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Al tiempo que en las tribunas del estadio ‘Sierra Nevada’ se vivía una colorida fiesta en medio de un frenesí contagioso, a varios kilómetros de allí, en los parques de los barrios El Cundí y la Ciudadela 29 de Julio, la alegría y el delirio no era menos.

En pantalla gigante los moradores de estos sectores y otros aledaños, aunque también de algunos bastante retirados, observaron el juego, y, como si estuviesen en las graderías, saltaron y gritaron los goles del Unión Magdalena.

A diferencia del majestuoso escenario deportivo construido en el sector de Bureche, para los XVIII Juegos Bolivarianos, aquí, en los parques (el uno llamado popularmente ‘El Níspero’ y el otro bautizado por la Alcaldía como ‘La Equidad’) no hubo boletas, ninguno tuvo que pagar y el ingreso a los menores era ilimitado.

La tolerancia y el orden imperó, pese a que en la Ciudadela 29 de Julio la transmisión comenzó cuando el juego llevaba 13 minutos. Un imprevisto técnico hizo correr a los dueños de los equipos y también al organizador, concretamente la Alcaldía.

El público guardó compostura, esperó y aplaudió cuando la imagen apareció. Fue tan sonoro, que parecía como si el Unión hubiese anotado un gol.