
Las mujeres Caribe en el poder político
La gobernadora Elsa Noguera y la consejera para las Regiones, Karen Abudinen, analizan los retos para que haya más mujeres en lo público.
El liderazgo de las mujeres de la región Caribe se abrió un espacio en el sector público. Por su trabajo, un grupo destacado de ellas se ha ganado un reconocimiento político y ciudadano en los últimos años para ocupar cargos importantes a nivel territorial y nacional.
Las mujeres de esta zona del país se destacan actualmente liderando procesos como alcaldesas de ciudades capitales, gobernadoras, ministras y altas consejeras de la Presidencia de la República.
Resalta en los últimos años el trabajo de Elsa Noguera de la Espriella, actual gobernadora del Atlántico; Karen Abudinen Abuchaibe, alta Consejera Presidencial para las Regiones; y Margarita Cabello Blanco, ministra de Justicia. También Ángela María Orozco, ministra de Transporte; Alicia Arango, ministra del Trabajo y; Virna Jonhson, alcaldesa de Santa Marta; y Raiza Deluque, Consejera Presidencial para la Juventud.
De la prevención al respaldo
La gobernadora del Atlántico, quien también ha sido alcaldesa de Barranquilla (2012-2015) y ministra de Vivienda (2016-2017), es una de las principales figuras de la política de la región en la actualidad. En las pasadas elecciones territoriales logró una contundente victoria para hacerse al actual cargo, logrando la histórica cifra de 687.000 votos (66%).
Pero Noguera cuenta que la confianza es algo que se ha ganado con trabajo y resultados positivos, y que no siempre ha sido así. Recuerda que cuando aspiró a la Alcaldía de Barranquilla había “cierta prevención” por su condición de mujer, la primera electa por elección popular en esta ciudad.
“Hoy no siento ningún tipo de resistencia, pero claro que lo viví cuando comenzó la Alcaldía. En ese momento sentía la desconfianza sobre si sería capaz de hacer un buen papel. Y al final, demostramos que valió la pena votar por mí y todas las mujeres que me acompañaron en mi gabinete”.
Reconoce que para una mujer hacer política no es algo sencillo porque esta “es una región tradicionalmente machista”, pero sostiene que una vez se abren esas posibilidades, todo empieza a cambiar. De siete departamentos y ciudades capitales, actualmente solo Elsa Noguera y Virna Jonhson ocupan este tipo de cargos en la región.
La gobernadora está convencida que solo con equidad de género se logrará un verdadero progreso y desarrollo. Por ello, asegura que siempre ha conformado equipos de trabajo mixtos, con igualdad de participación femenina y masculina.
Para avanzar en este tema –destaca– se necesitan dos cosas: mujeres que se atrevan y más oportunidades para ellas, porque “hay muchas dispuestas a entregar el alma por lo público y lo privado”.
Una de las mayores satisfacciones de Noguera es ser la inspiración para que muchas niñas del departamento y la ciudad no solamente sueñen con ser reinas del Carnaval de Barranquilla, que tiene un gran valor, sino también con ser alcaldesas o gobernadoras. “A nosotras, cuando nos dan la oportunidad, la botamos toda”.
Trabajo por las regiones
La alta consejera Karen Abudinen, quien ha pasado por las secretarías de Gestión Social (2012-2014) y de Educación del Distrito de Barranquilla (2016-2017); así como por la dirección de Primera Infancia del ICBF (2011-2016), dice que su pasión y entrega 24/7 al trabajo le ha permitido liderar procesos de transformación social en todo el país.
“Hemos demostrado que sí podemos, que tenemos las capacidades intelectuales, personales y de sensibilidad para atender las necesidades de los ciudadanos, ser gerentes y transformar vidas, eso es muy importante. Estamos en igualdad de condiciones para llegar a cargos como la Presidencia de la República”, sostiene.
Abudinen afirma que las mujeres tienen todo para ejercer políticas públicas y ejecutar programas y proyectos desde el sector oficial o privado de la mejor manera. Y coincide con Noguera en que el reto es lograr que más mujeres se atrevan a entrar en lo público. “Nuestro conocimiento, disciplina y entrega nos permite destacarnos en lo que hacemos y tener importantes resultados para la sociedad en general”.
Legislación
En Colombia hay un marco normativo progresista respecto a este tema. El artículo 43 de la Constitución señala la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres; y el artículo 13, el deber del Estado de promover las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y se adopten medidas a favor de los grupos discriminados o marginados.
Por Ferney Rodríguez Serpa*
El posiciona-miento político de la mujer en el poder público ha sido producto de un trasegar minado de dificultades, a causa de las barreras que les ha tocado superar a su paso, desde administrativas, laborales y económicas, hasta muros complejos como la cultura machista, pasando también por la carga de la crianza de los hijos y los prejuicios religiosos.
Con ello, se evidencia que en el pasado se desmeritó en casi todos los escenarios a la mujer. Esto obedeció a lamentables apreciaciones sobre la mujer, reducidas solo para la compañía de hombre en su rol de esposa, la procreación y los quehaceres del hogar.
Tal visión del mundo sobre las mujeres por fortuna se fue diluyendo gracias a las reivindicaciones de género lideradas por grupos sociales de presión conformados por mujeres. Lo anterior ha permitido replantear las relaciones sociales de dominación. El punto de quiebre de este cambio social tiene origen en la educación, especialmente en los valores universales de la educación superior, que han permitido el empoderamiento de las mujeres.
Por fortuna, hoy se ha naturalizado la presencia de la mujer en el sector público y privado. La historia reciente da muestra de mujeres muy bien preparadas como la gobernadora del Atlántico, Elsa Noguera; la ministra de Justicia, Margarita Cabello; y la alcaldesa de la capital de Colombia, Claudia López, entre otras destacadas.
Aunado a la capacidad académica, se destaca en la presencia de la mujer en el poder político su integralidad, ética, pulcritud y responsabilidad, no solo por su mayor compromiso social, sino por el amor que les imprime a sus acciones, a las cosas que hace, de ahí que ellas, y solo ellas, pueden ser sentipensantes en el poder político.
*Sociólogo, abogado y magister en Derecho Procesal.
Por Emma Doris López Rodríguez*
El liderazgo de las mujeres y su participación política en los escenarios donde se toman las decisiones, ya sea a nivel de Gobierno o al interior de los partidos políticos, es un asunto crucial que genera beneficios en la sociedad, y afianza la inclusión como necesaria en las dinámicas de la democracia, gobernanza y gobernabilidad.
Actualmente, la participación femenina en Colombia no es equivalente y muy poco guarda las proporciones en lo que corresponde al porcentaje de las mujeres electas en los escaños para acceder a un cargo de elección popular en los Concejos, Asambleas, Alcaldías, Gobernaciones o Congreso de la República. Una causa directa es la persistencia de barreras invisibles que limitan la participación política.
Las barreras patriarcales, los techos de cristal, el ser femenino, la matriz cultural, la edad, maternidad y el tema etnias son factores que limitan el ejercicio político y favorece que los resultados en materia electoral no sean positivos en muchos casos.
Es importante disponer de mecanismos, voluntad política, capacitación y un plan financiero de campaña con enfoque de género, que ayuden a reconocer el problema para disponer de soluciones que mejoren la baja participación en política de las mujeres, algo que aún subsiste en la región Caribe y a nivel nacional.
La participación política es un derecho que implica el 50/50. Sin el concurso de las mujeres no hay democracia. Además, la creación de canales legítimos para establecer comunicación y concertación con las entidades gubernamentales y partidos políticos es una exigencia urgente, y ello permite trascender en la disminución paulatina de la violencia en política que afecta a candidatas, parlamentarias, servidoras públicas, alcaldesas, diputadas, senadoras y concejalas.
En el aumento de la participación de las mujeres es determinante que se incremente su visibilidad a través de las organizaciones públicas, y a la vez concretar alianzas multisectoriales que coadyuven a toda esta transformación que se requiere para limitar la incidencia de la violencia política en población femenina, que por ciertos períodos asume el compromiso de candidaturas o roles de liderazgo para tomar decisiones en las estructuras del Estado.
*Investigadora, activista de derechos humanos y feminista.