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“Arauca no es como lo pintan”, expresa Mayra Cuenza, una mujer que impulsa el ecoturismo, cada vez que invita a locales y extranjeros a conocer este departamento ubicado en el oriente de Colombia. Y tiene razón, este territorio es mucho más que sus estigmas negativos, es tierra de joropo, de amaneceres que enamoran, de cantos de vaquería y de gente pujante y trabajadora.

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Entender la riqueza cultural de esta zona significa pasear en medio de la inmensidad del llano, visitar fincas con miles de hectáreas, escuchar cantos tradicionales y bailar al compás del arpa llanera.

Arauca, que tiene siete municipios, entre ellos, la capital que lleva su mismo nombre y que limita con Venezuela, es considerado el segundo departamento productor de cacao. Un fruto, que además de ser el principal ingrediente del dulce más apetecido por muchos en el mundo, se ha convertido en un orgullo para los araucanos.

Por ello, recorrer los cultivos de cacao es una actividad casi que obligatoria para conocer el corazón de quienes están detrás del proceso de la transformación de este grano. Desde el paso del sembrado hasta ver el cacao completamente molido, los turistas podrán apreciar el arte de hacer chocolate.

Fotos archivo EL HERALDO

La ganadería también es una de las principales fuentes de ingresos de Arauca y no solo eso, es el mayor reflejo de la cultura llanera. Durante las jornadas de trabajo, los auténticos llaneros demuestran sus habilidades en las labores de vaquería como lo son el arreo del ganado, el ordeño de las vacas o la enlazada del caballo, y en cada una de estas entonan cantos para tener mayor conexión con los animales.

Los cantos son una manifestación cultural y un símbolo de la tradición oral de más de 200 años, reconocidos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la humanidad en el 2017.

Fotos archivo EL HERALDO

“Lo más bonito de que a uno le sigan los pasos como llanero es que no se acaben las tradiciones, que no las echen en el olvido y que las conozcan de otras partes”, manifiesta Henry García, un trabajador del llano, quien en su finca Campo Alegre enseña a los aventureros cómo son las faenas en las planicies llaneras, los juegos tradicionales y la entonación de sus cantos para mantener la tradición entre las generaciones futuras.

Villa de Santa Bárbara de Arauca, nombre completo del municipio capital del departamento araucano, tiene extensos terrenos en los que se pueden encontrar espacios amigables con el medio ambiente. Uno de ellos es la Reserva Ecológica La Fortaleza. Allí, sus visitantes aprenderán de la permacultura, un estilo de vida ecológico; de la apicultura; disfrutarán de alimentos orgánicos; de amaneceres y atardeceres que embellecen los llanos y hasta de una ‘bufaloterapia’, que es una “forma de desestrés con los animales”. Así lo explicó Mayra Cuenza, quien junto a su hija de 18 años emprendió este proyecto para promover el ecoturismo en Arauca.

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En Colombia hay una enorme riqueza en fauna y flora. Prueba de ello son las tierras araucanas, donde los amantes de la naturaleza no se querrán perder el avistamiento de aves y toninas en el río Arauca, o del roedor más grande del mundo: el chigüiro, una especie en peligro de extinción que habita en las sabanas de la región Orinoquía.

A lo largo de esta afluente, que separa a Arauca de Venezuela, locales y extranjeros apreciarán las aves que hacen parte de las 1.941 especies que existen en el país. Además, de los delfines que cautivan con su presencia en las aguas araucanas. Sin duda, Arauca es un tesoro de los llanos colombianos que vale la pena descubrir.