Si Hollywood fuese un reino en donde el monarca fuese aquel director que más recauda en taquilla con sus películas, la corona sería indiscutiblemente para James Cameron. El nacido en Ontario, Canadá, el 16 de agosto de 1954, a sus 70 años es quizá el cineasta más prolífico en cuanto a ganancia de dinero de sus filmes se trata.
Con títulos rutilantes como: Terminator, Titanic, Avatar o Mentiras verdaderas, el tres veces ganador del Óscar, se ha posicionado como un director que su nombre es sinónimo de éxito, en los que la ciencia ficción ha estado presente y los aspectos técnicos han sido su gran obsesión.
Desde temprana edad, mostró un interés voraz por la ciencia, la tecnología y la exploración del espacio. Fue un niño curioso, alimentado por las obras de H.G. Wells y las películas de ciencia ficción de la época. Sin embargo, no fue hasta que vio 2001: Odisea del Espacio (1968) de Stanley Kubrick que se despertó en él la idea de fusionar su pasión por la ciencia con su amor por el cine.
Después de mudarse a Estados Unidos en su adolescencia, Cameron estudió Física y luego se inclinó hacia la escritura. Su obsesión por comprender cómo funcionan las cosas, desde la tecnología hasta la psicología humana, definiría su carrera como director.
Por eso, ahora que festeja su cumpleaños número 70, EL HERALDO revisita su obra y consultó a expertos del séptimo arte para intentar entender en dónde está la clave de su éxito.
Un director perfeccionista
Cameron no inició su carrera en Hollywood de manera convencional. Durante sus primeros años, trabajó como camionero mientras, en su tiempo libre, aprendía por su cuenta los aspectos técnicos del cine.
Esta autodisciplina lo llevó a conseguir un puesto como maquetista en la productora de Roger Corman, conocida por hacer películas de bajo presupuesto. Aquí, Cameron no solo desarrolló habilidades técnicas cruciales, sino que también entendió cómo optimizar los recursos en producciones de alta exigencia creativa.
Su primer gran salto fue con Piraña II (1982), un proyecto problemático que, aunque no fue un éxito, le sirvió de aprendizaje. De hecho, durante la producción de esta película, Cameron tuvo una pesadilla en la que un cyborg emergía del fuego, lo que daría lugar a la historia que lo catapultaría al estrellato: Terminator.
Para Jerónimo Rivera, doctor en Comunicación y quien es miembro votante de los Globos de Oro, estas ganas de aprender desde el empirismo se debe a que Cameron es un director sumamente perfeccionista.
“Se toma realmente todo el tiempo del mundo para hacer cada una de sus películas, para planearlas, para ejecutarlas, es un tipo polifacético y de hecho buena parte de su mala fama tiene que ver con eso, con el hecho de que él quisiera prácticamente desde manejar la cámara hasta poner las luces, el sonido, actuar, dirigir, hacer el sonido, todo”.
Es por ello que Cameron, a pesar de ser tan exitoso, no supera las 10 películas hechas en su carrera, siendo que ha estado activo desde finales de los 70.
“Es un director muy de la vieja escuela, del estilo de John Ford o del estilo de Stanley Kubrick o de Charles Chaplin, que querían tenerlo todo absolutamente controlado y se diferencia de otros en que es un director que justamente acompaña los proyectos de principio a fin”, añade Rivera.
Conectando con la audiencia
Pero, más allá de su calidad como cineasta, una de las claves de su éxito está en que ha sabido conectar con la audiencia. Prueba de ello es que tres de sus largometrajes (Titanic y Avatar 1 y 2) están entre las cinco películas más taquilleras de todos los tiempos.
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Para el realizador audiovisual barranquillero Álvaro Serje, el canadiense logra conectar con la audiencia de maneras que muy pocos directores pueden hacerlo. Esto se debe a que genera empatía y, aunque no se note, sus cintas tienen un toque de humor.
“Cameron tiene un gran sentido del humor aunque no parezca, pero sus películas tienen como una manera de construirse poco a poco con humor y cierta calidez que hacen que sus historias calen muy bien en el público y también creo que él ha logrado una combinación única de tecnología y storytelling”.


