Marimondas del Barrio Abajo:40 años pegando brincos de felicidad

Ni el carnavalero más cuerdo pudo imaginar que la marimonda, el disfraz más vulgar, irreverente y perrateador, luego de cuatro décadas, terminara convertido en el referente de la fiesta cultural más grande del país.

Esta es una idea que se le ocurrió al fallecido César Augusto Morales Mejía, más conocido como ‘Paragüita’, un cumbiambero que al ver que el único disfraz originario de Barranquilla estaba en riesgo de desaparecer se dio a la tarea de rescatarlo. En 1984 junto a 60 personas salieron bailando porro y fandango al son de papayera, haciendo pases de los esquineros, ganándose los aplausos del público, surgiendo así la comparsa Marimondas del Barrio Abajo.

Hoy, luego de 40 años, su hija Lesly Morales Gómez y Patricia Gómez Acuña, quien fue su compañera durante 26 años, sostienen su legado, ese que a punta de brincos avivan 900 bailarines que integran la comparsa más grande del Carnaval de Barranquilla.

De esta propuesta hacen parte también 18 bandas musicales, un coreógrafo general y 8 coordinadores, quienes tratan de sincronizar todo lo que aparentemente es un desorden.

Presenciar un ensayo de las Marimondas del Barrio Abajo en la sede de Indeportes representa una recarga de energía, debido a que predominan las sonrisas, las bromas y ante todo la amistad.

En la espalda de cada integrante sobresale el número 40 y la palabra ‘Paragüita’, a manera de homenaje por el tiempo en que han sido animadores constantes de las carnestolendas.

Un aspecto que resalta Patricia es el del semillero, las Marimonditas, que están integradas por 100 niños que garantizan la continuidad de este proyecto.

'Con el nacimiento de mi hija Lesly vimos la necesidad de crear una propuesta infantil y por fortuna el grupo gozó de un enorme respaldo. Eran 15 y hoy son un centenar, y lo mejor es que una vez crecen van pasando al grupo de mayores'.

Lesly Morales, con toda la espontaneidad que la caracteriza, cuenta que la disciplina que vio en su padre es la que le ha permitido sostener en sus espaldas al denominado 'monstruo del Carnaval', como también se le conoce a esta comparsa.

'Mi papá pensaba en el Carnaval los 365 días del año, incluso para esta época era poco o nada lo que dormía, siempre inquieto y propositivo. Por fortuna cuento con mi mamá, con quien trabajo en equipo, ambas somos directoras y nos repartimos las tareas en la comparsa'.

Entre el grupo de los integrantes más experimentados de esta comparsa está José Leopoldo Augusto Hernández, de 85 años de edad, quien lleva 40 años bailando disfrazado de marimonda.

'Pesan los años, ya no brinco tan alto, pero aún lo hago, yo soy feliz cuando me pongo mi máscara y bailo acompañado de la papayera, ahí es donde me siento libre, yo inicié con ‘Paragüita’ esta idea y luego de 40 años sigo metido de lleno'.

Tomás Sarceno, de 73 años, es otro de los que aporta su experiencia, y con 20 en la comparsa sabe lo que representa hacer parte de este grupo.

'Ser marimonda significa darle ánimo al pueblo, a uno se le olvidan todos los problemas que tiene encima. Como decía Paragua, son 365 días de Carnaval, así hemos vivido todo este tiempo, aquí existe una familia, todos los miembros son nuestros hijos, sobrinos y amigos, y a todo el que llega lo contagiamos de nuestro sabor'.

El coreógrafo de estas marimondas es Rafael Gutiérrez, quien hace 26 años se sumó al grupo y lleva 15 años liderando la coreografía, una tarea que lo reta a no ser repetitivo.

'‘No es tanto vestirse de marimondas, sino los brincos que hay que dar’, ese dicho se ha hecho popular, pero para nosotros el gran reto radica en no ser repetitivos. Este año hemos preparado una muestra de la historia del disfraz de la marimonda, de cómo se transforma de ese saco y corbata con medias largas y guantes hasta lo que es hoy, todo un ícono de los barranquilleros'.

Su esposa, Vanessa Patiño, es la encargada del semillero de las Marimonditas, a quienes les impregna toda esa carga emocional. 'Les enseño a bailar porro y fandango, la gente cree que esto es solo brincoleo, pero se debe saber bailar y eso resulta duro porque los niños vienen con un oído invadido por los ritmos urbanos, pero con paciencia lo hemos logrado'.

Su hijo Matías, de 11 años de edad, es una de las Marimonditas, él asegura que se disfruta al máximo cada desfile, especialmente porque va acompañado de sus padres y de sus amigos.

'El Carnaval me pone alegre, ya no veo la hora de salir a dar brincos por todas partes'.