Revestida con aura de solidaridad y una sonrisa que refleja la amabilidad y el servicio a la comunidad que profesa y realiza, la holandesa María Poulisse a sus 67 años ha dedicado el último cuarto de siglo a trabajar por la población en condición de discapacidad del Suroccidente de Barranquilla.
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A través de la Fundación ‘Ce Camilo’, ubicada en el barrio La Paz, Poulisse reflexiona y es enfática en decir que 'la razón de ser de ‘Ce Camilo’ no es ganar plata, nuestra razón de ser es atender a la población con discapacidad y yo doy gracias a Dios que tengo un equipo con mucha vocación de servicio'.
Y es que aunque es antropóloga de profesión toda su vida ha tenido claro que quería dedicar sus días a ayudar. Nacida en un hogar católico de los Países Bajos y rodeada siempre de misioneros, desde pequeña tuvo ese llamado.
'Desde los cuatro años yo quería trabajar con los niños pobres en las misiones. Mis papás eran muy católicos. Mi papá tenía un amigo que era misionero y él venía a la casa, y escuchaba todo lo que decía, me impactó mucho'.
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Por eso en 1984, hace 40 años, cuando escuchó sobre Barranquilla y las misiones que hacía la comunidad religiosa de los Camilos, lideradas por Cyrillus Swinne no dudó en tomar la decisión de venir a esta parte del mundo.
'En el 84 conocí a los Camilos en Holanda, y me contaron sobre el trabajo aquí en Barranquilla, entonces yo vine en el 85. Primero dos meses, y después regresé en julio. Acordamos con Cyrilus, con Alberto, con el padre José, que yo viniera por tres años, para un trabajo voluntario. Y bueno, después se prorrogó y después de seis años, yo pedí permiso de vincularme más o menos formalmente, a la comunidad'.
Allí no hubo vuelta atrás. Entre que la ciudad no pasaba sus mejores épocas y el deseo de ayudar fueron creando en ella una necesidad de quedarse para aportar desde lo que mejor sabía hacer: lo social.
Desnutrición, punto de partida
Una de las principales problemáticas que encontró en los años que estuvo de voluntaria fue la desnutrición, y que aquellos que tenían condiciones más complejas eran niños en condición de discapacidad.
'Eso ha mejorado muchísimo, pero cuando nosotros empezamos, conocí niños con discapacidad que necesitaban educación. En ese momento ni siquiera recibían atención médica, nada'.
Es por ello que viendo esa situación y teniendo conocimiento de entidades en su país natal que financiaban educación de pequeños, empezó a mover cielo y tierra para lograrlo. 'Gestioné las donaciones para conseguir aquí la primera etapa y nos mudamos con 15 niños con discapacidad. Y todavía había un grupo de niños desnutridos. En ese momento, los niños con discapacidad estaban en muy malas condiciones. Yo tenía un niño de 8 años que pesaba 10 kilos, porque como tenía una parálisis cerebral, le costaba mucho tragar'.
En ese camino, las condiciones mejoraron gracias a que era un proyecto integral. 'Fuimos los primeros en gestionar agua y alcantarillado en el Suroccidente', por lo que los problemas de desnutrición fueron siendo tratados, pero aún quedaba por atender a la población en condición de discapacidad.
Sus programas abarcan una gran variedad de aristas, entre ellos la Comunicación Alternativa y Aumentativa que brinda nuevas maneras de comunicación para esta población.
El deber cumplido
Aunque reconoce entre risas, dejando a la vista una vez más su amable sonrisa, que no estará en los próximos 25 años, 'porque ya tengo 67 años, no soy eterna', en la fundación han empezado a inculcar en cada uno de sus colaboradores de misión el don del servicio.
Y es precisamente por ello que se ha vuelto fuente de inspiración para aquellos que trabajan de su mano, definiéndola como 'el vivo ejemplo del servicio, que hace que cada área de la fundación lleve consigo su paciencia y amor por las personas con discapacidad'.
Por ello, con la satisfacción del deber cumplido le gustaría 'que la sociedad y políticos de Barranquilla se den cuenta de la importancia de la inclusión y de las capacidades de la población con discapacidad y doy gracias a los medios de comunicación porque ustedes han exaltado mucho a personas con discapacidad'.
En estos 25 años su terquedad, que confiesa viene de familia, es la que le ha permitido no tirar la toalla y cuando la situación se complica 'Cyrilus me da ánimo. Lo mismo hago con él, así que eso es importante. Con el mismo equipo nos alimentamos. Y yo tengo una gran ventaja que yo nací de una familia muy terca. Así que yo no tiro la toalla. Si yo pienso que es posible, voy a buscar la manera lograrlo'.
La fundación hoy
Luego del cuarto de siglo que llevan sirviendo a la comunidad con discapacidad, actualmente no se enfocan solo en niños sino que los servicios que brindan abarcan a diferentes grupos de edad.
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Son unos 60 profesionales de distintas áreas que dan atención a unos 2 mil 400 usuarios en distintos programas y servicios que van desde la atención a la primera infancia, atención integral, educación para el trabajo hasta la elaboración de prótesis y órtesis. 'Trabajamos por las personas. La satisfacción es ver que la mayoría, no todos, pero la gran mayoría están muy contentos con el servicio que prestamos'.




















