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Dejarse caer no es tan fácil. Para derrumbarse, en la danza contemporánea, debe ‘partirse’ cada parte del cuerpo. Sarah Gamblin empieza por los dedos. Sube su brazo lo más alto que puede y luego deja caer los dedos al tiempo. Después tuerce suavemente la muñeca, le sigue el codo y, finalmente, el brazo. Lo baja y acerca a su pecho como si cargara un bebé, quizás para protegerlo, hasta encorvar todo su cuerpo y terminar acurrucada, acostada en el suelo.

Gamblin enseña esta técnica a 23 bailarines de música folclórica en Barranquilla. La bailarina es uno de los miembros de la compañía Bebe Miller, una prestigiosa escuela estadounidense de danza contemporánea que arribó a cuatro ciudades del país para promover intercambios culturales y exploración creativa, una iniciativa de la Embajada de Estados Unidos y su programa Dance Motion.

La coreógrafa afroamericana Bebe Miller está presente y es muy observadora. Mira cómo los bailarines de la Academia de baile Mónica Lindo, que suelen contonearse a ritmo de cumbia, mapalé o garabato, incursionan en un estilo que nace como alternativa al ballet clásico, a finales del siglo XIX.

Para Miller, danzar es tener fe en el cuerpo humano, en su movimiento como un registro del pensamiento, la experiencia y la belleza. Es un acto de reconocimiento del uno al otro.

'Estamos vivos y entonces nos movemos. El baile es una manera de pensar y no solo de moverse', considera Miller.

Por eso, los primeros ejercicios son de improvisación, de reconocimiento del espacio y del cuerpo.

Darrell Jones, otro de los bailarines de Bebe Miller, anima a los de Mónica Lindo a moverse como se sientan, con el sonido de su nombre y de los tambores. A paralizarse cuando así lo quieran, a hacerse consciente de la conexión entre el coxis y la cabeza.

En la danza contemporánea todas las partes del cuerpo juegan. Las piezas pueden tener un carácter abstracto o narrativo. Por eso Gamblin y Jones piden a los bailarines de folclor que eleven las manos con el aire, que dejen respirar la columna o florar los dedos en el cielo.

'En la danza, sea folclor o contemporánea, las personas son la conexión. Nuestra manera de hablar se entiende, el cuerpo entiende, a pesar que no hablemos el mismo idioma', dice Miller.

En eso coincide la oreógrafa y folclorista Mónica Lindo, quien relaciona algunas técnicas de la danza contemporánea con el mapalé o el son de negros.

'La danza folclórica deviene de los movimientos naturales de los seres, de toda la ritualidad que hay en el marco de las coyunturas culturales. La danza contemporánea es también ese movimiento libre y espontáneo. Entre ambas hay un encuentro en el que el cuerpo de forma natural hace ese tipo de movimientos fluidos y orgánicos', considera Lindo.

Justo ese ritmo afrocolombiano es el que más identifica a los bailarines de Miller, quienes pidieron una muestra de folclor. En ese momento, Jones no necesitó inducción alguna para pasar del contemporáneo al mapalé.