Trazos que alumbran la oscuridad del aborto
A través de sus ilustraciones, la pintora española Paula Bonet rompe el silencio que habita sobre el aborto espontáneo. Es una de las invitadas a la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
Paula Bonet perdió a sus “ratoncitos” cuando aún estaba embarazada. Fueron dos hijos, dos abortos espontáneos cuyo dolor no sabía cómo digerir, ¿había alguien más conversando sobre lo que se siente parir un hijo muerto? Bonet no encontraba compañía.
“Mi ratoncita estaba allí quieta, como una osa silenciosa en hibernación. Tuvieron que sacármela”, se lee en su desgarrador libro Roedores | Cuerpo de embarazada sin embrión (Literatura Random House). En él, esta pintora española plasma su diario más íntimo. Uno en el que a través de ilustraciones y relatos, alumbra la cruda oscuridad del aborto espontáneo.
“Cuando sufrí estos abortos, no tenía las herramientas para gestionar el dolor porque no sabía que era algo tan común. Las pérdidas en los tres primeros meses son muy habituales pero las mujeres no nos lo explicamos. La literatura no lo cuenta, tampoco lo muestra el cine. Todo el discurso femenino, todo lo que afecta el cuerpo de la mujer, la experiencia de vivir como mujer se ha borrado”, defiende Bonet.
Por eso, explica, se atreve a romper ese silencio. Después del primer aborto, la artista fue señalada como “culpable” por no “cuidarse lo suficiente”. Durante su segundo embarazo, cuenta, se obsesionó con la buena alimentación y los buenos hábitos, que tampoco impidieron su segunda pérdida ¿Dónde encontraba consuelo? La bibliografía la rodeaba era poca. Pero se tenía, sobre todo, a ella misma. Y a sus trazos.
“Lo que ocurre es que nos perdemos de la formación emocional e intelectual, la vuestra y la nuestra, porque parte de la formación masculina. Estoy harta de entender y saber cómo es el deseo masculino, me pregunto ¿Cómo se sufre por ver morir a tu hijo?, ¿por qué es heroico que te amputen un brazo en una trinchera, pero se invisibiliza a la mujer que tiene un aborto espontáneo o que muere durante un parto?”, explica y se cuestiona Bonet.
Es que para ella es de “vital importancia” que se nombre el mundo también en femenino. Sabe que la experiencia de ser mujer no se reduce a una vida color rosa, ni entre unicornios escarchados. A Bonet le inquieta “el hecho de que nuestros cuerpos estén tan presentes en la publicidad, tan sexualizados y deformados en una mirada patriarcal, pero que sean tan desconocidos incluso para nosotras mismas”.
Roedores. Cuerpo de embarazada sin embrión es entonces su forma de normalizar una conversación que se tiene con la voz baja. Por eso Bonet no le teme a “pintar embriones, ni mujeres desangradas, ni coños”.
