Pandillas: un fenómeno que no se extingue en Barranquilla

Recientemente circuló en redes sociales un corto video tomado con celular en el que se apreció a un joven con un machete en la mano tratando de atacar a otro, aparentemente de menos edad que él, en medio de una riña.

Como si se tratara de un peleador medieval y como si no le importaran las consecuencias, el agresor lanzó un intento de corte con su arma y la víctima, flexionando su cuerpo, por escasos centímetros se salvó de resultar herido de gravedad o, en el peor de los escenarios, sin una extremidad.

Hace diez años, la Alcaldía Distrital de Barranquilla, a través de la Universidad del Norte y la Universidad del Atlántico, llevó a cabo una investigación que permitió evidenciar la presencia de 109 grupos y la participación activa de 2.600 pandilleros. Hoy, después de aquella caracterización, un monitoreo de la Oficina para la Seguridad y Convivencia Ciudadana del Distrito indicó que se calculan alrededor de 2.284 jóvenes que pertenecen a unas 63 pandillas repartidas en las localidades Suroccidente, Suroriente, Metropolitana y Riomar.

'Hoy por hoy las pandillas, acentuadas como clanes que marcan un territorio con líneas imaginarias, se estarían convirtiendo en el ‘outsourcing’ ideal para la comisión de delitos de alto impacto en el Atlántico', detalló una de las fuentes consultadas.

Para el sicólogo Farid Carmona, especialista en docencia universitaria, los enfrentamientos que han ocurrido en las últimas semanas 'son consecuencia de la pandemia, la cual profundizó los problemas económicos, salud mental y falta de oportunidades que son aprovechadas por las bandas delincuenciales'.

Además, señaló que el problema social no solo se presenta en Barranquilla y municipios del Atlántico, sino que también en ciudades como Cartagena y Quibdó, en Chocó.

Desde hace unas semanas se han vuelto recurrentes en los barrios Ciudadela 20 de Julio, Carrizal, Las Américas y Las Cayenas, entre otros sectores, enfrentamientos de jóvenes bajo la lluvia. Además de las agresiones, ocurren hurtos e intimidaciones a transeúntes y vecinos de estos sectores.

Una habitante del barrio Las Américas, quien prefirió no identificarse, contó que cuando llueve, además de vigilar que el agua no se cuele por alguna parte del techo de su vivienda, vive con la zozobra de que alguien de su familia no termine lesionado por culpa de los enfrentamientos de jóvenes. 'Apenas caen las primeras gotas hay que meterse en la casa, ya que combos de muchachos se reúnen en las esquinas, y siempre dicen que nos metamos a la casa. Es preocupante la violencia que se da porque hay niños y observan todo lo que sucede'.

Jair Vega, sociólogo y docente de Uninorte, asocia este tipo de enfrentamientos a 'una población juvenil que no tienen una oportunidad de acompañamiento para terminar la escuela' y cuestiona la falta de apoyo de las autoridades, con relación 'a ver a qué se dedican estos jóvenes en los días que no llueve'.

Por su parte, el jefe de la Oficina de Seguridad y Convivencia Ciudadana del Distrito, Nelson Patrón, apuntó recientemente que una de las posibilidades que existe sobre la frecuencia de enfrentamientos entre pandilleros bajo lluvia es que en el colectivo imaginario de estos jóvenes se maneja que por el agua no hay patrullajes policiales.

Empero, de acuerdo con Patrón, la Oficina para la Seguridad y Convivencia Ciudadana ha denominado un ‘Plan Lluvia’ en articulación con la Policía Metropolitana de Barranquilla. En esta estrategia, los promotores de convivencia de la Alcaldía de Barranquilla y uniformados hacen presencia en las zonas detalladas y desarrollan actividades y charlas de sensibilización que contribuyen con la prevención de los comportamientos contrarios a la convivencia.

Así mismo las autoridades han implementado estrategias para la prevención del delito y la violencia, enfocados en adolescentes y jóvenes desde el núcleo familiar como ‘Vuelve y Juega’. Este programa orienta a la prevención de enfrentamientos que se dan en el espacio público, y a la disminución de la percepción de inseguridad.

El pasado domingo 5 de junio fue asesinado en el barrio Carrizal, en la localidad Metropolitana de Barranquilla, Luis Alfonso Gutiérrez Terraza, de 23 años de edad.

El ataque a bala, que ocurrió a las 3:10 de la madrugada, habría derivado de una vieja rencilla entre la víctima y un pandillero del sector. Al parecer, al asesino no le cuadraba la idea de que Gutiérrez Terraza hubiese tomado la decisión de dedicarse a tener una vida 'normal' luego de prestar el servicio militar.

Testigos dijeron a las autoridades que el hecho de sangre tuvo lugar en la calle 50 con carrera 2F, justo cuando la víctima se desplazaba a pie hasta su lugar de residencia.

Precisamente sobre las cifras de muertes asociadas a pleitos entre pandillas, donde las víctimas fueron jóvenes entre 14 y 24 años, el Observatorio de Seguridad y Convivencia Ciudadana del Distrito solo se limitó a informar que el año pasado cerró con 10 casos menos correspondiente a una disminución del 32 %. Y que durante el primer bimestre del 2022 'se reportó una reducción del 67 % con 2 casos menos que en 2021'.

En cuanto a las lesiones personales 2021 'cerró con una disminución de 68 %, es decir, con 618 casos menos en comparación con 2019, mientras que comparado con el 2020, se redujo en un 12 % con 41 casos menos'.

Dayana Fontalvo, especialista en temas de seguridad y políticas públicas, precisó que este fenómeno de las pandillas aquí y en otras partes de Latinoamérica se asocia a la falta de oportunidades, así como a las necesidades constantes de los hogares: 'Esas son condiciones que los hacen vulnerables a caer en redes de delincuencia juvenil, a integrarse a las pandillas e incluso a caer en el consumo de sustancias psicoactivas'.

La experta manifestó además que los miembros de estas cuadrillas suelen ser jóvenes en promedio de 10 a 26 años, de estratos cero, uno, dos y tres, que escasamente terminan el colegio con bajos niveles de desempeño.

Y añadió que en la radiografía del comportamiento de los pandilleros se ha llegado a concluir que comunes denominadores como malas conductas, problemas familiares y traumas psicológicos, entre otras situaciones, hacen que en el ‘respaldo’ y ‘compañerismo’ de sus colegas pertenecientes a estos grupos encuentren aspectos que en su vida no han recibido.