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Economía

La ley del Montes | 2021: ¿el año de la reactivación?

La recuperación del país dependerá de lo bien o mal que nos vaya con el coronavirus.

¿Cómo será este nuevo año en materia económica? La respuesta a esa pregunta depende de una sola palabra: pandemia. En efecto, el comportamiento de la economía del país en este año que comienza estará supeditado a la suerte del coronavirus y del manejo que el Gobierno le dé a la pandemia. Para decirlo en plata blanca: habrá reactivación económica y mayor generación de empleos si logramos minimizar los efectos del coronavirus en el aparato productivo nacional.

Si el Gobierno nacional fracasa en ese intento, entonces el 2021 será peor que el nefasto 2020. En ese sentido, el anuncio del presidente Iván Duque de empezar a aplicar la vacuna contra el coronavirus a partir de febrero es sin duda la mejor señal para volver a encender los motores de la economía.

Ninguna proyección tendrá certeza –incluyendo la de un crecimiento del orden del 5 por ciento, anunciada por el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla– si no se logra controlar los efectos del coronavirus en la población y por consiguiente en la economía.

De hecho, por cuenta de la pandemia, el país perdió el impulso del crecimiento del PIB, que en 2019 había sido del 3,3 por ciento, uno de los más altos en las últimas décadas. El primer trimestre del año pasado –antes de la pandemia– también mostraba resultados esperanzadores en materia de crecimiento y generación de empleos. Pero todo se fue al traste con la llegada del coronavirus no solo en Colombia, sino en el mundo.

A partir de marzo el país empezó a vivir una verdadera pesadilla que aún no acaba, aunque terminó el año con cifras alentadoras. El segundo trimestre del año pasado fue sin duda el peor en la historia reciente del país. Por cuenta de la cuarentena generalizada –que se tradujo en inmovilidad, aislamiento social y suspensión de las principales actividades productivas– más de 5.000.000 de colombianos perdieron sus empleos. ¡Una barbaridad! En ese segundo trimestre el efecto de la pandemia fue demoledor para el país no solo en materia de salud, sino en términos económicos, pues el desempleo se disparó a un 25 por ciento y la actividad económica del país cayó en un 15 por ciento.

Pese a la gradual recuperación de algunos indicadores económicos, como la generación de empleos directos y disminución de la informalidad en algunas ciudades, lo cierto es que los logros no son suficientes, dada la dramática caída de la economía por cuenta de la pandemia. La “reapertura selectiva”, puesta en marcha por algunas ciudades, entre ellas Barranquilla, logró darle un nuevo aliento a sectores que estaban moribundos, como el comercio, inmobiliario, turismo y gastronómico.

Nuevos y drásticos confinamientos durante este año, por cuenta de masivos rebrotes del virus o por demora y atrasos en la aplicación de la vacuna, solo servirán para darle la estocada final a una economía muy frágil que se encuentra en estado de convalecencia.

¿Cómo será el comportamiento de la economía en este 2021? ¿Se repetirá la pesadilla del 2020?

¿Reformas estructurales en tiempos preelectorales?

El país requiere con urgencia tres grandes reformas estructurales: tributaria, laboral y pensional. Las tres permitirán afrontar la crisis de cada uno de esos sectores y mejorar la economía, el empleo y las finanzas del Estado. El Gobierno nacional con el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla,  a la cabeza, también es consciente de ello. De hecho, en marzo presentará la Reforma Tributaria. Carrasquilla sabe muy bien que reformas paliativas sólo servirán para aplazar la solución definitiva a una situación que se ha vuelto insostenible. La gravedad de la economía nacional no se cura con pañitos de agua tibia. Punto. La pregunta es: ¿podrá el Gobierno sacar adelante dichas reformas en un año preelectoral y con congresistas pensando más en su reelección que en la suerte del país? La verdad es que en estas circunstancias es muy difícil –casi imposible– que el Gobierno saque adelante iniciativas que –sin duda– terminarán afectando los bolsillos de la inmensa mayoría de los colombianos, especialmente de la clase media. El presidente Duque –liberado del compromiso de una reelección– bien podría asumir el costo político de liderar las reformas, pero habría que preguntarse qué tanto respaldo tendrá de su partido y de los otros que lo respaldan en esa aventura. No mucho, ciertamente.

Duque, con el sol a las espaldas

El margen de maniobra del Gobierno para reactivar la economía no solo dependerá del comportamiento del coronavirus. La política también jugará un papel fundamental. Este año será el del posicionamiento de las fichas que jugarán por la Presidencia de la República en el 2022. Al no haber reelección, Duque no tendrá nada que ofrecer a los congresistas para que respalden sus proyectos. Sin mermelada es muy difícil que senadores y representantes en trance de reelección se sumen a un gobierno que va de salida. Esa es la triste realidad. Así tratan a los presidentes cuando tienen el sol a sus espaldas. Así ha sido siempre. De manera que Duque deberá capotear el vendaval prácticamente solo, lo que no luce muy alentador. El Centro Democrático –su partido– tendrá que saber distribuir muy bien sus afectos presidenciales con una buena dosis de realismo político. Más de un “precandidato amigo” madrugará a marcarle distancia y luego le mostrará los dientes. La oposición –por su parte– seguirá haciendo su tarea muy juiciosa: negarle cualquier reconocimiento a los logros del Gobierno y mostrándose como el remedio para una enfermedad producida –según los opositores– por los desaciertos tanto del Gobierno como de su partido.

¡Es el desempleo, estúpidos...!

Cerrar el 2020 con un desempleo del 14 por ciento, después de haber alcanzado la cifra monstruosa del 25 por ciento en el segundo trimestre del año pasado, es sin duda un logro extraordinario por parte del Gobierno. Pero no es suficiente. El desempleo sigue siendo el gran reto por cumplir del gobierno de Iván Duque. Llevarlo a un dígito –como lo prometió en campaña– parece más una ilusión que un proyecto viable, mucho más ahora por cuenta de la postración de la economía debido al coronavirus. El desempleo no solo es el gran lastre para dinamizar la economía, sino que se convierte en el motor del pesimismo nacional. Nadie más pesimista que un desempleado. Y ese pesimismo es contagioso, tanto o más que el optimismo. En este nuevo año los gobiernos –nacional, local y departamental– deben apuntar a la generación masiva de empleos, mediante la ejecución de obras de infraestructura que permiten la vinculación directa y formal de miles de personas. La empresa privada también debe hacer una gran apuesta y asumir riesgos para contribuir a la reactivación de la economía. El sector de la construcción debe reactivarse cuanto antes y para ello debe contar con el acompañamiento y la solidaridad del Gobierno nacional. Igual sucede con el turismo, quizás el más golpeado y más lento en su recuperación. Los anuncios del Gobierno para reactivarlo no se materializan porque las ayudas se quedan en manos de intermediarios o en manos de un sector financiero mezquino, que –con contadas excepciones– no entiende la dimensión de la tragedia. La apuesta del Gobierno en este 2021 debe ser, pues, por la generación masiva de empleos. Los ambiciosos proyectos de inversión anunciados por el Gobierno hacen pensar que el semáforo podría pasar de rojo a verde en el primer semestre de este año.

Navegabilidad del Río Magdalena, ¿será que este año sí?

Durante la pandemia –que no acaba hasta que estemos vacunados los colombianos– el campo le respondió al país. El sector agropecuario no solo mantuvo abastecido el mercado nacional, sino que también abrió y amplió nuevos mercados. Ese logro merece destacarse. También debe resaltarse la respuesta del comercio en el último trimestre del año pasado, así como el de la construcción que empezó su recuperación, después de un segundo trimestre del 2020 muy crítico. Este año será fundamental el crecimiento del sector de vivienda de interés social (VIS). En infraestructura, en lo que tiene que ver con la Región Caribe, no se le puede seguir dando largas a la recuperación de la navegabilidad del río Magdalena, iniciativa que arrancó en el primer mandato de Juan Manuel Santos. Ya es hora de que ese sueño se haga realidad. Lo mismo debe ocurrir con la construcción de vías terciarias a lo largo y ancho del país, que permitan dinamizar al campo colombiano. La herramienta para ello es el llamado nuevo presupuesto de regalías, que permitirá una mejor distribución de los recursos.

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