A veces, Catalina Mendieta miraba su reflejo en la cámara del celular más de lo que observaba a su hija. No por vanidad, sino por necesidad. Porque en la era de los filtros, hasta el cansancio debía verse bonito.
Era madre primeriza, tenía 29 años y un Instagram lleno de frases de autoayuda. Desde afuera, parecía tenerlo todo bajo control, como una lactancia exitosa, métodos de crianza respetuosa, meriendas saludables. Toda “una mamá 5 estrellas”. Pero nadie sabía que lloraba por las noches con el celular en el pecho, sin entender por qué su vida se sentía tan rota cuando se suponía que era perfecta.
Catalina, como muchas mujeres hoy, vivía dos maternidades al mismo tiempo: la que mostraba al mundo y la que sufría en silencio.
Y es que las redes sociales cambiaron la forma en que se comparten los momentos, pero también reconfiguraron lo que significa “ser una buena mamá”. Serlo, hoy, es una mezcla imposible de amor incondicional, productividad, autocuidado, alimentación orgánica, estimulación oportuna, y una sonrisa siempre lista para “stories”.
“Nos convertimos en producto. En vez de criar, estábamos creando contenido. Mi hija no cumplía un mes cuando ya estaba pensando en cómo hacerle una sesión temática para publicarla”, expresó Mendieta.
Una vez se sintió culpable por no grabar la primera vez que su hija caminó. “Pensé: ‘¿y ahora qué subo?’. Y me odié. ¿Cómo es posible que en lugar de emocionarme, pensara en el contenido?”
Maternidad bajo presión
En la era de los “tips de crianza” en TikTok y las madres “perfectas” en Instagram, ser mamá se convirtió ahora en una especie de “escaparate público” donde todo se evalúa, se comenta, se juzga. Así lo expone la psicóloga Daniela Granados, quien asegura que las redes sociales están alterando profundamente la forma en que las mujeres perciben su propio rol como madres.
“Las redes pueden generar una fuerte sobreexigencia en muchas madres, que terminan comparándose constantemente con modelos idealizados de la maternidad. Esto afecta directamente su autoestima y las aleja de su intuición, esa sabiduría interna con la que nacemos para acompañar a nuestros hijos”.
El fenómeno no es aislado. Basta con recorrer durante unos minutos el mundo digital para encontrarse con imágenes editadas, niños impecables, almuerzos saludables y mamás que sonríen mientras hacen todo bien. Pero detrás de esos perfiles pulidos, muchas veces hay una carga silenciosa de angustia, culpa y autoexigencia.
“Esto lleva a una desconexión con su propio proceso y, peor aún, a una crianza que no responde a sus realidades, sino a modelos ajenos. Siguen teorías o ejemplos vistos en redes, sin contar con herramientas reales para adaptarse a su propio contexto”, añade Granados.
Uno de los principales riesgos es la idealización de la maternidad ajena. En la comparación constante, se pierde de vista algo fundamental: que cada madre es única y cada niño también. Criar no puede ser una receta universal. No hay filtros ni likes que puedan definir el vínculo genuino entre madre e hijo.
El problema no es solo lo que se muestra, sino lo que se omite. En redes no se ve el cansancio extremo, las noches en vela, las dudas, los errores ni las renuncias. “Y al no verlo, muchas mujeres creen que lo están haciendo mal. Que están fallando. Cuando en realidad están viviendo la maternidad de forma humana, no ideal”, añadió.
Una lucha diaria
Catalina lo entendió. Se dio cuenta de que estaba criando desde la comparación, no desde el amor. Y que en su intento por ser la madre “perfecta”, estaba perdiendo lo más valioso y es la conexión con sus hijos y consigo misma. Entonces decidió desconectarse un poco del ruido digital y conectarse más con su realidad.
“Me di cuenta de que mis hijos no necesitan a una mamá perfecta. Me necesitan a mí, presente, real, con errores, pero también con amor del bueno”.
Más allá de la maternidad, son muchas las mujeres que deciden imitar los patrones instaurados en redes sociales, dejándose llevar por tutoriales que en muchas ocasiones no están avalados por profesionales.
Y es que la publicidad hipersegmentada utiliza algoritmos para identificar los intereses, comportamientos y vulnerabilidades de cada persona. “Esto crea mensajes a medida que pueden parecer inofensivos, pero que muchas veces calan hondo en las inseguridades, especialmente en temas tan delicados como la salud sexual y reproductiva de las mujeres. Ellas reciben anuncios todo el tiempo”, dijo la psicóloga Fernanda Villanueva.
¿Cómo proteger la salud mental en tiempos de redes sociales?
Frente a este panorama, cuidar la salud mental se ha vuelto tan importante como asistir a una cita médica. Así lo asegura la psicóloga Tatiana Martínez, quien advierte que la presión silenciosa que ejercen las redes sociales puede ser devastadora para las madres si no se establecen límites saludables.
“Para promover la salud mental en medio de este escrutinio virtual, se recomienda seguir cuentas que promuevan una visión realista y positiva de la maternidad”.
Además, sugiere recuperar el tiempo propio: ese espacio íntimo y sagrado que no desaparece con la maternidad, pero que muchas veces se abandona.
“Actividades como el ejercicio, la meditación o simplemente disfrutar de algún pasatiempo. También compartir experiencias con otras madres o buscar grupos de apoyo donde se pueda proporcionar un espacio seguro donde te sientas cómoda para poder expresar emociones y recibir ese apoyo, y si es muy complicado de manejar, iniciar psicoterapia”.