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El reloj marca las 5:00, la tarde va cayendo con la poca brisa que corre a esa hora por la ciudad en esta época del año. Con un rosario en mano, como todos los días de lunes a viernes, Aida Pupo se sienta en frente del televisor —donde la espera el padre Ramón Zambrano del canal Cristovisión, como a cientos de feligreses— dispuesta a convertir la sala de su casa en un espacio de oración. Aferrada a la crianza en el catolicismo que desde muy niña tuvo en su natal Mompóx, Bolívar, y que le fue inculcada por sus padres, siente que rezar los rosarios de la Coronilla de la Misericordia y a la Virgen María todos los días de la semana la ha ayudado a sobrellevar los tres meses que lleva sin pisar la calle.

Esa ceremonia casera, dice, le da 'cierta tranquilidad' en medio de los titulares que lee diariamente en los medios de comunicación, los mismos que a ratos le producen 'angustia'. Además, expresa que siente que es una manera de ejercer su religión desde casa, ya que no puede ir a la iglesia como solía hacerlo cada domingo.

'Yo rezo para que se acabe la pandemia pronto porque está muriendo mucha gente, además que el encierro está afectando mental y emocionalmente a las personas y también la economía parece que va en picada. Todos los días hay malas noticias y le pido a Dios que tenga misericordia', explica.

Aida Pupo es mi madre. Una mujer que durante cuarenta y cinco años ejerció como maestra en diferentes colegios de Barranquilla y cuyas labores siempre alternó con la vida familiar y diferentes actividades sociales. Aunque dejó de trabajar hace casi cinco años, su vida continuó igual de activa, y a pesar del encierro actual, ha encontrado diferentes maneras de que eso no cambie, incluso, manifiesta que las horas del día no le alcanzan para todo lo que quiere hacer.

En su rutina, la única actividad que permanece igual que antes es el regado de las plantas que adornan su patio, entre las cuales tiene flores como rosas y cayenas de varios colores, trinitarias y helechos. Durante varios años se reunía con un grupo de vecinas en el parque Las Américas a hacer ejercicio todas las mañanas, ahora lo hace en casa a primera hora. Entre los nuevos hábitos que ha adquirido está llenar sopas de letras y colorear mandalas. Esto —especifica— le ha ayudado a trabajar 'la memoria y la concentración'. Hace varias semanas empezamos a jugar parqués y debo decir que nos encanta por igual, por primera vez hemos compartido tiempo de calidad con juegos de mesa.

'Hace varios años compramos ese parqués y nunca lo habíamos usado. Es una manera de reírnos, divertirnos sanamente y pasar tiempo juntos, lo cual antes de cuarentena era muy escaso porque aunque vivimos juntos, veía a mi hijo muy pocas veces por su trabajo', señala.

El teléfono es su mejor aliado y aunque antes sabía lo básico como llamar y enviar mensajes de texto y stickers por WhatsApp, ahora ha aprendido a hacer videollamadas frecuentes con su hija que está estudiando en Nueva York, sus amigas, sus hermanos en diferentes ciudades de Colombia y sus sobrinos que están en Barranquilla y fuera del país.

Así como mi mamá, hay muchos adultos mayores para quienes estos meses se han convertido en oportunidades para adquirir nuevos hábitos o ejecutar por primera vez algunas ideas que por falta de tiempo, motivación u otras razones, habían postergado por mucho tiempo.