La Ley del Montes | 2023: año electoral

Después del llamado 'puente de Reyes', que termina mañana, la mayoría de los colombianos empieza a vivir –ahora sí en serio– el nuevo año. Luego del retorno de un merecido descanso, tanto el 'país político' como el 'país nacional', como los llamaba Jorge Eliécer Gaitán, deberán afrontar la nueva realidad con sus expectativas, sus ilusiones y sus retos.

El 'país nacional', por ejemplo, comienza a padecer las terribles consecuencias de una inflación desbordada, que cerró el año pasado por encima del 13 por ciento, lo que se traduce en precios de los alimentos impagables. La ola alcista ha hecho que muchos productos cuesten hoy hasta cinco veces más de lo que valían hace tan solo algunos meses. Por cuenta de ello, este año la cantidad de productos de la canasta familiar se verá reducida de forma considerable. Este año habrá menos pan, menos aceite, menos carne y menos granos en la mesa de los colombianos. ¿La razón? Simple: no hay cómo pagarlos.

En fin, la 'cuesta de enero' es el aterrizaje forzoso que sufren los colombianos después de retornar de las festividades de Navidad y Año Nuevo. Los que viajaron por carreteras debieron padecer no solo el suplicio del mal estado de algunas de ellas, sino también la tortura de tener que pagar peajes carísimos, que nada tienen que ver con el pésimo estado de las vías, que deberían mantenerse con los dineros que reciben por el pago de dichos peajes.

Pero este 2023 que apenas está prendiendo motores, también será fundamental para el 'país político', que tendrá elecciones locales y regionales para escoger nuevos alcaldes y gobernadores y renovar concejos y asambleas departamentales.

El 'país político' tendrá, pues, mucha actividad, en especial en las regiones. Serán las primeras elecciones para escoger alcaldes, gobernadores, diputados, concejales y ediles que se llevarán a cabo bajo el mandato de un gobierno de izquierda en Colombia. Las elecciones locales en octubre de este año serán el primer corte de cuentas que tendrá el gobierno de Gustavo Petro y el Pacto Histórico, que lo respalda. Servirán para que los votantes 'evalúen' al nuevo gobierno y también para que esa alianza política muestre resultados que permitan la elección de sus candidatos en municipios y departamentos.

Pero las elecciones de este año serán también un reto para los partidos y movimientos que se oponen a Petro y al Pacto Histórico, en especial el Centro Democrático, que deberá mostrar resultados electorales, después de haber perdido más de 20 curules en las pasadas elecciones parlamentarias. El Centro Democrático, con el expresidente Álvaro Uribe a la cabeza, se juega su supervivencia en las elecciones de este año. De los resultados que obtenga dependerá su futuro como partido político. Sus dirigentes deben tener absoluta certeza de esta realidad. Si los candidatos del Centro Democrático fracasan en su intento de ganar alcaldías y gobernaciones, así como concejos y asambleas, entonces querrá decir que el partido que llevó a Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque a la Presidencia perdió de forma grave la influencia electoral que por décadas ejerció en Colombia.

¿Cómo será este 2023 en materia política y electoral? ¿Qué espera al Pacto Histórico y a los partidos políticos en materia electoral?

Buena parte de lo que suceda en las elecciones de alcaldes y gobernadores tiene que ver con la suerte de la reforma política que se tramita en el Congreso de la República. Si la reforma es aprobada tal y como la diseñaron el Gobierno y sus aliados políticos –léase Roy Barreras y sus amigos– entonces sus candidatos tendrán grandes posibilidades de triunfar. Y ello es así porque la reforma acaba con los partidos minoritarios y fortalece las alianzas de los grandes partidos, quienes podrán –ahora sí– aniquilar a aquellos que sobreviven gracias a las 'coaliciones entre pequeños'.

Con dicha reforma desaparece la garantía que tenían los partidos pequeños de sumar fuerzas. A esa poderosa y aceitada maquinaria electoral, hay que sumarle un Gobierno nacional con una 'chequera jugosa', para destinar recursos a administraciones municipales y departamentales amigas, en detrimento de aquellas que no lo son. La reforma política –tal y como está siendo aprobada– convierte al Pacto Histórico en la gran fuerza electoral del país.

La lista cerrada –otra de las 'joyas' que tiene la reforma– no solo permite que lleguen al Congreso un buen número de ignorantes, inútiles y parásitos, sino que fortalece la tristemente célebre figura del 'bolígrafo', en buena hora desaparecida en la historia política nacional. La reforma revive el poder del bolígrafo, ahora manejado por los jefes políticos y sus amigos, para quitar y poner a quienes ellos a bien tengan, sin importarles los méritos y calidades de los aspirantes descabezados por el poder del bolígrafo. Habrá, pues, 'danza de millones de pesos' por la inclusión de aspirantes en los primeros lugares.

En Colombia la 'luna de miel' de los presidentes suele durar un año. En algunos casos, un poco más, como ocurrió con Álvaro Uribe en sus dos mandatos. En otros casos dura un poco menos, como ocurrió con Juan Manuel Santos e Iván Duque, quienes gozaron de una 'luna miel' bastante corta.

El primero por cuenta de la negociación de paz con las Farc, considerada demasiado generosa con ese grupo subversivo por muchos colombianos; y el segundo por cuenta de la implacable oposición ejercida por el entonces candidato perdedor, Gustavo Petro, quien no dio un minuto de respiro a Duque en la Casa de Nariño. Hoy de presidente, Petro disfruta también de su 'luna de miel' con los colombianos.

La duración de la misma dependerá de los efectos de las medidas que tome, en especial la reforma tributaria, cuyas consecuencias ya empiezan a padecerlas los colombianos. En la medida en que los colombianos sientan los efectos de la tributaria en sus bolsillos, así comenzará a disminuir el respaldo a Petro. En octubre –cuando se lleven a cabo las elecciones locales– se sabrá si los colombianos aprueban o desaprueban a Petro en las urnas. Esas elecciones servirán para que los colombianos hagan un primer corte de cuentas a Petro y su Pacto Histórico.

En Colombia –en materia política– todo es posible, hasta ver al Partido Conservador respaldando a un gobierno de izquierda, con cuyas ideas y propuestas tiene muy poca afinidad. Ver al partido de Caro y Ospina de la mano de un gobierno de izquierda, encabezado por un guerrillero desmovilizado, es algo que muchos conservadores aún no procesan.

Y algo similar ocurre con algunos liberales, promotores y defensores de la apertura económica y el libre mercado, quienes hoy están batiendo palmas a un gobierno proteccionista y hostil al sector productivo. Pero todo es posible en la Colombia política de los tiempos que corren.

Pero tanto liberales como conservadores petristas tendrán en las elecciones locales de octubre un reto enorme: convencer a sus votantes –quienes los eligieron cuando estaban en orillas contrarias a Petro– de que tomaron la decisión correcta. Y no será nada fácil esta misión, sobre todo en el caso del Partido Conservador, donde las bases están muy distantes de las propuestas de Petro.

El hecho de que las directivas del partido –incluyendo congresistas– hayan pactado gobernabilidad con Petro a cambio de puestos, no significa que sus votantes los respalden. En el caso del liberalismo, hay un sector del partido mucho más afín a Pacto Histórico, en especial en lo que tiene que ver con la reforma agraria, bandera de varios gobiernos liberales, como fueron los de López Pumarejo y Carlos Lleras.

El partido liderado desde su creación por el expresidente Álvaro Uribe deberá afrontar las elecciones de octubre con el enorme reto de no ser borrado del mapa electoral del país. Así de simple. Punto. Está visto que buena parte de su supervivencia dependerá de las alianzas que logre realizar con otros partidos y movimientos políticos del país.

Mientras en las regiones el Centro Democrático ha perdido liderazgo, en el Congreso hay figuras que se posicionan cada día más como contradictoras del Gobierno. Es el caso de la senadora María Fernanda Cabal, quien con valentía y arrojo político no duda en denunciar los abusos y desafueros del Gobierno.

La senadora Paloma Valencia también se ha hecho sentir en el Congreso. De cualquier manera, el partido requiere con urgencia del surgimiento de más líderes que contribuyan a mantener vigentes las ideas que lo llevaron a tener tres presidentes consecutivos –dos de ellos reelegidos– en la historia reciente del país.