
Jefferson Torres compró una moto en Barranquilla, días antes del atentado en San José
El sospechoso de participar en el ataque terrorista que cobró al vida de cinco uniformados y dejó heridos a 41, terminó de pagar en efectivo el vehículo el 31 de diciembre y lo retiró el 5 de enero del concesionario.
Jefferson Torres Mina, el caucano señalado de participar en el atentado terrorista contra la Estación de Policía del barrio San José junto con Cristian Bellón Galindo —hoy tras las rejas— venía haciendo labores de ‘inteligencia’ en la zona desde diciembre de 2017.
De acuerdo con investigaciones de las autoridades, el sospechoso por el que hoy ofrecen una recompensa por información de su paradero compró una motocicleta en un concesionario de la calle 47 con carrera 21 a finales de ese mes.
Para la Fiscalía esto no es un dato menor, pues en la factura de compra del vehículo hay detalles valiosos con los que se pueden rastrear otros movimientos del individuo.
Por ejemplo, según el ente investigador, en la factura de compra aparece un número telefónico que hasta ahora es rastreado con un control posterior de datos por redes de comunicaciones. Es decir, con el número del equipo celular, la autoridad puede determinar los puntos de la ciudad y del área metropolitana desde los que salieron y entraron llamadas. Esto daría las zonas que probablemente visitó Torres Mina desde su llegada al Departamento.
Con su número de cédula, señaló una fuente del ente investigador, se pueden obtener otros datos relacionados con documentación personal y trámites generales.
El negocio
EL HERALDO conoció que Jefferson Torres Mina llegó el pasado viernes 29 de diciembre al concesionario del barrio San José en horas de la mañana y cotizó una motocicleta Honda Dream Neo 2018, color negro-rojo-plata, con un valor neto de $3 millones 250 mil.
Personal de venta del negocio, manifestó la fuente, lo describió como un hombre abierto que no daba muestras de estar alcanzado de dinero.
“Llegó con cadenas de oro, un buen reloj y un conjunto de ropa deportiva de marca. Su acento era raro, por lo que le pregunté si era sanandresano, pero este me dijo que no, que era caleño. Miró los modelos y dijo que al día siguiente regresaría con el dinero”, expresó el testigo.
El 30 de diciembre, es decir el día sábado, Torres Mina retornó temprano al negocio y pagó en efectivo la totalidad de la motocicleta que le había gustado. Esta vez vino acompañado de un hombre de unos 50 años aproximadamente, de gafas y contextura delgada. Era blanco y su acento era costeño.
Se sabe que con estas características, la Policía elaboró un retrato hablado.
“La moto se facturó el día 31. Pero, en realidad, el negocio se hizo el día 30. Cuando hacíamos el trámite, yo le pregunté la dirección de la residencia para ver si le llevábamos la moto a la casa, pero el hombre (Torres Mina) dijo que estaba viviendo en Villa Karla, en Soledad, pero que no recordaba la dirección. Fue así como le dijo al acompañante: —Mompa, pongamos la dirección de la casa de tu hermana, que es por aquí cerca…”, recordó el empleado del concesionario.
La dirección suministrada por los compradores fue “Calle 41 No. 20-79”. Sin embargo este domicilio no aparece en la dirección mencionada.
“Esto demuestra que los compradores conocían el sector o por lo menos habían estado dando vueltas por el barrio. La casa no aparece por la nomenclatura. De la 77 se salta a la 81 y la 79 no existe”, precisó un investigador adscrito al caso, consultado por esta casa periodística.
El 4 de enero, Torres Mina volvió al negocio con el acompañante del día 30 de diciembre y pagaron los papeles de la moto, equivalentes a $600 mil.
Posteriormente, la pareja volvió acudir al local comercial el 11 de enero, compraron dos cascos por $220.000 y se fueron en la moto nueva.
La placa asignada al vehículo es la PAL 45E.
Al parecer, Torres Mina decidió comprar la moto nueva y no de segunda, para no correr el riesgo de que les fuera a fallar en momentos de cometer el hecho criminal.
Hoy tampoco se conoce el paradero del vehículo.

Los videos
El segundo individuo que habría participado en el atentado que dejó 5 muertos y 48 heridos hoy es buscado con circular azul de la Interpol.
En varios videos de cámaras de seguridad quedó registrado Jefferson Torres Mina, incluso junto a Cristian Camilo Bellón.
La Policía y la Fiscalía tienen en su poder imágenes del hombre caminado por los alrededores de la Estación San José minutos antes de los estallidos. Incluso en uno de los registros se aprecia que Torres Mina deja un paquete cerca de la Estación, que podría ser una de las bombas que posteriormente fueron accionadas.
En otra de las imágenes, se ve al hombre afrodescendiente, de barba y gorra negra, caminando en repetidas ocasiones por el frente del Centro de Atención Inmediata del barrio Soledad 2000. Así mismo, quedó registrado junto a Bellón caminando por los pasillos de un almacén de cadena, con unos cascos en los brazos.
De acuerdo con las investigaciones, Torres Mina se habría quedado un tiempo considerable en Soledad 2000 y sería quien habría activado el domingo 28 de enero el artefacto explosivo que afectó la estructura del punto de vigilancia y dejó heridas a siete personas.
EL HERALDO conoció que el caucano estudió antropología, filosofía y ciencias políticas y, al parecer, también habría participado en la instalación de los explosivos en la Estación San José, donde la detonación dejó cinco policías muertos y 48 heridos.
El director de la Dijín, general Jorge Vargas Valencia, quien arribó el lunes a Barranquilla, anunció que se ofrece una recompensa de $50 millones por información relacionada con Torres Mina, de 26 años.
“Ellos (Torres y Bellón) vinieron a la ciudad a hacer el daño, no son invisibles, estuvieron enquistados en Soledad y la gente los tuvo que haber visto, es importante que las personas que los identifiquen nos avisen y nos digan con quién los vieron, cuándo los vieron, en qué momento y en compañía de quién. Estamos trabajando con los pobladores porque alguien los tuvo que haber visto”, indicó el alto oficial.
Las autoridades dijeron que es probable de que el sospechoso esté en una zona de frontera, pero que no se tienen indicios de que haya salido del país.