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Jorge Carrascal eludió las balas por el balón

El volante cartagenero, que  brilla en el Torneo Preolímpico Sub-23, creció en un barrio duro en el que debía saber defenderse y en el que muchos jóvenes valores se han perdido.

Jorge Andrés Carrascal Guardo creció entre sus ídolos futbolísticos y los miedos de una sociedad violenta, de la que puedo hacer parte. En esa pelea por subsistir, perdieron las armas, las pandillas, el robo, la cárcel y las drogas. Ganaron, finalmente, Ronaldinho, Giovanni Hernández, Messi, Neymar y compañía, los grandes referentes en su niñez. En ellos vio el camino que quería seguir, los estilos que quería imitar y las carreras que deseaba emular.

El volante cartagenero, de 21 años, nació el 25 de mayo de 1998 en el sector de Escallón Villa, uno de los barrios más antiguos y populares de la Heroica, muy cerca al emblemático estadio Jaime Morón León, donde algún día Carrascal deseaba comenzar a desplegar todo su talento vistiendo la camiseta del Real, el equipo de sus amores y al que siguió, en algún momento, como barrista auriverde.

Sus inicios en el fútbol no fueron fáciles por el entorno en el que creció, pero gracias a la guía de su padre, Jorge Luis Carrascal, y a la de sus tíos maternos pudo comenzar a crecer y a pulir ese estilo, que luego le valió para dar, rápidamente, el salto al ‘Viejo Continente’.

Sus primeras patadas al balón las comenzó a dar en el Club Deportivo Heroicos, fundado por sus tíos maternos como una iniciativa para promover la práctica organizada del fútbol en el humilde barrio cartagenero. Cuando fue creciendo y lo fueron viendo, muchos equipos —como Academia de Crespo y Paraíso Real— lo pedían a préstamo para torneos infantiles, y así fue viajando y participando en torneos como Asefal y el Ponyfútbol representando a Cartagena.

La violencia interna y externa al fútbol intentó cortarle el camino en muchas oportunidades, pero ahí siempre estuvieron sus familiares para arrebatarle el niño al mundo oscuro del hampa. 

“La falta de oportunidades en mi ciudad es muy complicada. Hay muchos talentos que se han perdido por eso, porque es eso o robar, es eso o terminas en una cárcel o muerto. No te brindan salidas. Y la gente también puede ser muy cómoda, les gusta tener dinero, y si no salen a trabajar, lo buscan de la manera más sucia, vendiendo droga o toda clase de cosas. Y bueno, la verdad es que si yo no hubiera tenido ese apoyo familiar, o el de varias personas que me apoyaron, ahora mismo yo estaría en Cartagena robando por ahí o preso”, contó Carrascal en un diálogo que sostuvo, hace unos meses, con el Diario Clarín de Buenos Aires.

Su estilo de juego —alegre, pícaro, extrovertido— también le trajo muchos problemas de niño. A Carrascal le gustaba “cancherear”, como dicen los argentinos, o hacer “chiches”, como se dice coloquialmente en ‘la Heorica’.

“Yo siempre he sido un jugador talentoso desde niño. Y me gustaba hacer jugaditas, y por eso tuve muchos problemas. ¿Sí me entiendes? Cuando a uno le quieren pegar en el barrio toca pelear, te tienes que hacer respetar. Eso fue algo complicado. Y cuando estaba más pelado yo también peleaba, andaba con cuchillos, todo eso. Era un barrio súper humilde, un barrio muy bajo. Había que defenderse”, recuerda.

El salto

Antes de llegar al profesionalismo, Carrascal tuvo un paso fugaz por Medellín, la que fue, con 11 años, su primera experiencia lejos de los suyos.  Estando allá su deseo a futuro era terminar enganchado a alguno de los clubes tradicionales de la capital de Antioquia —Nacional, Dim y Envigado FC—, pero el club aficionado que lo llevó le incumplió en muchos aspectos y tuvo que regresar con el rabo entre las piernas a Cartagena, donde el pequeño Carrascal dio el salto a la Selección de Bolívar. Fue el primer paso al profesionalismo, porque estando ahí —participando en un torneo en Barranquilla— fue visto por Neis Alfonso Nieto, en ese entonces director de las inferiores de Millonarios, que no dudó en darle el visto bueno para que se convirtiera en ‘Embajador’.

En 2014 llegó el debut, de la mano del DT Ricardo Lunari. “Estábamos eliminados de los cuadrangulares y quise ponerlo unos minutos para que se probara. Creo que entró por Luis Mosquera y tocó un par de veces el balón”, recuerda en orientador argentino.

Con el cuadro albiazul solo  disputó seis partidos (tres de Liga y tres de Copa), pero su participación en el Sudamericano sub-17 con la Selección Colombia —donde anotó un gol— le valió para que, cuatro meses antes de cumplir los 18 años, el Sevilla —que se lo disputó con la Juventus— hiciera una apuesta arriesgada con él, al llevárselo con pocos minutos en el profesionalismo.

Pero todo no era color de rosa. El sueño europeo se convirtió, con el paso de los días, en un calvario. En su primer entrenamiento sufrió una lesión en los meniscos de la rodilla derecha, lo cual lo marginó varios meses de las canchas. . Se tuvo que operar tres veces, la pierna se le infectó y por poco la pierde, según un dictamen médico, “Me salvé por poco”, dijo el colombiano.

Por fin despegó

Con el Sevilla B jugó un solo partido  (28 minutos ante el UCAM Murcia) y luego, tras recuperarse (ya estaban cerradas las inscripciones en España), fue prestado al Karpaty Lviv de Ucrania, una liga exótica en la que —¡por fin!— logró despegar, jugando 40 partidos, 34 como titular, y marcó seis goles. Eso le valió para que el equipo blanquiverde locomprara y luego lo prestara al River Plate argentino, multicampeón local y continental por 18 meses y una opción de compra por 3 millones de dólares, que seguramente ‘el Millo’ hará efectiva, luego del gran Preolímpico que está realizando el ‘Neymar colombiano’, como lo apodaron en Ucrania, aunque a él no le agrada mucho ese remoquete. “Eso es más invento de la prensa”, dice.

Poco a poco Carrascal se ha ido abriendo campo en River bajo la batuta de Gallardo, que le ha brindado su confianza incluso en partidos de alta envergadura en la Copa Libertadores ante Cruzeiro, en Brasil, y Cerro Porteño e Internacional, en el Monumental.

En el club de la banda cruzada acumula 15 partidos (10 de Liga, dos de Copa y tres de Copa Libertadores), que se traducen en 599 minutos. Allá ha encontrado, además, la mano amiga de compatriotas como el barranquillero Rafael Santos Borré y el antioqueño Juan Fernando Quintero.

El Preolímpico de Colombia ha sido el trampolín final para demostrarle al mundo que en nuestro país hay una joya más, que si se sigue puliendo puede llegar a seguir los pasos de los James Rodríguez, Falcao García, Juan Guillermo Cuadrado, Carlos Bacca y compañía.

Queiroz tiene una nueva carta bajo la manga, pero mientras llega esa oportunidad, Arturo Reyes debe sacarle todo el provecho posible a este talento cartagenero que es la esperanza de los hinchas de la selección Colombia Sub-23 para buscar la clasificación a los Olímpicos de Tokio 2020.

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