La transición energética en Colombia avanza, pero sus efectos no son homogéneos a nivel regional. En el Caribe colombiano, la transición tiene impactos variados en términos de tarifas energéticas, regalías, y medio ambiente.
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Para abordar esta disparidad, dos centros de pensamiento del Caribe han colaborado en un análisis integral de los efectos de la transición en la región, utilizando el modelo del Centro Regional de Estudios de Energía (CREE). Este análisis se enfoca en seis frentes clave: seguridad energética, fiscalidad, competitividad, eficiencia, impacto ambiental y pobreza energética.
Los centros de estudios económicos Fundesarrollo y Cesore, que en materia de seguridad Energética, los nuevos proyectos de energía alternativas deberán mejorar el acceso a la electricidad en zonas rurales del Caribe, donde aún persisten problemas como el uso de leña y la falta de iluminación.
En cuanto a fiscalidad, agregaron que los departamentos y municipios del Caribe que dependen del carbón y el petróleo enfrentan desafíos significativos debido a la potencial reducción de ingresos por regalías.
“Las energías alternativas no generan regalías, lo que podría provocar pérdida de empleos y recursos fiscales. La diversificación económica y una transición gradual son cruciales para mitigar estos impactos”, dijo Fundesarrollo y Cesore.
En materia de competitividad, resaltaron que los altos costos y la intermitencia del suministro energético afectan negativamente la competitividad del sector industrial y comercial. Además de impactar a los hogares en la región.
Por el lado de la eficiencia, señalaron que en el Caribe colombiano, persisten problemas con la eficiencia y calidad del servicio de energía debido a la falta de inversión en infraestructura, bajo recaudo por parte de los prestadores del servicio, el cobro de pérdidas no técnicas y de la opción tarifaria.
{"titulo":"¿En riesgo la seguridad energética de Colombia?","enlace":"https://www.elheraldo.co/barranquilla/los-crecientes-desafios-para-garantizar-el-suministro-de-energia-y-gas-en-el-pais"}
Sobre impacto ambiental, recalcaron que aunque las energías renovables no convencionales (FERNC) como la solar y la eólica son más limpias, es vital que se instalen sin afectar corredores biológicos o sitios sagrados indígenas. Las preocupaciones ambientales deben ser parte de la planificación de estos proyectos.
En pobreza energética, resaltaron que las comunidades más pobres, especialmente en áreas rurales e indígenas, a menudo no se benefician de las energías generadas en sus territorios. La brecha en el acceso a la energía y los servicios públicos debe cerrarse con los nuevos proyectos energéticos.
“La transición energética en el Caribe debe ser gradual y considerar la sustitución de ingresos fiscales, la diversificación de fuentes energéticas y la capacitación laboral. Se requiere inversión continua del gobierno y la participación de comunidades y empresarios para un desarrollo equilibrado y sostenible”, manifestaron ambos centros de estudios económicos.
Agregaron, en ese sentido, que la región Caribe es fundamental para la economía minero-energética de Colombia, contribuyendo significativamente al PIB y las exportaciones del país.
Recordaron 2023, el PIB regional fue de $142.154 mil millones, con un crecimiento del 83 % desde 2005. La economía regional se basa en servicios, comercio e industria, aunque el sector minero sigue siendo crucial, especialmente en los departamentos de Cesar y La Guajira.
“El Caribe colombiano es responsable de entre el 36 % y el 45 % de las exportaciones mineroenergéticas nacionales. En 2022, las exportaciones de estos recursos alcanzaron los 11.979 millones de dólares, representando el 67 % de las exportaciones regionales. La región debe diversificar su economía y atraer inversiones en energías renovables para adaptarse a la transición global hacia fuentes más sostenibles”, detalló Fundesarrollo y Cesore.
Añaden que Colombia, bajo la política actual, está promoviendo proyectos de energías renovables, especialmente eólicas y solares. El Caribe, con su potencial en estas áreas, está en una posición favorable para liderar en la generación de energía renovable. La Guajira y Cesar están desarrollando proyectos importantes, como parques eólicos y plantas solares, que podrían transformar el panorama energético del país.
“Estos proyectos no solo contribuirán a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también crearán empleos y mejorarán la infraestructura. Sin embargo, se deben abordar desafíos como el acceso desigual a la energía y las demoras en los permisos y consultas comunitarias”, precisaron.
Fundesarrollo y Cesore agregaron que existen grandes oportunidades de minería en el Caribe, como es el caso del cobre y el oro.
“Este mineral (cobre) está ganando relevancia debido a su uso en la transición energética, especialmente en la fabricación de componentes eléctricos y aerogeneradores. Colombia tiene potencial para explorar nuevas zonas de cobre, como en San Matías y otros cinturones prometedores en Córdoba, Cesar y La Guajira. Se recomienda capacitar a la fuerza laboral local, diversificar la economía y asegurar el buen uso de las regalías para evitar problemas típicos de la minería”, expresaron.
{"titulo":"Impacto en inflación y transporte, efectos del alza en valor del diésel","enlace":"https://www.elheraldo.co/economia/economia-sigue-estancada-no-es-el-momento-para-subir-precio-del-acpm-gremios-1119329"}
En cuanto al oro, explicaron que la explotación aurífera en Colombia incluye tanto grandes empresas como minería artesanal. “Aunque el oro sigue siendo un sector importante, es crucial que la minería sea realizada de manera que no fomente economías ilícitas ni degrade el medio ambiente. La explotación debe enfocarse en desarrollo local y en el manejo adecuado de recursos y regalías”.
Por último, concluyen que la transición energética en el Caribe colombiano presenta desafíos y oportunidades. La región debe enfrentar la pérdida de ingresos fiscales y empleo vinculados a los combustibles fósiles, al tiempo que aprovecha su potencial en energías renovables y minerales estratégicos. Una transición exitosa requerirá una planificación cuidadosa, inversión continua y una estrecha colaboración entre el gobierno, las comunidades y el sector privado.
“La clave estará en gestionar equitativamente los recursos, fomentar el desarrollo local y garantizar que los beneficios de la transición energética sean distribuidos de manera justa”, detallaron.
El otro elemento por el que abogan los dos centros de estudios económicos tiene que ver con la necesidad que existan decisiones concertadas entre el gobierno central y las autoridades y comunidades regionales.
“Los ejemplos de la política minera carbonífera del actual gobierno es un ejemplo de lo que se cuestiona en la regiones: decisiones centralista en cuanto a la no adjudicación de los títulos mineros que devolvió Prodeco en el Cesar, la no venta de carbón a Israel y la declaratoria de zona de reserva ambiental en zonas mineras, son decisiones que afectan de manera profunda las finanzas y el bienestar social de los habitantes vulnerables del territorio a cuyas autoridades y líderes nunca se les ha consultado su opinión”, puntualizaron.





















