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Rafael Polo
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“En Barranquilla todos sabían quién era Wilfrido Vargas, menos Wilfrido Vargas”

El merenguero conversó con Roberto Pombo, director de El Tiempo acerca de su origen, su música y contagió a todos los asistentes con su ritmo y carisma.

“Es un hombre divertido”, con ese canto y aplausos en la plaza del Parque Cultural del Caribe empezó el conversatorio con Wilfrido Vargas.

“A mi la música se me hizo fácil desde el principio, yo no sé porqué. Yo entendía todas las notas que estaban contenidas en cualquier melodía a los seis años”, confesó entre risas el dominicano, hijo de padres guitarristas y criado en un hogar donde “no había otra cosa que no fuera la música”.

Él empezó en la Banda Municipal de Música y supo desde su primer contacto con la trompeta que ese sería su futuro. “¿Has visto cómo se desmayan las niñas cuando ven a Justin Bieber?, así mismo yo me desmayaba cuando veía la composición de la trompeta”.

De su canción ‘Abusadora’ contó que el hombre despechado “es capaz de hasta cometer un delito. La palabra abusadora es un poema frente a lo que un hombre despechado le quisiera decir a la mujer”, dijo mientras el público estalló en risas. Posteriormente su orquesta la interpretó y las palmas y el baile no se hicieron esperar. 

Habló además de la revolución que le dio al merengue, diciendo que muchas veces sugirieron que debían deportarlo porque no entendía el merengue tradicional. Posterior a ello cantó ‘Palo bonito’ y ‘Comején’ con una orquesta con integrantes barranquilleros los cuales presentó a los asistentes. 

Su experiencia con el tema de Calixto Ochoa ‘El Africano’ fue curiosa. Iba en un taxi, la escuchó verso a verso, llamó a su ‘ejército’ de orquesta y “en 18 minutos estaba la canción grabada, en media hora mezclada y en 24 horas ya era un hit internacional con la emisora de Raúl Alarcón”. 

“Si a mi me preguntaran por la canción más exitosa yo diría que sí a El jardinero, Comején, Abusadora, El africano, porque todas marcan un hito”, afirmó.

“Le canto a uno y también le canto a otro”, decía el dominicano y el público le respondía “Wilfrido Vargas se queda con nosotros”, una constante interacción bajo el cielo barranquillero.

“El loco y la luna no se llama así”, confesó . “Había una canción cuando tenía 7 años que se llamaba ‘Llanto a la luna’ de José Manuel Calderón. Era una canción sincera e ingenua… Y que preguntándole a la luna si ella me quiere”, relató con gracia.

“Cuando crecí seguí con la admiración, cuando ya Wilfrido Vargas es una institución quiere hacerle un homenaje aje a ese tema”.

Terminó llamándose así por los sonidos que hacía Wilfrido a su orquesta para indicar los momentos de las improvisaciones y que al final terminó dejando el ingeniero de sonido y cambiando todos los planes para que fuera “un loco hablándole a la luna”.

Su romance con Barranquilla empezó luego de un par de viajes. “Todo el mundo sabía quién era Wilfrido Vargas, menos Wilfrido Vargas”.

“Diomedes Díaz, Rafael Orozco, Juancho Rois , todos se se sabían las canciones mías y yo decía que las estrellas eran ellos”.

¿Qué va a pasar después de la música urbana?, se planteó el artista. A lo que respondió “sería como pensar qué va a pasar con la gasolina, con Google o con los taxis… Ya veremos”

La velada terminó con el coro “otra, otra, otra” por parte del público.

Fue inevitable para Wilfrido contar la historia de ‘El baile del perrito’ y el origen de la expresión “por la plata baila el mono” que es social y político y al final terminó en cómico.

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