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César Bolívar
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Tití cabeciblanco, una especie 100% costeña que busca su reconocimiento

La Fundación Proyecto Tití, galardonada internacionalmente, lucha desde hace años por proteger a una especie nativa de la región.

Eduardo carga a los pequeños de la familia mientras Angie posa para unas fotos. Octavio por su parte, anda de un lado a otro. Él es el encargado de proteger el hogar. 

Esta es la familia Once. Un grupo de titíes cabeciblanco que viven en el bosque seco tropical de la hacienda El Ceibal, ubicada en Santa Catalina (Bolívar).

Escenas como esta son comunes en el bosque de 420 hectáreas y en los nueve grupos monitoreados por la Fundación Proyecto Tití, la cual busca promover la conservación a largo plazo de esta especie y de los bosques tropicales que componen su hábitat natural.

Los cabeciblancos, que únicamente se encuentran en la Región Caribe colombiana –el lema de la fundación dice que son 100% costeños–, comparten su hogar con otras  400 variedades de animales.

Recorrido

Mientras recorre el bosque en busca de la familia de Octavio, el macho dominante del grupo Once, Rosamira Guillén, directora ejecutiva de la fundación, explica que el proyecto “fue creado en 1985, en Colosó (Sucre) por la bióloga estadounidense Anne Savage”.

De lunes a viernes el biólogo Luis Soto y el asistente de campo Jeisson Medina,  entran al bosque a observar los diferentes grupos de titíes. De 7 de la mañana a 2 de la tarde aproximadamente, recorren y registran las novedades en las familias. 

“Llevamos un registro de comportamiento y datos ecológicos. Cómo se relaciona cada individuo con el hábitat, qué están haciendo, las vocalizaciones (sonidos que emiten), quién es el vigilante y dónde se encuentran”, cuenta Soto mientras camina entre árboles de gran altura y muestra los frutos y semillas que sirven de alimento para la especie.

Soto dice con gracia que ya se parece físicamente a ellos, que en tamaño pueden llegar a parecerse a una ardilla. Con una cabellera que le llega a los hombros blanca y lisa, el biólogo egresado de la Universidad Nacional asegura jocosamente que “uno se va pareciendo a la especie con la que trabaja”. 

Ellos no intervienen en la vida de los titíes, simplemente observan. Esa capacidad la adquirió Jeisson de su papá, Félix, el primer empleado de la fundación y quién ayudó a Savage a conocer el bosque.

Con un radio de telemetría Jeisson espera un pitido que avise que el macho dominante está cerca. 

La ubicación se logra gracias a que los machos dominantes de cada grupo tienen instalados un transmisor en su espalda, similar a un morral. 

En el camino, que van abriendo con machete, se encuentran con los monos aulladores, ‘vecinos’ de los cabeciblancos, así como los capuchinos cariblancos.

La familia Once es encontrada. Bajan un poco más de “lo normal” porque reconocen a Luis, Jeisson y Rosamira como “amigos”. Quizás ellos no saben que por su trabajo consiguieron el mes pasado el premio de Liderazgo en Conservación que otorga la National Geographic y la Fundación Howard G. Buffett, pero confían en que estos humanos tienen buenas intenciones.

Angie, hija de la “famosa” Támara, se acerca a Jeisson. En ese instante recuerdan a Támara con amor, Rosamira destaca “su capacidad de liderazgo única”, sin contar que vivió más de lo que imaginaban: 17 años. 

Támara fue la imagen de la película Colombia magia salvaje y madre de 27 críos. Ella permitió a los investigadores de campo ser testigos y documentar su vida de una forma cercana para conocer ciertos hábitos familiares.

Como si de sus hijos hablaran cuentan divertidas historias de Guillermo, Savage, Chapek, Scotth, Miranda, y los demás titíes que son nombrados en honor a los donantes. 

“Todos los días la naturaleza nos sorprende. No hay un día en el que no aprendamos algo”, dice Soto.

Aeropuerto

Esta zona fue declarada Parque Natural Regional, pero antes debieron pasar una dura prueba: la construcción de un aeropuerto que serviría para Barranquilla y Cartagena.

El punto era entre las dos reservas de la fundación Proyecto Tití. “Se inició una batalla en la que llamamos a las autoridades, opinión y benefactores para que tuviéramos en cuenta el poquito bosque que nos queda”, cuenta Rosamira.

Fueron años difíciles, con muchas preocupación, “pero afortunadamente no le dieron viabilidad al proyecto. No porque quisiéramos frenar el desarrollo, pero sí logramos que tuvieran en cuenta el factor ambiental”.

Comunidad

Lo que antes era considerado una mascota, ahora es la bandera de las poblaciones. La fundación ha trabajado de la mano de la comunidad para darle el valor necesario a esta especie. 

Actualmente hay titipeluches, titibolsos, titimoñas, e incluso, una tití tienda del que muchas personas de poblaciones cercanas a las reservas se benefician, se educan y defienden al tití, su orgullo.

Críos

Recientemente nacieron 12 críos de titíes cabeciblanco en esta área. Dos de ellos se encuentran en el grupo Once. 

Los estudios realizados por más de 10 años por parte de los biólogos de la fundación han permitido establecer que el embarazo y parto va relacionado con el alimento que tengan.  

Estos estudios se realizan recogiendo la materia fecal de las hembras dominantes para luego realizar análisis endocrinológicos con los que se puede entender el ciclo reproductivo de la especie. Además cómo se están alimentando a través de las semillas que se encuentran en las muestras. 

En la foto Eduardo es quien lleva los dos críos hijos de Angie y pertenecientes a la familia Once.

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