El Heraldo
Habitante de la Jegua transportándose en canoa. María Victoria Bustamante
Sucre

Jegua, el pueblo de Sucre que vive entre las aguas

En la Mojana y el San Jorge sucreño las familias damnificadas están esperando las ayudas humanitarias solicitadas ante los gobiernos anterior y actual, que aunque se comprometieron, no han cumplido a través de la UNGRD.

Mientras en la ciudad de Sincelejo la motocicleta es el medio de transporte de todos, en Jegua, corregimiento de San Benito, en la subregión del San Jorge, lo es la canoa.

En cada una de las 230 casas que conforman esta población del sur del Sucre la canoa no es un lujo, es una necesidad y más en esta temporada invernal que por lo menos en este año no les ha dado tregua.

Las aguas no les han permitido ver ni pisar tierra firme.

En algunas casas puede haber hasta dos canoas, mientras que en otras ninguna, por lo que deben arrendarlas a un precio que oscila entre los 80 y los 100 mil pesos mensuales. El objetivo es tenerla porque es la única forma que tienen para salir de sus casas a hacer diligencias y hasta pescar para subsistir.

Comprar o mandar a hacer una de estas canoas o barquetas vale de 500 a 700 mil pesos, dependiendo no solo de los metros y la capacidad, sino también de la madera “que debe ser buena, resistente al agua porque a eso es a lo que se va a enfrentar, a las aguas”, dice Anuad Silva Méndez, un poblador de El Limón, población cercana a Jegua, y quien lleva años dedicados a la elaboración y reparación de canoas.

En la casa de este ciudadano hay un pedazo de tierra seca, pero este solo les permite desplazarse en su casa y el patio, pues para salir es en canoa porque San Benito es un municipio que posee 114 cuerpos de agua que en estos momentos están en niveles altos y por eso la vida de sus pobladores es entre las aguas.

En algunas semanas los niveles bajan, pero las canoas siguen siendo necesarias y más ahora con los anuncios del Ideam de que lo que viene para finales de año es una temporada de lluvias con alcances al Fenómeno de La Niña.

María Victoria Bustamante

Anuard tiene 38 años y por estos días de invierno dice que se le ha disparado el trabajo no tanto para hacer nuevas barquetas o canoas sino para repararlas y el costo de ello varía dependiendo del daño que tenga ese medio de transporte.

Katia Acosta Mayoriano es una de las habitantes de Jegua, su casa está diagonal a la Iglesia. Ella confirma que entre agosto y diciembre de 2021 estuvieron bajos las aguas, fue “una Navidad y Año nuevo inundados, con tambos dentro de las casas a una altura cercana al techo como los tenemos ahora y por eso pasamos afueras de nuestras casas y solo entramos para dormir”, anota Katia.

En este 2022 las inundaciones las afrontan desde el mes de marzo, es decir, llevan 6 meses entre las aguas “y la situación es muy difícil porque además de no haber podido sembrar este año por no tener tierra seca tampoco hay pescado, esta escaso”.

Ella lleva 22 años habitando en Jegua y dice que pese a las grandes corrientes de agua nunca ha salido de su casa, ha permanecido sobre tambos al interior de esta con su esposo y sus 4 hijos que pese a sus cortas edades, el menor de 9 años, son unos diestros en el manejo de las canoas que ellos alquilan porque no tienen una propia.

A esta y otras comunidades de San Benito afectadas por el invierno este año las han atendido, no a todas, con ayudas humanitarias donadas por el Plan Mundial de Alimentos, la FND y el municipio.

A Jegua hace dos meses el alcalde Manuel Cadrazco Salcedo y la gestora social Milagro Martelo le llevaron ayudas representadas en alimentos, pero siguen necesitando más, al igual que el 70% de este ente territorial que está afectado con la temporada invernal. De los 20 corregimientos hay 14 inundados, de las 30 veredas hay damnificados en 24, además de 15 de los 42 barrios de la zona urbana.

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