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Charly García es gratis

Los ojos plácidos tras los lentes, un esbozo de sonrisa bajo el bigote bicolor. Tranquilo. Pausado. Un Charly García que no es igual al de antes pero es el mismo de siempre. El músico genial, la voz del rock and roll rasgado, el escritor de canciones sin fin, el héroe de la libertad en Argentina y Latinoamérica, el infante terrible de 60 años.Es la primera vez que viene a Colombia ‘sobrio’ tras su desintoxicación de 2008 a 2009. No parte las guitarras, canta las canciones completas, no se baja los pantalones, no madrea a la Policía, no le pega a nadie, no está en los huesos, tiene 20 kilos de más, no se va antes de tiempo y llega temprano.Pasadas las 9 de la noche, tras una introducción con imágenes en las pantallas de sus álbumes con las bandas Sui Generis, Porsuigieco, La máquina de hacer pájaros, Serú Girán y de solista, suena la guitarra de Cerca de la revolución y aparece Charly con una especie de gabán y en el brazo derecho el brazalete de Say no more. Toda su banda, The Prostitution, lo porta y el bombo de la batería también: “no es solo una cuestión de elecciones, no elegí este mundo pero aprendí a querer”.Es el cierre de los tres días del 18 Festival Rock al Parque, en el que tocaron unas 63 bandas que ejemplificaron bien el lema del evento en 2012, ‘La fuerza de la diversidad’, por la heterogeneidad de participaciones y propuestas musicales. Entre los invitados a los tres escenarios dispuestos en el Simón Bolívar estuvieron los costeños de 69 Nombres, Sicotrópico, La Mákina del Karibe y Systema Solar, dejando en alto, mucho más arriba del cenit cundiboyacense, el nombre y el apellido del Caribe.Luego de la movida ‘Fanky’, el arpegio en re y la menor de Rezo por vos y en las pantallas un emotivo homenaje a Luis Alberto Spinetta, fallecido en febrero pasado y con quien García grabó esta canción y a quien quiso como un hermano y admiró como un padre del rock argentino.Todo el parque, unas 80 mil personas, corean el clásico Los dinosaurios y a la fría noche capitalina se le pone la piel de gallina mesozoica: “los amigos del barrio pueden desaparecer, los cantores de radio pueden desaparecer, los que están en los diarios pueden desaparecer, la persona que amas puede desaparecer”.Sube al escenario Andrea Echeverri, de Los Aterciopelados, premeditada y divina, con todo el universo en la cabeza: un sombrero de planetas de colores y un saco fucsia, y hacen juntos Pasajera en trance, y la gente aplaude el místico dúo y ellos se abrazan al final cariñosamente.Pasan Un perro andaluz, una “peliculita” de Luis Buñuel y Salvador Dalí, en la que Charly se inspiró para un tema homónimo con Serú Girán. Aprovecha para descansar. El pasado 9 de junio se desvaneció en un concierto en Córdoba, Argentina, por una crisis hipertensiva causada por los muchos cigarrillos que aún se fuma. Tiene sobre sí una vida de excesos. Tres veces estuvo internado en clínicas para dejar las drogas y el alcohol, se tiró de un noveno piso y cayó a una piscina, peleó a trompadas con todos, tuvo una novia de 15 años teniendo él cincuenta y tantos, le prohibieron entrar a Uruguay, destrozó todos los hoteles, tocó Chopin a los seis años, tiene oído absoluto (sabe los acordes exactos con solo escucharlos), empezó a ganarse la vida tocando en el 67, oyó a los Beatles y a los Rolling Stones y a Bob Dylan, es considerado una leyenda viva del rock latinoamericano y Fito Páez y Andrés Calamaro y Gustavo Cerati lo celebran como su maestro.La gente: ¡oeoeoeoe Charly, Charly! Y él toca Demoliendo hoteles: “yo que crecí con Videla, yo que nací sin poder, yo que luché por la libertad y nunca la pude tener”, justo una semana después de que un tribunal argentino confirmara la condena de prisión perpetua al primer presidente de la última dictadura argentina (1976-1983), Jorge Videla, por el asesinato de 31 personas a las que acusaron de ‘revolucionarios’. Y Charly celebra, porque él fue uno de los artistas emblemas contra la represión al sur, y jugando con metáforas en sus canciones por los años en que la junta militar censuraba las letras, logró cantar contra la dictadura sin que se dieran cuenta los de ultraderecha y con el guiño desde el corazón de los argentinos que anhelaban la libertad y la justicia.Está en el escenario con Fabián Quintiero (Soda Stereo) en los teclados, Fernando Samalea (Cerati, Calamaro, Joaquín Sabina) en el bandoneón, Rosario Ortega en los coros, Carlos García en la guitarra, Carlos González en el bajo, Antonio Silva en la batería, Christine Brebes en el violín, Julián Gándara en el cello y Alejandro Terán en la viola.Anhedonia, Pecado mortal, “son un público divino, los amo”, Eiti Leda, se va, “¡oeoeoeoe Charly, Charly!”, Rock and Roll Yo se va de nuevo, ha tocado dos horas, “¡otra, otra, otra!”.Sale, se sienta al piano y toca Canción para mi muerte, pero nadie se lo perdonaría.Por Tomás Betín del Río

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