Los seguidores de Ana María Orozco, la recordada Beatriz Pinzón Solano de Yo soy Betty, la fea, y del actor y director Salvador del Solar, conocido por su papel en Pantaleón y las visitadoras, quedaron sorprendidos con su unión el año pasado.
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La noticia se difundió rápidamente entre medios y fanáticos, no solo por la popularidad de cada uno, sino por lo inesperado de esta unión. Desde entonces, se les ha visto juntos en eventos públicos y alfombras rojas, mostrándose cercanos y felices, aunque siempre han sido discretos respecto a su vida privada.
Más allá del romance, lo que ha llamado la atención es cómo su relación también se ha convertido en un espacio de creación. Ambos han decidido explorar el arte en pareja, y de esa exploración nació ‘El árbol más hermoso del mundo’, una obra de teatro en la que interpretan a dos desconocidos que coinciden en un parque natural y, poco a poco, comienzan a compartir reflexiones profundas sobre la vida.
La obra se presenta actualmente en Bogotá, donde ambos pasan temporadas. Ana María, que reside hace años en Argentina, y Salvador, que vive en Perú, se trasladan con frecuencia a Colombia, un punto de encuentro donde además de compartir en pareja, crean.
Según han contado, este proyecto nació desde la improvisación y la necesidad de hablar sobre temas que les interesan. Para Ana María, actuar no es una terapia ni una catarsis personal, pero sí una forma de expresión que le permite conectar con su entorno.
Salvador piensa lo mismo, cree en el poder de la imaginación más allá de la experiencia directa. Ambos construyen desde esa complicidad artística que los une.
“La vida no está fragmentada”, dice Salvador. “Nos llevamos bien en todos los aspectos, y cuando eso pasa, todo fluye, incluso la creación”. La obra, más que un trabajo, ha sido un espacio donde han crecido juntos, sin presión, sin pretensiones, solo desde el deseo de compartir.
Señalan que no se adelantan al futuro, prefieren seguir explorando. Ya piensan en adaptar esta historia al cine y tienen varias ideas en marcha, siempre desde el diálogo y la observación compartida. “Nos gusta ver películas, series, leer... y conversarlo todo. Eso se convierte en materia prima para nuestros proyectos”, cuenta Salvador.
Además, ambos tienen hijas adolescentes, y sienten que ahora, con esa etapa más madura de la vida, se
abre un nuevo espacio para la creatividad. Ana María lo resume con una frase sencilla pero potente: “Crear juntos, para mí, es un lujo”.
