicado en el Parque Los Fundadores, con la participación de la familia de Ernesto Cortissoz para honrar su memoria.
Delante del monumento, reposaba un recuadro con la imagen del pionero de la aviación, y se realizó un minuto de silencio por todos los presentes.
Seguido de esto, Ernesto Cortissoz Cabrera, nieto del fallecido pionero, dirigió unas palabras en representación de la familia para honrar los 100 años desde que su abuelo emprendió un viaje para siempre. “Esta ocasión me hace sentir muy orgulloso por la conmemoración de los mártires de la aviación que siguen vivos en nuestros corazones. Estoy seguro de que si mi abuelo no hubiese muerto, nosotros su familia no estuviésemos aquí por el cambio tan grande que esto ocasionó en nuestras vidas”.





















