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La victoria de José Antonio Kast en Chile sin duda reconfigura el mapa político de la región, que viene de darle una “oportunidad” a la izquierda, pero que nuevamente ha decidido abrirles campo a los oponentes más recalcitrantes de la otra orilla, quienes además han expresado abiertamente su afinidad con el gobierno de Donald Trump en Estados Unidos y su firme oposición a mandatos como el de Gustavo Petro en Colombia y Nicolás Maduro en Venezuela.

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Kast, quien se hizo a la jefatura de Estado con el 58,1 % de los votos frente a la izquierdista Jennette Jara (que obtuvo el 41,8 %), conforma ahora, junto con la Argentina de Javier Milei, el bloque ultraderechista del cono sur, aunándose también con los gobiernos del ecuatoriano Daniel Noboa, el de Santiago Peña en Paraguay y el de Nayib Bukele en El Salvador.

Este giro pone en la lupa a países como Colombia y Perú, que se aproximan a sus comicios presidenciales —mayo y abril, respectivamente—, pues, según coinciden analistas, en cada una de las naciones en las que se ha dado el retorno de la derecha o la ultraderecha, uno de los factores en común es que las personas están votando por candidatos que ofrecen soluciones inmediatas a problemas como el de la inseguridad y, en ambos países vecinos, el espejo es el mismo frente al aumento de esta problemática.

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Para Nicolás Freire, cientista político y académico de la Universidad Católica de Valparaíso de Chile, hoy día, “a partir del fracaso interno que están teniendo las izquierdas en América Latina y particularmente aquella izquierda en la que se habían puesto nuevas esperanzas, se termina no con una alternancia, sino con una elección distinta, con un voto más a la ultraderecha, y ese es un fenómeno más mundial que regional”.

Freire recuenta lo sucedido en Europa: “Comenzó a pasar en Hungría con Orbán, en España con Vox, siguió en Italia con Fratelli d’Italia, que hoy día tiene a Meloni gobernando. Es decir, ahí la ola es más grande, el panorama se amplía para poder entender por qué ya no es solo el cambio de izquierdas a derechas, sino que ahora irrumpe lo que algunos llaman las ultraderechas”.

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El experto añade: “Esto no es nuevo, ocurre a menudo y más aún en el último tiempo, en donde en las democracias occidentales, en virtud del desgaste político que existe, muchas veces los gobiernos cambian de color una vez terminados. Es muy difícil reelegirse en la democracia moderna y es muy fácil que la ciudadanía termine, digamos, sancionando a un propio gobierno por no cumplir ciertas expectativas que para la ciudadanía son más inmediatas, eligiendo un color político completamente distinto”.

Por su parte, Enrique Prieto-Ríos, profesor de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario, explica que la alineación de gobiernos de ultraderecha “hará que los intereses regionales nuevamente estén fragmentados e ideológicamente polarizados, pues, por un lado, el ejemplo de Chile denota el desgaste y la frustración que se dio en las personas con el proceso constituyente y que generó esa sensación de inestabilidad, y por el otro, la percepción de deterioro en la seguridad, temas de orden público y el tema migratorio, que eso no solamente pasa en Chile, sino que es un tema de política en todos los países”.

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El académico también resalta el desgaste del progresismo en el poder: “Yo sí creo que no debemos olvidar lo que tiene que ver con la presión que ejerce la figura de Donald Trump en la región, pues él ha enviado un mensaje a todos los países de Latinoamérica de que puede negociar y tener unas relaciones mucho más estrechas con presidentes que son cercanos a su agenda ideológica y no necesariamente con los que no lo son. Este es un factor que va a continuar influenciando las elecciones en varios países de América Latina”.

Para el caso de Colombia, Prieto-Rios prevé que el impacto real denote en las presidenciales del 2026, en el sentido de que no va a ser algo que pase de forma desapercibida para los colombianos: “Es ver cómo otros países se están moviendo hacia gobiernos de derecha, unos gobiernos con las agendas de seguridad, otros con las agendas proestadounidenses, y eso constituye un impacto simbólico-político”.

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Así mismo, Freire añade que la presión se sentirá también en términos de relaciones bilaterales, pues “los gobiernos de derecha van a ejercerla para con el gobierno venezolano de manera más contundente, más asfixiante. Y en ese sentido creo que es muy probable que también se dé en Venezuela el cambio de color político y además un cambio real de la dictadura”.

Lo que es seguro es que el momento ha puesto a debatir a los dirigentes de las izquierdas actuales, entre esos a la misma Claudia Sheinbaum, quien ayer advirtió que es un “momento de reflexión” para los movimientos progresistas en América Latina.

Carta de protesta: Chile rechaza postura de Petro

El Gobierno de Chile entregó una carta de protesta al embajador de Colombia por las “inaceptables” declaraciones del presidente Petro sobre la victoria de Kast, que “constituyen una falta de respeto y una intromisión impropia en asuntos de política interna”.

Esto luego de que el mandatario asegurara que tras la victoria del candidato de derecha “venían vientos de muerte” y afirmara que el triunfo del candidato de derecha “no es para la vida y la humanidad”.

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Sectores políticos en Colombia cuestionaron duramente a Petro y lo calificaron de “irresponsable” y “patético”.

“No hay matices en la democracia, defendámosla y evitemos que la destruyan. ¡O nos unimos o nos hundimos!”, expresó el excónsul Camilo Rubiano.