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La huella de Legarda en Barranquilla

El artista de música urbana, que acaba de cumplir un mes de fallecido, vivió en esta ciudad entre 1996 y 2000. Sus amigos del Colegio Sagrado Corazón lo recuerdan.

Fueron cuatro años, pero no pocos. Fueron los suficientes para saber que las personas no pasan en vano.

Barranquilla conserva en su suelo la huella de Fabio Legarda, un joven de sonrisa fácil y mirada profunda que vivió en esta tierra “sus momentos más felices”, una infancia que es antípoda del final que le halló en Medellín por una bala pérdida.

En la escena artística era conocido como Legarda, una estrella en  irrefrenable ascenso, Fabito le llamaban sus familiares y Fabi sus amigos de Barranquilla, esos con los que jugaba fútbol en el Parque Tívoli o iba a patinar  cerca de lo que es hoy el Centro Comercial Buenavista.

 

Edificio Portal de las Lomas, ubicado en la esquina de la carrera 53 con 90, hogar de Legarda. Jesús Rico.

A pesar de haber nacido en Popayán y vivido en Tierralta, Córdoba; Apartadó, en Antioquia y Atlanta, Estados Unidos —donde se radicó junto a su familia la mayor parte de su vida—,su sentir era Caribe y su andar anfibio, como el de esos seres que habitan entre la tierra y el agua, o los barranquilleros  que se mueven entre las calles, el mar y el río.

Su acento lo delataba. Quien conoce las regiones de Colombia podía intuir con solo oírle que se movería al son de una tambora como buen hijo adoptivo de esta ciudad. Sin embargo, sus raíces no se anclaron en un solo lugar. Su paso más bien nómada le hizo un ciudadano del mundo. No obstante, su amor por Colombia y el sueño de triunfar en la música le hicieron regresar.

Hace un mes y tres días falleció este joven a sus 29 años, una de las tantas víctimas mortales que deja la violencia a su paso. Una bala segó sus sueños, le arrebató la vida, apagó su luz.

 

José de la Peña, Santiago Castro, Juan Franco y Legarda.

El artista lanzó en 2016 su sencillo La verdad, más adelante sacó  Ya estoy mejor, Uber Sex, Roma, entre otros. Se dio a conocer a través del programa de televisión Master Chef Celebrities que se transmitió el año pasado, en el que se convirtió en el séptimo eliminado. En la radio ya sonaban sus canciones.

Legarda vivió en su niñez en el Edificio Portal de las Lomas, ubicado en la esquina de la 53 con 90. Con sus amigos del barrio jugaba a la lleva, a las escondidas o al fusilado. Rápidamente se convirtió en un niño muy popular por su alegría y la facilidad que tenía de hacer amigos.

“Fabi era amigo de todos”, dice Juan Sebastián Franco, compañero de colegio de Legarda.

“Era buen estudiante, de los mejores alumnos. Se levantaba a todas las niñas porque tenía los ojos verdes y era blanquito, de buenas facciones. Cuando nos conocimos tenía siete años, entró al colegio en tercer grado y estuvo hasta quinto. Fuimos grandes amigos, yo dormía en su casa y él en la mía”, contó.

 

Compañeros de juegos y del colegio Sagrado Corazón.

Legarda estudió en el Colegio Sagrado Corazón Vía Puerto hasta el año 2000.  Estuvo en los cursos 3D, 4D y 5D de esa institución como fue posible confirmar por los anuarios que conserva la escuela. 

“Después del colegio siempre teníamos un plan. Un día jugamos el diablito, un juego que consistía en correr de una pared a otra y atrapar a los angelitos (otros miembros del equipo) que al ser tocados por el diablito se transformaban también en uno. Fabi llevó a un pelao que era el que más corría y ningún angelito quería salir porque él los atrapaba. Yo me atreví a salir y me partí el fémur, cuando la pierna se me dobló  para un lado recuerdo que Fabi dijo con su voz inocente: ‘se golpeó duro’, ahí me puse a llorar. Demoré mucho tiempo para recuperarme y solo  jugaba Super Nintendo, pero Fabi fue mi compañero de convalecencia”, agregó Juan.

Su padre, Fabio Legarda, contó que su hijo  por poco fue secuestrado por la guerrilla cuando vivían en Tierralta, a los tres o cuatro años. Fabio (padre), en ese momento oficial de la Policía, decidió migrar con su familia a Montería donde vivió poco tiempo y luego se fue a Apartadó, municipio en el que tomó la decisión de abandonar la institución por las amenazas en su contra.

Así aterrizaron en Barranquilla, buscando en esta ciudad caribeña, de brisa fresca y sol recalcitrante, una vida más tranquila.

 

Legarda junto a sus hermanas María y Daniela en Barranquilla.

Los días de sus hijos Fabito, María y Daniela Legarda transcurrieron entre los olores y sabores de la niñez antes de establecerse en Atlanta. En esa metrópoli estadounidense alcanzaron el sueño americano, una vida libre, segura y de calidad.

Legarda realizó sus estudios de secundaria e ingresó becado a la Universidad de Georgia, donde se graduó como administrador de empresas con una especialización en Marketing. Solo un defecto tuvo la vida del joven en esa gigantesca ciudad americana: no vendían queso costeño.

Nació la música

José Marulanda fue su amigo inseparable. De esa amistad nació un amor por la música que fue fecundo en ambos.

En Legarda como cantante de música urbana y en él como artista de la electrónica.

“Tengo muchos recuerdos. Nos hicimos amigos porque nos gustaba la música. Comprábamos CDs de Marlyn Manson y Metallica. Ahorrábamos entre los dos y luego los intercambiábamos, nos creíamos los más malos por escuchar metal, y saltábamos en la cama de mis papás con las canciones. También éramos los que más sabíamos inglés, por eso nos aprendíamos las letras. Me acuerdo que la abuela de él decía que esa era música satánica. Nosotros nos reíamos”.

Marulanda recuerda también los patines de llantas verdes y balineras de Legarda. “Eran los más rápidos”.

“Íbamos al patinódromo, echábamos cera de vela para deslizarnos por las escaleras y bordillos de su edificio. Fueron épocas muy felices”, agregó.

Por las maquinaciones del tiempo y la distancia tanto Juan Sebastián Franco como José Marulanda perdieron el rastro de su amigo de la infancia.

Hoy, después de haber conocido la historia que enlutó al país y que a ambos pareció robarles una parte de sus mejores años, sienten que la vida les dio la oportunidad de despedirse.

Marulanda volvió a ver a Legarda en los Premios Kid Choice Awards 2017.

“Se puso feliz de verme, revivimos historias de nuestra niñez”.

Franco, por su parte se encontró con él en el 2012, cuando Fabi volvió de unas vacaciones.

“Tuvo un toque en Henry's y después fuimos a Canta Gallo. Yo siempre estuve muy contento con su éxito, le deseaba lo mejor. En los últimos días lo tuve muy presente,  yo iba a contactarlo para que volviera. Quería que nos viéramos otra vez".

A Legarda le gustaba el mar, le gustaba el Caribe y el mango verde con sal. Su corazón era barranquillero, como él mismo lo reconoció en una entrevista realizada por EL HERALDO en el 2016 cuando junto a Sony Music promocionaba su canción La verdad.

Sus amigos no lo olvidan. Los momentos vividos se quedaron instalados de forma perenne en cada uno a pesar del tiempo y la distancia.  Las viejas fotografías, que repasan de vez en cuando, son un recordatorio para que la memoria no muera y las canciones existen para hacerlos viajar a aquellos instantes de felicidad y despreocupación. Les quedó su música, un tesoro a través del cual revivir su voz y su alegría.

 Óscar Wilde, el escritor irlandés lo dijo una vez: “El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos”.

Los hechos

Legarda se movilizaba en un Uber cuando recibió uno de los disparos. Perdió la vida unas horas después en un centro hospitalario. Desde ese momento se abrió una investigación para determinar las responsabilidades de los implicados.

El hecho se dio en medio de un caso de fleteo por la compra de un vehículo. Uno de los delincuentes pereció en medio del asalto, el otro resultó herido pero fue capturado y enviado a la cárcel por un juez de Medellín.

Por su parte, está en investigación  si la persona que accionó el arma (un escolta de una empresa de seguridad) lo hizo en legítima defensa o usó fuerza excesiva y esto dejó como saldo la muerte de un inocente.

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