El Heraldo
Barranquilla

Las lecciones que deja la tragedia de Fundación

Profesionales de diferentes áreas analizan las circunstancias que rodearon el doloroso suceso del pasado 18 de mayo, cuando 32 niños con edades de entre 2 y 14 años murieron calcinados dentro de una buseta, y 31 más resultaron heridos.

L uego de la tragedia registrada en Fundación, Magdalena, en la que 32 niños murieron y 31 más resultaron heridos, surgen una serie de interrogantes sobre los controles que ejercen las autoridades de tránsito. El director del Bienestar Familiar, una experta en seguridad vial, un abogado, una sicóloga, un sociólogo y un filósofo fijan sus puntos de vista y reflexiones sobre quiénes deben responder en lo penal y en lo económico por esta tragedia que hoy enluta a Colombia. (ver infografía)

Lo que nos queda por aprender

Por: Olga Hoyos

Lo ocurrido en Fundación el domingo pasado, ha ocasionado gran sufrimiento a muchas  familias y a  los colombianos en general, situación que nos lleva a reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos de proveer unas condiciones adecuadas para el desarrollo sano de nuestros niños.

En nuestro país, la ausencia de sanciones ante comportamientos no legítimos termina haciéndonos creer, que todo vale y nada malo va a pasar. Es así, que prácticas como las identificadas en el origen de lo ocurrido: conducir sin permiso, uso de vehículos en mal estado, delegar el cuidado de niños a menores, entre otros, las vemos como “normales” y sólo  las juzgamos irresponsables cuando sucede un accidente.

El impacto de esta tragedia exige culpables. Sin embargo, reconociendo el inmenso dolor de los directamente implicados y de nuestra sociedad como testigos impotentes de las  vidas perdidas, pensemos en lo que nos quedan por aprender. Aprender que:
La impunidad de prácticas que atentan contra la seguridad de los demás tiene consecuencias como ésta, y nos puede ocurrir a todos.

Deben darse cambios sociales que hagan posible que los colombianos vivamos en condiciones de seguridad
Requerimos compromiso de todas las instancias, gobierno y sociedad civil para prevenir este tipo de situaciones.

No podemos ser testigos silenciosos y usuarios de prácticas fuera de la legalidad.Soy constructor activo de esta sociedad y correponsable de lo que en ella se da.

Desde la psicología podemos entender la necesidad de adjudicar culpas, pero también entendemos, que en un sistema que valida prácticas, como las mencionadas, avala la ilegalidad y la creencia de “esto se puede y nada va a pasar”. En este marco de creencias, nuestra capacidad para tomar decisiones sanas se encuentra disminuida y nos llevan a situaciones como la ocurrida el pasado 18 de mayo en Fundación.  Que esta pérdida en alguna medida nos permita a aprender y no tengamos que volver a lamentar una situación similar. La responsabilidad es de todos.

Olga Hoyos, directora del Departamento de Psicología de la Universidad del Norte.

¿Quiénes deben responder?

Por: Fernando Borda

E n la muerte de los niños de Fundación deben responder las siguientes personas naturales, entidades públicas, servidores del Estado y organizaciones religiosas tanto en lo local e incluso en lo internacional si se llegare a probar vínculo económico y administrativo entre ellas. Veamos:

Los primeros llamados a responder penal y económicamente son, de un lado, el conductor que causa el accidente al tratar de poner en marcha el vehículo con los menores a bordo en forma temeraria e imprudente por el delito de homicidio a título de culpa; y de otro lado, el propietario o tenedor del vehículo que entrega un automotor sin el certificado de revisión técnico-mecánica a un conductor sin licencia, a sabiendas del deplorable estado de funcionamiento del mismo.

Deberán responder penal y económicamente el representante legal de la organización religiosa que contrata este tipo de servicios de transporte de unos menores a su cuidado sin exigir garantías de buen servicio para ello. La falta aquí está en el momento de escoger al transportador: culpa in eligendo.
De igual forma son responsables patrimonialmente las autoridades municipales de Fundación —Alcalde y Secretario de Transporte— al permitir, por omisión, que circulen en su área de control vehículos en esas condiciones técnicas. Aquí la responsabilidad es de tipo administrativo y debe generar indemnización compartida a favor de los familiares de las víctimas. También deberán responder disciplinaria estos servidores públicos por la falta de vigilancia en sus obligaciones de tránsito: culpa in vigilando.

Finalmente, de llegarse a probar un vínculo económico y administrativo entre la iglesia que funciona en Fundación, responsable del transporte de los menores a su cuidado, con una organización mundial con sede principal en otro país —Estados Unidos, por ejemplo—, los familiares de las víctimas podrían iniciar acciones legales con abogados de ese país contra la matriz de esa organización religiosa, como tercero civilmente responsable y garante de la iglesia en Fundación.

Fernando Borda, Decano de la Facultad de Jurisprudencia de Uniautónoma.

Población infantil y tragedia

Por: Guillermo Mejía

¿Es cuestión de afectos?  ¿De confianza?, ¿Es desprevención enviar un grupo de niños desde por la mañana a un esparcimiento en cabeza de un líder religioso? Significa para la sociología contemporánea el  interés por explicar lo trágico, entendido como la  desgracia y el dolor que crean las víctimas inocentes.

El anterior es el marco quimérico de una comunidad que a expensas de su propia desdicha y adversidad desencadena la solidaridad nacional e internacional como atenuante protocolario de lo que en términos de la Santa Sede se manifiesta en  “sus sentimientos de pesar a las familias de los difuntos, junto a su esperanza y consuelo”.

En tales contextos de desolación pareciera, que la palabra perdiera su bálsamo, que no existieran referentes de identidad que permitieran sobrellevar la tragedia. Es en momentos de sufrimiento cuando más se unen la familia, los grupos sociales y la sociedad en general.

Buena parte de la ideología de los valores procede de las tragedias. Como mito lírico nos ofrece legados de lecciones imperecederas y lo hace ofreciendo, no una ideología que sería poca cosa, sino una visión de la vida humana en su cotidianidad que facilita el fondo moral a los juicios valorativos de la sociedad.

¿Qué nos enseña? 1. La acción humana ante situaciones desgarradoras no está exenta de los dilemas.
2. Los protagonistas, en condiciones inusitadas y extraordinarias, no alcanzan a comprender bien la situación en la que se encuentran. Motivos: las consecuencias no se corresponden con los propósitos, sólo al final, se sabe la realidad en la que se desenvolvían cotidianamente y, de ese modo, el significado completo de sus acciones.

Otra lección de la tragedia se encuentra en la reconciliación por medio de una justicia siempre defectiva, tardía y excepcionalmente oportuna.
Q.E.P.D., los ángeles de Fundación, ya tienen la bendición de Francisco.

Guillermo Mejía, Sociólogo de la Universidad Autónoma del Caribe.

“Que no se vuelva una guerra”

Por: Marco Aurelio Zuluaga

Lo primero que escuché en Fundación fue el lamento desgarrador de una abuela que no paraba de llorar: “Ojalá esta tragedia no se nos convierta en una guerra.”
Y  también recordé la frase de la alcaldesa de Barranquilla, Elsa Noguera, cuando comentábamos la urgencia de apoyar integralmente a las familias de los niños que murieron y de los que resultaron heridos:
“Esta tragedia desnuda una cruda realidad, evidencia las consecuencias de la pobreza.”

Este es un instante de dolor nacional que no podemos pasar por alto, y por eso invito a toda la sociedad colombiana a una silenciosa y profunda reflexión.
No podemos anticiparnos a emitir juicios de valor, a condenar a los padres porque no estaban en ese momento con sus hijos, a juzgar sin elementos de juicio a presuntos responsables, ni a desviar el debate por impulsos o por angustias.

Sobrecoge estrechar sus manos, sabiendo que son familias carentes de todo recurso físico. Tienen el alma limpia, el corazón abierto y nunca reniegan de su propia vida. Son parejas, padres de 25 o 28 años de edad, desplazados, desempleados o vinculados a prácticas de trabajo informal. Se acabaron sus sueños, no tienen proyecto de vida. Es la expresión más clara de la desigualdad que existe en Colombia.

Estos padres de Fundación nos han dado lecciones de vida y de dignidad ante el dolor tan profundo que sienten por la pérdida de sus niños.

Ante esta cruel realidad, todos los colombianos debemos pensar y actuar para que definitivamente, cada día sea menor la desigualdad en Colombia. La construcción de la vía hacia la paz exige que en el posconflicto, trabajemos todos contra esa desigualdad y procuremos el renacer de una sociedad en armonía, y con alegría.

Marco Aurelio Zuluaga,  director del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF.

¿Dónde está papá Estado?

Por: Fidel Llinás Zurita

Después del trágico hecho del domingo 18 de mayo la ciudadanía, el gobierno,  e inclusive desde lo religioso salen a buscar culpables. El tema es muy complejo pero debe ser aclarado. En una sociedad colombiana como la nuestra que profundamente religiosa muchas veces dejamos de ser mayores de edad dándole la responsabilidad a Dios y sus representantes o puentes que nos comunica con  ese infinito transcendental.

Escuchar por los medios de un niño que se salvó que el reprendió el fuego y por eso se salvó es una muestra que nuestra responsabilidad es más teológica que antropo-social –ética, cuando nos pasa cosas buenas es Dios  y cuando es lo contrario es meramente humano. Vale la pena preguntarse quienes son los culpables: primero el papá Estado que debe vigilar y castigar a todas las personas que andan en lo ilegal como portar un vehículo con gasolina internamente; aunque esta práctica de llevar “pimpinas” de gasolina de contrabando se hace con toda la tranquilidad del caso en toda la Región Caribe. ¿Dónde estaban las autoridades de control de esos carros chatarras e inseguros?. Segundo muchos padres delegamos la formación de los hijos a la educación religiosa católica, protestante, evangélica, pentecostal, metodista, etc., porque estamos seguros que no pasará nada y porque confiamos en que están con formadores religiosos y no va pasar nada malo, como sucedió con los niños del colegio de los Agustinos en Bogotá hace diez años, aunque en condiciones totalmente diferente porque se transportaban legalmente con todas las medidas que propiciaba el plantel  y el Estado a los niños y sus padre en su inmensa mayoría que laboraban, no imaginaron un accidente externo de tal magnitud. Pero aquí las cosas son diferentes un domingo, ¿dónde estaban los padres de familias?¿ Por qué dejaron a sus hijos en la soledad dándole  la tutoría a una congregación religiosa para que velara por los menores? Los padres deben ser celosos con sus hijos, como lo enseñó Juan Jacobo Rousseau en su obra ‘El Emilio’: no deben dejarlos solos.

Fidel Llinás, decano de la facultad de Ciencias Humanas de la Universidad del Atlántico.

¿Accidente o cadena de errores?

Por: Mileydis Durán Hincapié

Conmocionado está el país por el fatal accidente que cobró la vida de 32 niños y mantiene en vilo a las familias de otros tantos que se encuentran hospitalizados. Ante estos hechos se dan reacciones a todo nivel: sociedad civil,  autoridades y  gremios que han solicitado se investigue a fondo y se castigue a los responsables. Incluso, el Papa Francisco ha enviado una nota  lamentando el trágico hecho.

Las autoridades han dado inicio al proceso de judicialización de los dos presuntos implicados: el conductor del vehículo y el pastor de la iglesia. Cabe cuestionarse al respecto, ¿Es esto realmente un accidente o es el resultado de una cadena de errores u omisiones  de algunas autoridades? Existe un problema grave en la sociedad y es la falta de  percepción del riesgo, siendo este tal vez el error de los padres de los niños, del conductor de la buseta y de los líderes de la iglesia; error que hoy  los cubre de dolor por la muerte de sus seres queridos y a otros en la cárcel y afrontando procesos judiciales.

Sin embargo también existe una grave cadena de omisiones por parte de autoridades que permitieron que un vehículo en estas condiciones prestara servicio sin ninguna garantía para los usuarios.

Si los padres de los niños y miembros de la iglesia pentecostal tienen una responsabilidad alta, más alta aún es la responsabilidad de entidades del Estado (Ministerio de transportes, Policía Nacional, Alcaldía), pues es su obligación y la de sus autoridades proteger la vida de todos los ciudadanos, derecho contemplado en la constitución colombiana. Hechos como: Vehículo en deficientes condiciones técnico mecánicas y sin garantías para los usuarios, un conductor sin una licencia vigente, con multas por infracciones de tránsito, un vehículo sin los documentos reglamentarios y los seguros vencidos, entre otras irregularidades, son una muestra clara de la falta de control en materia de tránsito y transporte que existe en el país. Todos estos hechos demuestran también que existe una deficiencia grave en la capacidad de control del Estado.

Mileydis Durán Hincapié
Consultora Junior en Calidad y Seguridad Vial

 

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