El Heraldo
El agente Víctor De la Hoz lleva 46 años al servicio de la Policía. Orlando Amador
Judicial

El agente De La Hoz, 46 años en la Policía “¡y sigo cumpliendo!”

El agente, el más veterano de la Policía de Barranquilla, cuenta sobre su inicio en la institución, su secreto para permanecer tantos años y los cambios en el oficio.

No todos lo conocen por su nombre. Algunos lo llaman ‘el viejo’ otros ‘el veterano’, pero oficiales y suboficiales de la Policía Metropolitana de Barranquilla saben quién es el agente Víctor De la Hoz.

El uniformado es el más veterano de la Policía de la ciudad y sus inicios en la institución se remontan al año en el que ‘Kid Pambele’ logró su primer título mundial; Misael Pastrana Borrero era presidente y la primera de película de El Padrino llegaba a cines, en 1972.

Desde entonces, siempre en calidad de agente, Víctor Alfonso De La Hoz Sandoval sirvió en labores de patrullaje, de control de disturbios, de conciliador e investigador de asuntos internos de la Policía, cargo que todavía desempeña.

“Cuarenta y seis años y sigo cumpliendo, primo”, dice el hombre de 64 años, con su mano golpea el sofá en el que está sentado, como si reafirmara su frase.

Agrega que no piensa en pensionarse porque “todavía tengo ganas, fuerzas y aptitudes”. Pero hace una salvedad: “Si vas a permanecer en el cargo de algo, se debe ser un ejemplo. No se debe abusar del cargo o de la estancia para no cumplir”.

El agente, quien tiene 14 condecoraciones y 73 felicitaciones en su hoja de vida, cuenta que su secreto para estar tanto tiempo en la Policía es que nunca “me he regalado ni me he negado; si me dicen vaya, yo voy, y si mi superior me pide, yo obedezco”.

Antes de la policía. El 21 de febrero de 1972, Víctor De la Hoz ingresó oficialmente a las filas de la Policía en la Escuela Antonio Nariño, ubicada en Soledad. No obstante, según cuenta el hombre, era la cuarta vez que se presentaba.

“En ese entonces era un muchacho delgado, parecía menor de lo que era y me negaron el ingreso varias veces. Cuando los otros que se postulaban veían que me rechazaban, me decían, vaya a que lo termine de criar su mamá”, recuerda ahora con humor lo que en su momento lo frustró a tal punto que pensó en otra opción: ser sacerdote.

Relata que a sus padres no les gustaba ninguna de las dos opciones que el entonces joven de 17 años quería  para su vida.

“Ya tú estás grande y sabes lo bueno y lo malo. Si te digo que no, me echas las culpas a mí. Si te digo que sí, te vas y te pasa algo entonces también me echas las culpas a mí, entonces usted verá”, reproduce las palabras de su madre el agente.

Recuerda que el párroco de la iglesia de Las Nieves, barrio en donde nació y creció, le redactó una carta de recomendación para que entrara al seminario. “Era un muchacho joven y mis amigos me decían, que un cura no podía hacer fiesta ni bailar ni tener familia y pasaba encerrado, entonces le pedí otra carta al sacerdote, pero de recomendación para la Policía”, detalla cómo fue la toma de la decisión el veterano agente.  Carta en mano, y ya con 18 años recién cumplidos se presentó nuevamente a la Policía.

“Para estar tanto tiempo se debe ser un ejemplo, no abusar de la estancia”.
El agente lleva 38 años sirviendo en el Atlántico.

El Ingreso

Ese 21 de febrero del 72, día en el que ingresó a las filas de la Policía, le fue negada la entrada por quinta vez.

“Un capitán me vio y me reconoció de tantas veces que me había presentado y me llamó aparte. Me dijo que se me notaban las ganas de estar y el compromiso, entonces flaquito como estaba me dejaron entrar”, recuerda.

En sus 46 años de trayectoria, el agente De la Hoz solo pensó en abandonar el oficio una vez, en mayo de ese mismo año en el que ingresó.

“El comandante me dijo que tenía ‘mamitis’, me dio un fin de semana de descanso y el lunes me citó a la oficina. Allá me dijo que prometía y que no me iba a dejar ir, y aquí estoy”, recalca.

Evoca que durante los cinco meses que duró su preparación como agente, la institución utilizaba tácticas para conocer a sus  nuevos ingresos.

“Efectivos del F2 (policía judicial del momento) se metían a la Escuela disfrazados. A veces iban de prestamistas, otros iban de limosneros y le preguntaban cosas a uno para saber de dónde venía, quién era su familia y qué intereses tenía en la Policía”, describe la práctica el agente.

El 11 de julio de 1972 terminó su curso y desde el 22 de agosto de ese año comenzó su carrera de 46 años, un mes y 29 días como uniformado de la Policía.

Inicio

Su primera asignatura como agente la cumplió en Manizales en donde estuvo durante tres años en labores de patrullaje. Luego fue reasignado a Risaralda hasta que en el 77 volvió a Barranquilla para trabajar en el departamento del Atlántico.

En este nuevo traslado le fue asignada la labor de fuerzas disponibles, en ese entonces conocido como el grupo de choque, o lo que sería el Esmad hoy en día. Dos años después volvió a sus labores de patrullaje. Desde entonces, el agente De La Hoz trabajó en todos los municipios del Atlántico excepto Piojó, Luruaco, y Santa Lucía.

“El patrullaje era a pie, le daban a uno un sector y uno lo caminaba”, recuenta el hombre de su labor en aquel entonces.

“No llevábamos radio, el único que lo utilizaba era el comandante. Las órdenes las recibíamos en el comando, cuando formábamos y un oficial de vigilancia que andaba en su patrulla pasaba revista constantemente”, complementa.

Según cuenta el veterano, en ese entonces la relación entre la comunidad y la Policía era más estrecha.

“Anteriormente uno conocía a las personas del sector que uno cuidaba y ellas lo conocían a uno. Había más comunicación entre las partes, hoy en día se ha perdido esa relación y rige la ley del silencio”, argumenta.

Cuenta que la parte que recuerda de forma más amena fue en su labor como conciliador. “Éramos un grupo de cinco agentes que nos asignaban a los municipios de acuerdo con las conflictos que había ahí. En ese entonces (años 80) se vivía mucho el problema del agua, que no había flujo a los municipios y la gente protestaba”, describe su labor.

Su tarea consistía en escuchar a las partes, tanto a los protestantes como a la administración y llegar a un acuerdo para que no se presentaran hechos que lamentar.

“Nos veníamos para Barranquilla y conseguíamos varios carrotanques y los llevábamos. Después los alcaldes les tocaba pagar esa agua, cada carrotanque costaba 5.000 pesos, ¡y eso era un poco de plata!”, explica con su característico golpe sobre el apoyo del sofá.

El agente De La Hoz nunca ha sido herido en sus varios años de servicio, pero prefiere no hablar de los enfrentamientos a disparos en los que se ha visto involucrado. “Eso es reserva del sumario”, argumenta con una sonrisa.

“Antes uno conocía a las personas del sector en el que trabajaba y ellas lo conocían a uno, por eso había más comunicación”.

A la oficina

En el año 2002, cuando tenía 48 años, pasó del patrullaje en las calles a las oficinas.Sus superiores vieron su intachable hoja de vida, nunca ha sido sancionado ni suspendido, aptitud para el derecho y el conocimiento de las leyes interna de la institución y lo asignaron como investigador interno de asuntos de la Policía.

“Si hay una queja o cualquier situación que cometiera un compañero, él es investigado basado en los reglamentos y los códigos”, describe la labor.

Luego, pasó a procesos administrativos en los que manejaba los casos de uniformados que resultaron heridos en su labor.

Desde hace un año se desempeña como secretario del suboficial de comandos. “Cuando hay una anomalía en alguna estación, un problema entre un jefe y un subordinado, bajo rendimiento o fallas de disciplina, vamos el sargento y yo, y se escucha a las partes para saber sus inconformismos y encontrar una solución.

Ante la pregunta obvia, ¿hasta cuándo?, su respuesta es clara. “Hasta que el cuerpo aguante”, concluye con una sonrisa y un último golpe de su mano al soporte del sofá.  

El más veterano

El policía activo con más tiempo en la institución es el mayor Humberto Aparicio Navia, de 83 años. El oficial, que se desempeña como director del museo de la Policía en Bogotá, lleva 62 años de servicio.

El mayor Aparicio ingresó el 7 de febrero de 1957 a la Escuela de Cadetes en el Valle del Cauca y el 14 de agosto de 1959 se graduó como oficial. El oficial ha ocupado cargos como primer aviador, comandante de la Universidad Nacional y de la Escuela de Cadetes, director de la Cárcel Modelo de Bogotá, y jefe de relaciones públicas de la Policía.

Desde hace 20 años se desempeña como director del Museo. El mayor Aparicio, según afirmó en entrevistas con otros medios de comunicación, estará en la institución “hasta que muera”. 

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.