Como si la incertidumbre que se tomó al país durante los tres años que lleva de gobierno no fuera suficiente, Gustavo Petro anunció esta semana la firma de un “memorándum de entendimiento” con Venezuela, que permitirá –según él– “llevar el Estado a controlar la frontera como un espacio de prosperidad legal y sin mafias”.
“El Catatumbo -escribió Petro en su cuenta en X- será una zona franca, para que se disparen las inversiones legales”.
Se trata -obviamente- de un anuncio repleto de buenas intenciones, pero carente tanto de legalidad como de recursos que permitan la viabilidad requerida para materializar semejante empresa. La sola voluntad de Petro y de Alfredo Saade, jefe de despacho, flamante nuevo “articulador” del gobierno, no son suficientes. Se requiere mucho más que el simple de deseo de abrazarse con Maduro y sus compinches.
Por cuenta de tanta improvisación, la llamada pomposamente “zona de paz, unión y desarrollo binacional”, no pasa de ser un embeleco más de los tantos en los que se embarca Petro, creyendo que su sola voluntad es suficiente para garantizar el éxito de sus iniciativas. Otro globo más.
El problema en esta oportunidad es que este embeleco compromete gravemente la soberanía nacional, puesto que -según el “memorándum de entendimiento”- el aliado estratégico de Colombia será el régimen chavista de Nicolás Maduro, el mismo que le robó las elecciones presidenciales el año pasado a Edmundo González y el mismo que es señalado por la prestigiosa ONG Amnistía Internacional (AI), de cometer “crímenes de lesa humanidad”, entre ellos “tortura, desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales”. ¡Qué tal las calidades y cualidades del socio estratégico que se consiguió Petro para darle “paz y prosperidad al Catatumbo”.
Pero, además, firmar el tal “memorándum de entendimiento” con el régimen chavista implica no solo comprometer la soberanía nacional, sino desconocer las facultades del propio Congreso de la República, que debería pronunciarse sobre los verdaderos alcances de las alianzas de Petro con sátrapas y violadores de Derechos Humanos del tamaño de Maduro. ¿Qué dice la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República? ¿Qué dice la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores? ¿Nada? ¿Ninguna se pronuncia? ¿Petro puede comprometer nuestra soberanía territorial y todos contentos? ¿El régimen dictatorial de Maduro, repudiado por buena parte de la comunidad internacional, es de buen recibo en Colombia, no solo por Petro y sus amigos, sino por otras instancias del Estado?
La cara de felicidad y regocijo tanto del ministro de Minas Edwin Palma, como de Alfredo Saade, al saludarse en Caracas con funcionarios venezolanos y con el propio Maduro, muestran la sumisión y docilidad con la que negociarán nuestros intereses ante los mandamases del régimen chavista. “¡Nunca había venido a Venezuela, y verlo a usted Presidente, imagínese…!”, exclamó balbuceante y exultante Palma, ante la sonrisa maliciosa del sátrapa Maduro. Lo propio hizo Saade, quien -emocionado hasta el delirio- narró que habló “más de dos horas por teléfono con el presidente Maduro”.
Al parecer, los emisarios de Petro desconocen lo mucho que está en juego con Venezuela. O lo saben muy bien y por eso se muestran tan sumisos. Pero lo cierto es que nuestra soberanía territorial podría verse comprometida si los pactos de Petro con Maduro no se hacen con reglas claras. Darle tratamiento de socio estratégico y aliado político a quien es señalado de robarse las elecciones y violar los Derechos Humanos, es poner en riesgo valiosos intereses del país.
¿Qué hay detrás de los pactos entre Petro y Maduro? ¿Cuáles son los verdaderos alcances de la alianza estratégica entre Petro y Maduro?
En el Catatumbo crecen la coca y los desplazamientos
El Catatumbo en Norte de Santander es tierra de nadie. O mejor: es tierra de delincuentes y bandidos, que tienen sometidos a su régimen de terror a más de 100.000 pobladores de esa zona del país. Allá mandan todos los grupos criminales, desde el ELN hasta el Clan del Golfo, pasando por las llamadas disidencias de las Farc. Todos ellos se disputan el territorio para poder controlar los inmensos cultivos de hojas de coca y la minería ilegal. Los enfrentamientos entre estos grupos criminales causan muertes por miles y desplazamiento forzoso todos los días. Hoy el Cesar sufre las consecuencias de la “guerra del Catatumbo”. Más allá del discurso pendenciero y rimbombante, Petro poco o nada ha hecho por el Catatumbo. Los cultivos de coca crecen y los desplazamientos aumentan. ¿Cómo garantizar la soberanía en un territorio en disputa con los grupos ilegales? ¿Tiene Colombia la capacidad de combate para hacerles frente? ¿Tiene la Fuerza Aérea las aeronaves suficientes para iniciar y sostener una ofensiva contra estas organizaciones criminales? ¿Cuántas aeronaves están en tierra por falta de mantenimiento, repuestos o combustible?
La alianza con Maduro nos puede salir bien cara
Maduro le debe a cada santo una vela. Está peor que nosotros. Los chinos ya no saben cómo cobrarle. Fueron miles de millones de dólares que invirtieron en ese país. Ni vendiendo buena parte del petróleo Venezuela tiene cómo pagarle la deuda a China. Son más de 60.000 millones de dólares que el vecino le debe al gigante asiático. Una deuda desbordada, más intereses bien altos hacen que el panorama para Maduro sea poco alentador. Que en esas circunstancias Colombia le ofrezca un poco de oxígeno no le cae nada mal. Por supuesto que Venezuela no piensa pagar un peso de lo que se invierta en la llamada “zona de paz, unión y desarrollo binacional” del Catatumbo, como no le pagó a los industriales y ganaderos colombianos que creyeron de buena fe que Chávez y Maduro serían cumplidos clientes. Más de uno se quebró esperando el “pago”, primero de Chávez y después de Maduro. Si no pagaron antes, mucho menos ahora que Trump está decidido a apretar más el lazo al régimen. Y por ahí derecho el gaznate de quienes se atrevan a darle oxígeno al sátrapa venezolano. Con que cancele visas a funcionarios colombianos y suba aranceles tiene para causar estragos.
Maduro es el más grande violador de Derechos Humanos de América Latina
Que Amnistía Internacional (AI), la ONG de mayor prestigio en la Defensa de los Derechos Humanos, señale al régimen chavista de Maduro de cometer “crímenes de lesa humanidad”, entre ellos “ejecuciones extrajudiciales, torturas, detenciones arbitrarias, persecución y desapariciones forzadas”, es muy grave. Gravísimo. Punto. Se trata del primer país de América Latina en ser investigado por la Corte Penal Internacional por cometer este tipo de delitos de lesa humanidad. De acuerdo con AI, desde el 2014 el régimen chavista comete crímenes de lesa humanidad. Las acciones terroristas de Maduro y sus compinches se han incrementado desde el 28 de julio del año pasado, cuando se robó las elecciones, como está suficientemente probado y documentado. Los únicos que no creen en el robo son Petro y sus amigos. Pero mientras Amnistía Internacional hace un llamado a la comunidad internacional para que “no ignore la crisis de derechos humanos en Venezuela”, el gobierno de Colombia -con Petro a la cabeza- estrecha sus lazos con el criminal de Maduro. Es decir: Petro es defensor de los Derechos Humanos en todos los países del mundo, menos en Venezuela, donde su amigo Maduro, secuestra, tortura y desaparece a sus opositores. ¡Qué tal…!
¿Nos vamos a aliar con el “Cartel de los Soles” para combatir a los criminales del Catatumbo?
¿Cómo pretende Petro convertir la frontera con Venezuela en un espacio de “prosperidad legal y sin mafias”? ¿De la mano de las Fuerzas Armadas de Venezuela, una de las más corruptas de A. Latina? ¿Qué papel jugará el llamado “Cartel de los Soles”, integrado por altos oficiales de las Fuerzas Armadas de Venezuela, dedicados al narcotráfico y a todo tipo de actividades ilícitas? ¿Ellos son los que van a trabajar de la mano con nuestras Fuerzas Militares para garantizar la “legalidad y la prosperidad” en Norte de Santander, en especial en el Catatumbo, territorio donde hay más hojas de coca sembradas en el país? ¿Alguien distinto a Petro y Maduro sabe lo que se traen entre manos en materia de comercio, industria, gas, petróleo, electricidad, turismo y transporte? Estas y muchas otras son las preguntas que Petro y sus funcionarios deberían responderle al país para enviar un parte de tranquilidad ante la incertidumbre que genera el anuncio del tal “memorándum de entendimiento”. Todas ellas se quedarán sin respuesta, porque Petro cree que la sola firma del documento hará que “se disparen las inversiones legales en el Catatumbo”. Él cree ciegamente que la sola voluntad es suficiente para que las metas se cumplan y los proyectos se materialicen.