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A 10 años de haber sido aprobada, a través del Acto Legislativo 02 de 2004, la figura de la reelección en Colombia no sale bien librada y es considerada más como una norma para 'atornillarse en el poder' con el argumento de que 4 años no alcanzan para terminar todas las tareas de un presidente.

Eso fue lo que alegó Álvaro Uribe al hacer modificar la Constitución y es lo que hoy argumenta Juan Manuel Santos en busca de un periodo más como jefe de Estado.

'Perversa', 'inconveniente' y 'perjudicial' son algunos de los calificativos que, analistas y dirigentes políticos, expresan en torno a esta figura que dejó, desde un comienzo, un reguero de críticas y escándalos durante su trámite y aprobación.

Por ejemplo, los representantes a la Cámara Yidis Medina y Teodolindo Avendaño fueron condenados por vender sus votos, como lo señaló la Corte Suprema, para aprobar la modificación de la Constitución del 91, mientras que los exministros Diego Palacio y Sabas Pretelt y el exsecretario de la Presidencia Alberto Velásquez, funcionarios del Gobierno Uribe, fueron llamados a juicio por cohecho, por un fiscal delegado ante el máximo tribunal de justicia del país.

Así como a Uribe se le cuestionó por impulsar la llamada Yidispolítica para hacerse reelegir, hoy los señalamientos a Santos por las dádivas entregadas tienen el nombre de 'mermelada', bajo la figura de los cupos indicativos de inversiones que son gestionados por congresistas para las regiones.

La Misión de Observación Electoral, MOE, considera que la reelección ha afectado el orden constitucional colombiano y solo ha servido para que funcione un sistema de compra de apoyo desde la Presidencia o de respaldos por dádivas de parte de congresistas.

Al respecto, el candidato presidencial por la Alianza Verde Enrique Peñalosa afirma que 'no me gusta la reelección' y cree que es mejor que haya 'un periodo de cinco años sin oportunidad de reelegirse'.

EL PODER Y LOS ABUSOS. El presidente del Partido de La U, Sergio Díaz-Granados, opina que esta figura 'debe eliminarse' y que se implante un 'periodo a lo mexicano', es decir que los presidentes gobiernen durante 6 años, sin que puedan volver a candidatizarse.

El senador electo Horacio Serpa, Partido Liberal, dijo en una de sus recientes visitas a Barranquilla que es partidario de eliminar dicha figura, pero, como lo propuso durante la discusión de la Constitución de 1991, que el 'periodo presidencial sea de 5 años'.

La politóloga Alexandra García, en cambio, considera que si bien la reelección fue aprobada sin tener en cuenta otras modificaciones, que 'mantuvieran el equilibrio de poderes' y garantizaran que no habría abuso de parte de quien tuviera la posición dominante en el poder, dice que no debe eliminarse.

Opina que demasiadas reformas constitucionales 'no son buenas para la estabilidad del sistema político' y señala que si esta norma ya existe 'lo que hay que hacer es establecer los controles necesarios para que no se abuse del poder'.

Opinión de los especialistas

'Un daño enorme para la economía', Joseph Dacarett, empresario y analista.

'La reelección depende de la madurez política de cada país. En EEUU vemos que la reelección ha dado resultados, pero en Colombia –sin que esto sea algo personal contra algún candidato– lo que estamos viendo es que se vuelve perversa en el sentido de que los presidentes prácticamente compran con contratos, dádivas o ‘mermelada’, como lo quieran llamar, la reelección.

De acuerdo con la estructura política de país, donde conocemos que no hay una verdadera democracia y que muchísimas elecciones que se dan están comprometidas con favores, me parece muy malo que el presidente se reelija. Creo que el presidente deja casi que de gobernar en el último año para concentrarse en la reelección y eso le hace un daño enorme a la economía del país'.

'Cuatro años son suficientes', Clara López, presidenta del Polo Democrático.

'La reelección ha resultado ser un tóxico para la democracia. Ha alterado el equilibrio de los poderes. Toda la arquitectura constitucional de pesos y contrapesos se vino a pique. Y se convirtió en un incentivo para que el presidente en vez de gobernar se haga reelegir.

Hoy tenemos gravísimas consecuencias para la gobernabilidad del país y para la limpieza de las elecciones, como se ha visto con la utilización de dineros públicos con el cuento de la ‘mermelada’, que es otra palabra para la corrupción.

Los dineros del Estado se están usando para la reelección y no para mejorar los servicios y las políticas públicas. La reelección debe acabarse. No es una figura que le haya hecho bien al país. 4 años bien gobernados son suficientes para gobernar y si no se piensa en la reelección'.

'Se ha afectado el Estado' Alejandra Barrios, directora de la MOE.

'Preferiría, y pienso que sería mejor, 6 años sin reelección; ahí tendrían que incluirse alcaldes y gobernadores. Ampliar a 6 años permitiría un Gobierno más tranquilo, sin que esté permanentemente extorsionado, por que aquí no es solo el presidente el que tiene la capacidad de hacerlo sino que también hay una extorsión desde la clase política que se beneficia de la Presidencia.

Es decir esto es de lado y lado: el uno tiene la capacidad de ofrecer cosas, pero en la medida en que las entregue lo que termina es desestructurando el Estado y como las instituciones quedan en manos de grupos políticos, el Ejecutivo va perdiendo la capacidad de maniobra; por el otro lado, los grupos políticos empiezan también a extorsionar a cambio de dar apoyo por prebendas o a cambio de contratos'.

'No gobiernan por reelegirse', Omar Yepes, presidente del conservatismo.

'A mí me parece que el Congreso debe ocuparse de la reelección inmediata y eliminarla. Se debe pensar en prorrogar el periodo a 5 años –6 me parece demasiado– para que el primero le sirva al gobernante para informe de la marcha del Estado y elabore su plan de Gobierno, y los restantes sean para ejecutar.

Más adelante, si el país considera utilizar la experiencia de un expresidente, valdría la pena reutilizarla si goza de crédito ante la opinión pública.

Creo que la persona que toma el poder y comienza a pensar en su reelección pierde autonomía porque tiene que estar saturando de beneficios a determinadas organizaciones o personas para garantizarse su respaldo y desperdicia buena parte de su tiempo pensando en la reelección y no se ocupa de los problemas nacionales'.