'Medir cien veces y cortar una vez'. Esa precisión y meticulosidad definen el arte y trabajo que hace Carlos Arcieri Ripoll, un lutier barranquillero reconocido por haber tenido en sus manos verdaderas obras de arte hechas instrumentos de cuerda.
Un lutier es una persona que se encarga de darles una segunda vida a instrumentos de arco y cuerda, aunque también están incluidos aquellos que hacen guitarras. Este oficio, que es un arte en sí mismo, necesita de varias artes para ejecutarse.
Así como el cine necesita de la literatura, la fotografía, el teatro y la música para poder existir. Un lutier necesita ser pintor, para poder darle vida con los colores al instrumento; escultor, para realizar las partes que deban hacer desde cero; físico, pues necesita saber a qué presión tensar las cuerdas para que el sonido sea el más armónico posible y químico, para saber qué tipo de barniz usar en cada caso.
'Hay que sentir la madera, conocerla, para hacer un sellamiento progresivo. La perforación de la base y el barniz, que va encima, es un arte muy complicado', dice a El HERALDO, Carlos Arcieri, mientras disfruta de su estadía en Barranquilla para festejar sus 80 años de vida.