Con el objetivo de contribuir a la memoria urbana de la ciudad y al reconocimiento de personajes que han sido claves para la construcción de cultura, se creó el ‘Premio de Crónica Heriberto Fiorillo’, el cual hace parte del Portafolio de Estímulos de la Secretaría Distrital de Cultura y Patrimonio de Barranquilla.
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Se trata de la primera edición de la Beca para la creación y publicación de trabajos escritos en el género de crónica cultural, Heriberto Fiorillo, en el área de Medios culturales, comunitarios y alternativos.
Con esta línea de apoyo, se propuso honrar la memoria y la trayectoria del maestro Heriberto Fiorillo, quien rescató La Cueva y fundó el Festival Internacional de las Artes.
Los merecedores del galardón fueron: primer puesto, Marcela Raiza Jimenez Striendinger, que obtuvo premio de $ 6.000.000; segundo puesto: Alfredo Leonardo Baldovino Barrios, premio de $ 4.000.000; tercer puesto: Lusdary Yulithza Martínez Castillo, premio de $ 3.000.000 y cuarto puesto: Adlai Stevenson Samper), premio de $ 3.000.000.
Cada uno de ellos recibió un libro con el mismo título del galardón: ‘Premio crónica Heriberto Fiorillo’, en el que están compilados cada uno de los textos ganadores.
'Eso permite no solo que se reconozca públicamente a los autores, sino que también tengan la oportunidad de que su libro se dé a conocer en la ciudadanía, el producto del trabajo se socialice y se comparta con la ciudadanía', dijo el secretario de Cultura, Juan Carlos Ospino en diálogo con EL HERALDO.
Tejiendo heridas
En lo más alto del podio se posesionó Raiza Jiménez, comunicadora social y periodista, escritora de la novela ‘Duermevela’, quien también trabajó para esta Casa Editorial.
Su crónica ‘Entre la miasis y la esquizofrenia’ fue la que más conquistó al jurado. Cuenta la historia de la diseñadora Emilia Babilonia, quien padece la enfermedad y era habitante de calle en Barranquilla.
'Ella tenía una herida en la cabeza que le dejaba su cráneo expuesto y tenía gusanos. Yo una vez la vi caminando por la calle y decidí contar su historia para mostrar la situación que viven numerosos habitantes de calle que padecen enfermedades mentales como la esquizofrenia y de esta manera hacer un llamado social para que el Estado se apersone de la situación de estos seres humanos'.
Su pasión por el periodismo social la ha llevado a relatar este tipo de historias. 'Actualmente , Emilia tiene una excelente calidad de vida'.
Un aroma de mujer
Con 45 años, Alfredo Baldovino, ocupó el segundo lugar gracias a su crónica ‘Café con aroma de mujer’. Es licenciado en español y literatura, músico, y también fue colaborador de la revista Latitud de EL HERALDO.
'La crónica trata sobre vendedoras de tinto venezolanas. De un tiempo para acá me empezó a llamar la atención ese fenómeno que se estaba dando en Barranquilla, situaciones como estas son rápidamente normalizadas y se asumen como si siempre hubieran estado allí, pero realmente algunos años atrás los vendedores de café eran hombres en puntos estacionarios y de un momento a otro llegó la afluencia de vendedores venezolanos'.
Baldovino se dirigió a los puntos con más presencia de vendedores como el Paseo Bolívar y hasta el municipio de Soledad, en donde se dedicó a buscar los testimonios que protagonizan su historia.
El goce desde la escritura
‘Después de la rueda: un ritual que lava el dolor’ fue la crónica merecedora del tercer lugar escrita por la Licenciada en Humanidades y Lengua Castellana, Lusdary Martínez.
'Aborda la experiencia vivida en las ruedas de cumbia que se realizan cada primero de enero en Barrio Abajo. Observar y leer cómo se mueven las personas y la ciudad a partir del goce de la música, del baile y del Carnaval que se avecina'
Con ello, quiso dar a entender desde la escritura las condiciones necesarias para que el tiempo y el espacio se detengan durante las horas que ocurre la rueda de cumbia.
Tras los Recovecos
En el cuarto puesto quedó la crónica ‘Tras los Recovecos de la Cueva’ del escritor, investigador cultural y editor, Adlai Stevenson Samper.
'Narra más o menos la historia de cómo se craneó la nueva Cueva, porque la vieja pues había casi que desaparecido. Yo fui testigo de esos hechos porque fui el asistente, jefe de investigación del Libro de la Cueva de Heriberto Fiorillo y trabajé casi dos años en su apartamento'.





















