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El Eje Cafetero guarda en sus entrañas fascinantes paisajes verdes y montañosos que son admirados con perplejidad tanto por los visitantes como por quienes tienen la fortuna de llevar su vida en este territorio, mientras el viento corre siempre a favor de los amantes del café, arrastrando su exquisito olor hasta todos los rincones.

En el corazón de esta región se encuentra Aguadas, municipio de 23 mil habitantes ubicado en el norte de Caldas que hace parte de la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia, conformado por 17 en total, y que se ha convertido en los últimos años en un destino imperdible dentro de la ruta cafetera, abriéndole las puertas a miles de turistas nacionales y extranjeros que se quieren maravillar con la belleza andina y conocer parte de la historia de nuestro país a través de la identidad aguadeña, cargada de cultura, tradición, música y artesanía.

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Fotos archivo EL HERALDO

La primera sonrisa de los foráneos que visitan Aguadas va por cuenta del clima, tan agradable que nunca hace demasiado frío ni calor, con temperaturas que oscilan entre los 20 y 23 grados en el día y bajan hasta los 14 grados en la noche. Uno de sus atractivos es la niebla que cubre el pueblo, sobre todo al amanecer, por lo que es conocido como ‘La ciudad de las brumas’.

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Luego está su gente, inolvidable por su calidez, amabilidad y sonrisa incansable. “Este pueblo es perfecto”, dicen con orgullo los locales al encontrarse con turistas, que cada vez son más vistos por las calles del municipio, deleitándose con el café cultivado en las fincas y comiendo pionono, el postre típico de este lugar, cuyas recetas tradicionales son un secreto solo conocido por las familias Valencia Aguirre y Jaramillo Toro.

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Las fábricas del pionono aguadeño tradicional se encuentran en tres casas familiares, a pocas cuadras de distancia una de la otra, donde son acogidos los extraños que desean saborear las recetas originales, que tienen como ingredientes principales el arequipe, breva y bocadillo, y escuchar las diferentes historias que hay detrás de este manjar, que guarda cierta similitud con el brazo de reina en su presentación. Aunque en el proceso de preparación participan hasta diez personas, solo uno o dos integrantes de cada familia conocen el toque secreto que hace especial su receta.

Fotos archivo EL HERALDO

Un poco más retiradas del casco urbano del pueblo se encuentran las fincas cafeteras, a las que se puede llegar en jeep, el transporte más usado en el municipio, y que cuentan con las mejores vistas del paisaje natural. Allí se conoce de primera mano el proceso de cultivo y cosecha del café, incluyendo la experiencia de recolección y secado del fruto.

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Aguadas, que hace parte del Paisaje Cultural Cafetero, es el municipio de Caldas que más produce café, la mayor cantidad para exportación debido a sus altos estándares de calidad. A nivel local es bastante consumido como bebida caliente, para empezar y finalizar el día, para recibir y despedir visitas, para cerrar negocios, para combatir el frío y el calor, para acompañar las tres comidas y para escuchar música. Siempre es una buena ocasión para degustarlo.

Fotos archivo EL HERALDO

En algunas fincas también tiene su inicio el proceso de elaboración del sombrero aguadeño, cuyo estilo tradicional tiene denominación de origen, que es el reconocimiento que hace el Estado al “posicionamiento de un producto con un nombre geográfico que ostenta unas calidades gracias a su origen geográfico y a sus factores humanos, y que han sido sostenidas y controladas a lo largo del tiempo”, según explica la Superintendencia de Industria y Comercio.

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La paja con la que las tejedoras elaboran los famosos sombreros aguadeños es extraída de la palma de iraca, que es cultivada por campesinos y campesinas en una zona delimitada entre los 1.400 y 1.600 metros sobre el nivel del mar. Estas condiciones geográficas se cumplen en territorios aledaños a Aguadas, no en el municipio por su altitud. De la palma madura se utilizan los cogollos verdes y el tratamiento de estos demora hasta una semana para obtener la paja, pasando por el ripiado con tarja, la exposición al vapor en baño maría durante varias horas, secado a la sombra, luego al humo de azufre por 12 horas nocturnas (para garantizar el color blanquecino) y al sol a lo largo de dos o tres días.

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Este material pasa a las tejedoras clasificado por el grosor de la paja, que es lo que determina la calidad y el precio del producto final. Entre más delgada sea la paja, más se valorizan los sombreros, que se categorizan así: extrafinos (muy menuda la paja y el tejido apretado), finos (menudo) y corriente (grueso).

Fotos archivo EL HERALDO

“La atención en detalles como la orientación de la paja para que siempre quede con el lado liso hacia la parte exterior del sombrero, o que en el momento de hacer el tejido -que es un entramado de pajas que se cruzan una a una entre sí- no se escape alguna paja en alguna vuelta del tejido que luego implique una ‘trampa’, o pasar una paja por encima de dos pajas juntas, también son criterios empleados para identificar la calidad del sombrero que tejen, así como su precio”, se lee en el Museo del sombrero aguadeño Don Samuel.

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Fotos archivo EL HERALDO

La zona urbana del municipio igualmente tiene mucho por descubrir. El Centro Histórico fue declarado en 2001 como Bien de Interés Cultural (BIC), recorrer sus calles es apreciar la belleza de las casas patrimoniales, coloridas y de arquitectura colonial. Otro punto obligatorio es el Parque de Bolívar, adornado por varias araucarias y donde se encuentran una pileta, traída desde New York a comienzos del siglo XX, el Templo de la Inmaculada Concepción y una réplica de la Estatua de Bolívar.

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Tampoco se puede abandonar este destino sin dejarse deslumbrar por la hermosa vista de las montañas y del pueblo que concede el Cerro de Monserrate, el mirador con panorámica natural de 360° más famoso de Aguadas.

Fotos archivo EL HERALDO

Una ocasión ideal para visitar el municipio es el Festival Nacional del Pasillo Colombiano, que se celebra generalmente el tercer fin de semana de agosto cada año. Es por eso que los pasados días 16, 17 y 18 el pueblo vivió la versión 33 de esta fiesta que reúne a los mejores exponentes de la música andina colombiana.

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Los triples, guitarras y bandolas resuenan en las calles y casas de Aguadas durante el Festival para resaltar la importancia de este género como símbolo de la herencia musical del municipio. En los tres días de festejo se presentan agrupaciones y solistas de diferentes regiones del país para rendir homenaje a este ritmo. La programación incluye competencias en las distintas modalidades interpretativas del pasillo (canto, baile y composición), así como un desfile, conciertos, talleres, conferencias y exposiciones, entre otras actividades culturales.

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En diálogo con EL HERALDO, Luz Elena Castaño, secretaria de Cultura de Caldas, explicó que el Festival Nacional del Pasillo Colombiano nació en 1990 “por la idea maravillosa de los aguadeños Marino Gómez Estrada y Aníbal Valencia, quienes querían consolidar a Aguadas como un punto de encuentro de las músicas andinas colombianas. Entonces surgió la idea de un aire como lo es el pasillo. El municipio tuvo tres exponentes muy importantes, los hermanos Hernández, y a partir de esto se dio la iniciativa de hacer el Festival en homenaje a ellos”.

Destacó Castaño que es importante el pasillo y este festival porque “es uno de nuestros aires importantes de la región Andina colombiana y porque en este festival se participa en todas las áreas de interpretación del pasillo: los intérpretes vocales e instrumentales; los bailarines, en el Concurso Nacional de Coreografía modalidad grupo y modalidad pareja; y los compositores de letras y músicas, en el Concurso de Obras Inéditas Vocales e Instrumentales”.

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Para preservar la interpretación y amor por este género, se realiza el Encuentro Nacional de Pasilleritos. “Eso nos garantiza la permanencia en un futuro constante de nuestra música andina colombiana”, expresó la secretaria de Cultura Departamental.

Alcaldía de Aguadas, Caldas.

Con esta amplia oferta turística, Aguadas busca consolidarse como un destino muy apetecido tanto por colombianos como por extranjeros.

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“Dentro de la Red Nacional de Pueblos Patrimonio se ha querido conformar una red regional con los municipios del norte de Caldas y el sur de Antioquia para hacer todo un corredor turístico, es decir, que los turistas vengan visitando Salamina y Aguadas por parte de Caldas y se desplacen hacia Antioquia para visitar Jardín, Jericó y Santa Fe de Antioquia”, precisó Laura Bustamante, de la agencia de turismo Raíces Cafeteras, que ofrece tours guiados por el pueblo.

Fotos archivo EL HERALDO

¿Quién es el ‘Putas de Aguadas’?

Este mágico pueblo también es conocido por ser la tierra del ‘Putas de Aguadas’, un personaje mítico que forjó su fama como “el que todo lo puede, el que todo lo hace, al que nada le teme y al que todo se le mide”.

En cualquier esquina del municipio se puede conocer la historia de este personaje, pues todos los aguadeños crecen asombrados con las hazañas del ‘Putas’, el hombre más “berraco” de Aguadas y sus alrededores que tuvo la valentía para pelear contra el diablo y la osadía de ganarle.

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Según dicta la tradición oral, es poseedor de un gran carisma, inteligencia, astucia y sabiduría. Su historia de vida ha sido directamente relacionada con la del pueblo, atribuyéndole incluso la creación del famoso Puente Piedra, una enorme roca de 80 toneladas que habría sido puesta por el mismísimo ‘Putas de Aguas’ sobre el río Arma.

Además, existe una versión que indica que fue este hombre el que descubrió la receta del pionono, hoy símbolo de la cultura aguadeña.

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“Según un libro del autor Juan Ramón Grisales Echeverri, Quico Quintana ‘el Putas de Aguadas’ tenía que conquistar un nuevo territorio y antes de ir a hacer negocios hizo un pacto con el diablo. Le dijo que necesitaba ayuda para convencer a la gente. Entonces el diablo le dio una receta, prometiéndole que todo aquel que la probara le iba a decir ‘sí’; esa receta era la del pionono aguadeño”, detalló Laura Bustamante, de Raíces Cafeteras.