Los sueños de Dalis María Cujía de aprender a diseñar y coser prendas de vestir, permitieron hacer realidad uno de los tantos actos de reconciliación que se han dado en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de las Farc en la vereda Pondores del corregimiento de Conejo, en La Guajira.
Ella llegó a esta población que pertenece al municipio de Fonseca, en el 2005. Era una desplazada por los actos violentos y amenazas por parte del entonces grupo armado, especialmente por uno de sus miembros.
'Me decía que se quería llevar a mis hijos, porque el grandecito ya podía coger un fusil y el menor se podía entrenar', explicó Dalis, quien en esa época vivía en el municipio de San Juan del Cesar.
Tuvo tanto temor que planeó su viaje, aunque sabía que no podía ser muy lejos, por eso decidió irse hacia Conejo, pero nunca pensó que allí se encontraría nuevamente con aquel hombre, del cual no quiso decir su nombre.
Los excombatientes de las Farc llegaron a esta población en diciembre del 2016, después de que se firmara el Acuerdo de Paz con el Gobierno nacional.
Dalis volvió a sentir algo de temor, aunque 'sabía que llegaban con otro propósito, el de la paz'.
Poco después de esto, pudo verse frente a frente con la persona que hacía unos años la había atemorizado y le hizo cambiar su vida.
'Lo vi por ahí en la vía, luego llegó al lado de mi casa y hablamos, le dije que por su culpa me fui de mi pueblo, me dijo que eso había quedado en el pasado y que en realidad nunca pensó en llevarse a mis hijos y que la guerra acabó', indicó.
Ese encuentro bastó para que Dalis soltara ese miedo y se fuera por siempre.
'Lo perdoné, porque sé que ellos cometieron errores, pero son colombianos, dejaron las armas y ahora están cambiando sus vidas', manifestó.
Ese acto de perdón le permitió hace un año acudir a la convocatoria que se hizo en Conejo para un curso de costura que dictaría el Sena, en el cual tendría que compartir clases con excombatientes, familiares de ellos y otras personas de la comunidad.
'Como siempre quise aprender a coser, no lo dudé y me matriculé', dice Dalis orgullosa de mostrar el fruto de todo lo que aprendió: varios suéteres que fueron expuestos en la ceremonia de entrega de maquinarias e insumos por parte de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas.
Con ella son 15 las personas que recibieron unas 20 máquinas de coser (entre planas, fileteadoras, botonadoras, ojaladoras, entre otras) y todos los implementos básicos de la fábrica, bautizada por las excombatientes de Farc como Fariana Confecciones.
El proyecto fue calificado por la Misión como de 'impacto rápido', es decir que recibe esto como aporte de financiación por parte del gobierno de Suecia conseguida a través del Departamento de Asuntos Políticos de la ONU, para impulsarlo, por considerarlo de enfoque diferencial.
De la costura clandestina a la legal
Este proyecto comenzó hace un año donde estaba el economato del ETCR de Pondores. Allí el experimentado sastre de las Farc Diosenel Criado daba algunas clases con aquellas máquinas de coser que se usaron de manera clandestina para coser camuflados, carpas, equipo de guerra, sudaderas, hamacas, gorras y sombreros.
Junto a una de esas máquinas que debían esconder y mover en mulas, cada vez que sentían la presencia de las autoridades cuando estaban en el monte, Diosenel explica que llegó a la organización en el año 2000. Estuvo en el frente 41 que operaba en el Cesar y luego pasó al 59 que hacía presencia en La Guajira.
'Los primeros tres años estaba en lo militar y luego pasé a la sastrería porque ya yo traía algunos conocimientos de costura', añadió. Además de coser, se dedicó a enseñar a otros compañeros.
Dice que en los años del expresidente Álvaro Uribe, tocaba cambiar de sitio cada dos o tres meses y eso implicaba mover toda la fábrica de confecciones, cuidando las máquinas para que no se deterioraran. 'Ya en los años de Juan Manuel Santos estábamos más estables, aunque cuando la mesa en La Habana se ponía en tres patas, como decían, otra vez a moverse. Pero cuando ya dijeron que finalizaron, recogimos todo para entrar a la legalidad', explicó.
Ahora con la nueva maquinaria tiene grandes esperanzas de poder consolidar junto a su esposa Janeidis Martínez, de quien se enamoró precisamente en una de esas fábricas clandestinas de costura, un proyecto de vida ya en la legalidad. Ella ingresó a las Farc a los 14 años de edad en La Paz, departamento del Cesar.
Llegó la ayuda que necesitaban
Poco después de que Diosenel comenzó las clases en el ETCR de Pondores, lograron el apoyo del Sena que les enseñó a hacer camisas, suéteres, chalecos, polos, faldas, jeans, gorras, entre otras prendas, con una maquinaria propiedad de esta entidad, la cual, terminada la formación, debía irse del ETCR para continuar con su función misional. Por ello fue necesario conseguir una maquinaria propia para continuar fortaleciendo las capacidades de las excombatientes y apoyar así su proceso de reincorporación económica.
'La Misión de Verificación, en un esfuerzo por apoyar los emprendimientos que han sido sobresalientes e identificados como de enfoque diferencial, coordinó con el gobierno de Colombia, Suecia y el PNUD para adquirir la maquinaria necesaria para este proyecto', explicó Anna Pont, jefa de la Oficina Regional de la Misión de Verificación de la ONU.
Este es uno de los 37 emprendimientos que han sido priorizados en todo el país, en una coordinación tripartita entre Farc, el Gobierno colombiano por medio de OACP, ARN y Sena, y Naciones Unidas a través de la Misión y PNUD.
La instructora de confecciones fue Gisela Sierra Toncel, del Centro Agroempresarial y Acuícola del Sena en Fonseca. Ella no duda en calificar a los excombatientes como unos buenos alumnos, puntuales y muy juiciosos, además de receptivos a cualquier aprendizaje. 'Ellos cambiaron sus armas por una máquina de coser y estoy segura que de ahora en adelante le van a servir a la sociedad con el conocimiento que tienen', manifestó.
Anunció que el Sena no los va a dejar solos en el proceso, los va a seguir apoyando porque según Gisela 'son personas que merecen el respaldo porque tienen muchas ganas de trabajar y que nos demuestran cada día que valió la pena la firma de ese acuerdo con el gobierno, a pesar que hay muchas personas que no creen en él'.
Le cosió a Iván Márquez
Diosenel Criado, sastre de las Farc por mucho tiempo, fue el diseñador y costurero del atuendo que lució Iván Márquez, jefe negociador de las Farc para los diálogos de paz, durante su discurso dado en Oslo, Noruega, en octubre de 2012 durante el inicio del proceso de paz.
Afirma que le cosió muchas de las camisas y pantalones que se ponía. 'Era exigente, le gustaban las prendas bien elaboradas, por eso las hacía yo mismo', anotó. Dice que en esos tiempos le tocó también aprender a arreglar las máquinas de coser, cambiarle los herrajes y hacerles mantenimiento. 'Las que nos dieron ahora son más sofisticadas y son para otro tipo de trabajos, para ropa civil', indicó.
Con esa maquinaria donada por la ONU, además de elaborar algunas prendas para la venta, ha ayudado a policías y soldados que hacen parte de la seguridad del ETCR de Pondores.
'Cuando alguno ha necesitado un dobladillo, arreglar una camisa, un pantalón, aquí se lo hacemos', afirmó.
Incluso arregló todas las carpas que están en los puntos donde los uniformados están ubicados. 'Me tocó sacar las máquinas de la fábrica para poder extender las carpas y poder coserlas', fueron sus palabras al explicar estos pequeños, pero muy significativos actos de reconciliación que solo se han podido dar por la firma del acuerdo entre las Farc y el Gobierno.


