El Heraldo
Yorman lamenta el robo de su cicla (i). William le entrega otra bicicleta al joven rappitendero (d). Twitter @ReneJassir y cortesía
Barranquilla

Una historia llena de solidaridad que nace por causa de la delincuencia

A un rappitendero le robaron la bicicleta con la que trabajaba, pero un ciudadano le regaló otra. El domiciliario retribuyó el acto con otro buen gesto en medio de la pandemia.

Yorman Ceballos –un venezolano de 26 años– fue uno de los protagonistas de una historia cargada de solidaridad, pero que empezó a tejerse con un acto de delincuencia del que fue víctima el pasado lunes, en el norte de Barranquilla.

Hacia las 2:30 de la tarde de ese día, Yorman llegó en su bicicleta a una oficina de giros internacionales, ubicada en la carrera 43 con calle 82, para enviarle $30.000 a una amiga que vive en Medellín, quien –según su relato– “es madre de un bebé y pasa por un mal momento económico”, por lo que quiso tener el gesto “para que comprara unos pañales”. Quizá fue aquí cuando, sin saberlo, empezó a sembrar lo que más tarde recogería.

El joven dejó la cicla afuera y recostada en lugar donde podía verla mientras esperaba su turno para hacer el giro. Cuando llegó a la ventanilla, Yorman cuenta que se agachó para abrir su morral, sacó el dinero y se lo entregó a la persona que lo atendía. En cuestión de segundos, volteó a ‘tirarle un ojo’ a la bicicleta, pero ya no estaba.

“Inmediatamente salí, pero no vi a nadie. Por un momento pensé que quizá había sido un compañero del trabajo que la vio y la cogió. Luego, una persona me dijo que un hombre la había cogido y se había ido en contravía por toda la 43”, detalló Yorman, a quien la delincuencia le había arrebatado no solo su medio de transporte, sino con el que trabaja repartiendo domicilios en Rappi, desde hace más de un año.

Minutos después de haber sido víctima del robo. Tomada de Twitter @ReneJassir

Ayuda en las redes

Ente lágrimas, Yorman duró más de una hora pensando cómo iba a hacer para seguir trabajando y desplazarse hasta su casa. En ese lapso, agotó la opción de que un guardia le mostrara las cámaras de seguridad para ver si podía conseguir alguna pista, y un hombre apareció ofreciéndole publicar su caso, nombre y teléfono en las redes sociales, para ver si alguien le daba una mano.

Mientras algún otro buen samaritano aparecía, Yorman emprendió la caminata en busca de una cicla prestada para seguir laborando. Fue en ese momento cuando le timbró el celular y era William Torres, un ciudadano que reside en el barrio Paraíso, quien le ofreció ayuda.

“El señor William me preguntó que si ya había solucionado y le dije que no. Me dijo que pasara por su casa, que me iba a dar una bicicleta. Contacté a un compañero de Rappi, me rescató en su cicla y me fui en barra hasta la carrera 66 con 81. Cuando llegué, lo llamé al celular y salió de su casa con una bicicleta y me la dio”, explicó Yorman.

Como gesto de agradecimiento, el joven sacó de sus bolsillos $20.000 que le habían quedado tras ponerle el giro a su amiga, e intentó dárselos a William, pero este no se los recibió.

“Cuando le estoy entregando la cicla, él me va dar $20.000, pero le dije que no me diera nada; que cogiera esa plata y, en acción de gracias, comprara un mercado para dárselo a alguien que lo necesitara”, contó William en diálogo con EL HERALDO.

Los dos jóvenes que Yorman escogió para ayudar. Cortesía

Cumplió su palabra

Dos días después, el pasado miércoles, Yorman salió de su casa a eso de las 10 de la mañana, dispuesto a cumplir su promesa.

“Entré a un supermercado y pensé que podía ayudar a más de una persona, entonces compré dos mercados. Mientras lo hacía, le mandaba fotos al señor William para que viera que estaba cumpliendo con mi palabra”, dijo.

Con las dos bolsas en su cicla, Yorman tomó rumbo a buscar a quienes se las entregaría. El primer beneficiado fue un joven que cuidaba carros y que no había tenido un buen día, y el segundo fue un vendedor ambulante, que estaba con su esposa e hijo.

“Uno estaba cuidando carros desde las 7 de la mañana y solo llevaba $7.000 ganados. Y el otro era un venezolano que vendía pañitos húmedos, con quien me solidaricé porque yo también comencé aquí en Barraquilla como vendedor ambulante y sé lo duro que es”, detalló Yorman, quien lleva dos años y medio radicado en la capital del Atlántico.

Han pasado un par de días desde que esta historia empezó forjarse y Yorman aún sigue recibiendo llamadas de ayuda y William de felicitaciones.

“El pago para mí fue ver que el favor que yo hice se convirtió en una cadena de favores. Ojalá y todos pudiésemos hacer lo mismo. Lo más bacano de esto es inspirar a hacer un acto de bondad puro sin recibir nada a cambio”, expresó William.

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